Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Tarde y mal. Por Andalucía, coalición de la izquierda andaluza, presentó su candidatura a tres minutos del cierre del registro y sin la firma de dos de los seis partidos que acordaron ir juntos, Podemos y Alianza Verde. El recurso para intentar que se les incluya oficialmente en la confluencia ha sido desestimado por la Junta Electoral, como es lógico, porque el plazo es el mismo para todos. La formación morada tendrá que concurrir como independiente, no recibirá directamente subvención electoral ni tendrá su logo en la papeleta. Papelón de la izquierda, que retrata su ineficacia para hacer frente a la emergencia: cuando más se necesita una izquierda cohesionada y resolutiva que vaya dos pasos por delante para frenar el auge de la ultraderecha, nos ofrecen un episodio más de improvisación y división solventada a última hora de mala manera.
Ya iban tarde. Cuatro años tarde. Han tenido una legislatura casi entera para tejer alianzas con las que prepararse para el segundo asalto después de aquellas primeras elecciones en las que Vox irrumpió como un ciclón. Recordamos hoy la manifestación contra la ultraderecha el día después de las elecciones de 2018, en el que la izquierda abarrotó las calles como no había abarrotado las urnas. Entonces la ciudadanía reaccionó un día tarde, ahora los partidos han tenido más de 1300 días para que no les pille el toro y han llegado con media cornada antes de saltar al ruedo. Entre tanto, se escindió Adelante Andalucía y se ofreció el enésimo capítulo de los divorcios de la izquierda. Luego nos extrañaremos de que el votante se decepcione, se quede en casa o vote a otras opciones. ¡Pero si ni siquiera va a encontrar el logo de Podemos en una papeleta!
Un día antes de este triste episodio, la Izquierda Insumisa de Mélenchon y el Partido Socialista francés alcanzaron un pacto histórico, a pesar de sus muchas diferencias, para acudir juntos a las legislativas en Francia. En Andalucía, partidos mucho más cercanos, algunos unidos a nivel estatal, llegaron a un acuerdo por los pelos y tirándose de los mismos. Mientras, la derecha y la ultraderecha se fuman un puro en el tendido. Los sondeos dan casi mayoría absoluta al PP, que sumaría más que toda la izquierda, incluido el PSOE. La culpa de que el progresismo no chute no la tenemos ni los votantes ni los comentaristas desilusionados, son los partidos los que tienen que ilusionarnos con hechos.
Vamos con los hechos. IU cuenta que las firmas de Podemos no llegaron a tiempo porque los morados no querían renunciar a su candidato ni pactar con Más País, después de la espantada de Errejón. En el partido que preside Ione Belarra alegan que ellos han cedido a la candidatura de Izquierda Unida, Inma Nieto, (la que tenía más consenso entre la mayoría de socios, por otro lado) y que respetarán la coalición a pesar de estar oficialmente fuera. Tuvo que ser Yolanda Díaz la que mediase para encontrar la solución in extremis después de días de desencuentros. Me agarro al único rayo de esperanza en esta historia: la ministra de Trabajo consigue un nuevo acuerdo y abre, por fin, su proyecto de confluencia.
Le voy a dar un dato, señora Díaz. Le queda un año y medio, como mucho, para las próximas generales. Ya hemos visto la dificultad para arrimar posturas en la izquierda. Ya conoce cómo la derecha y la extrema derecha avanzan en España y el mundo. Ya sabe que la mayoría de grandes medios y las torpezas del PSOE han ensombrecido algunos de los logros de su gestión. Ya sé que gestionar el mercado laboral en una pandemia y una guerra es bastante tarea para una sola legislatura. Ya sé que le torpedean desde dentro. Pero ya no queda tiempo. Es inaplazable que ponga en marcha su iniciativa de frente amplio si no queremos que los partidos de la izquierda acaben náufragos y los votantes, huérfanos. Ya, ya, ya. No llegue tarde.
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