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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Cuando el necio levanta el dedo

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Dice el dicho que cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo. Últimamente el asunto es más grave. Unos necios apuntan con el dedo y nosotros somos tan necios de mirar su dedo y adonde apuntan con él. Ceuta ha sido un buen ejemplo. Tenemos ante nuestros ojos la tragedia de la migración y del Sáhara, el drama de la pobreza y el hambre, la corrupción de Marruecos, la militarización de las fronteras, la hipocresía y vileza de Europa y de Mohamed VI, una dictadura violenta que recibe dinero europeo para que nos haga el trabajo sucio pero utiliza a la gente como arma y escudo, la muerte de un hombre intentando llegar a nado, el miedo de miles de adolescentes sin padres ni papeles, Ceuta convertida en la Ciudad de los Niños Perdidos, España deportando ilegalmente. 

Tenemos el problema delante de las narices pero mirábamos el dedo acusador de Abascal llamando delincuentes e invasores a los migrantes y a Casado levantando el dedo a lo Capitán A Posteriori diciendo que él ya sabía lo que iba a pasar y el dedo de una agitadora ultra vomitando bilis por el abrazo de una voluntaria a un africano y el dedo de un presentador de tele echándole la culpa al ex Coletas (cómo no) y el dedo de los patriotas pidiendo tanques y el dedo de los tertulianos hablando de avalancha, de oleada, de marea como si los que emigran no fueran personas sino elementos o desastres naturales. 

Incluso el presidente Sánchez fue a Ceuta a levantar el dedo para defender la soberanía nacional que nunca ha estado en peligro, pero no para defender los derechos humanos y la vida que sí lo están. No fue a preocuparse por los ceutíes, atajar la xenofobia y hacer frente a la ultraderecha. Tampoco levantó el dedo por la soberanía del Sáhara. Ni ha movido un dedo para afrontar el problema de la migración que arroja cadáveres a puñados en nuestras costas y los hunde en el fondo del mar. Tenemos un gobierno que se dice de izquierdas pero sigue la dirección del dedo que marcan los necios de siempre. Los de enfrente. Los que dicen que la política se resuelve con más policía, que la migración se resuelve con militarización, los que apuntan al pobre para no apuntar a los ricos que hacen negocio millonario con la seguridad de las fronteras. 

Ya sólo hablamos de Ceuta por Abascal que sigue intentando agitar el avispero. Ya sólo hablamos de Ceuta porque Casado ahora dice que tiene un máster en relaciones internacionales, especialidad en el régimen alauí. Los necios mediáticos y políticos están marcando el rumbo de la conversación con su dedo y lo estamos siguiendo. Están consiguiendo que hablemos de lo que ellos quieren, no de lo que debemos hablar. Han logrado que lo irrelevante y lo miserable nos desvíe de lo humano y de lo importante. Si continuamos por esta senda, vamos a un abismo. Si el abrazo de una voluntaria a un superviviente y el rescate de un bebé en el agua se han convertido en materia de debate es porque hemos dejado que la ultraderecha entre en el debate.

Pero sabemos mirar hacia donde procede. Lo hemos hecho cuando atacaban a Luna, la chica del abrazo, no sólo por racismo hacia el chico, también por machismo hacia ella. Lo hemos hecho cuando aplaudimos a los submarinistas que salvaron a la madre y su bebé. Lo han hecho los periodistas que han buscado a Abdou, el joven senegalés al que Luna abrazó, para contar quién es, que malvive en Marruecos, que es huérfano, que era albañil pero intenta buscar algo mejor en Europa. Menos mal que hay muy buenos periodistas señalando hacia los lugares donde los necios no quieren que miremos. Menos mal que hay buena gente en Ceuta, Canarias, en todas partes, haciendo frente a los necios que levantan el dedo. Somos más, pero se nos oye menos. No hay que gritar como ellos pero no hay que dejar que nos callen.

Cuando los necios levantan el dedo no lo hacen para señalar un problema, mucho menos una solución, tampoco para señalar la luna ni un buen camino, lo levantan para acusar y condenar, para apuntar y disparar, para agitarlo frente a tu cara, para blandirlo, para que mires para otro lado, para lanzar a unos contra otros, para metértelo en el ojo. Cuando el necio apunta con el dedo, el sabio mira para el lado contrario.

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