Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.
A Soraya Sáenz de Santamaría
Dice este periódico en titular: “Rajoy nombra a Sáenz de Santamaría ”responsable de la bandera y símbolos nacionales“”
Ya sé que no es verdad, no existe tal puesto. Le concedo, señora, que es torticero y lo que pone entre comillas no es en absoluto una cita de ninguna parte del decreto. Es de cosecha propia, pero va de incógnito con las comillas. Ahora bien, admita que así aumenta mucho el ridículo de las nuevas competencias que le han caído encima, ¿o no?
Igual de mentiroso es el segundo titular: “La vicepresidenta será quien vigile posibles incumplimientos en el uso de la enseña nacional durante el proceso soberanista”. No es así, como entenderá en seguida quien lea el decreto. Lo que dice es que “corresponden al Ministerio de la Presidencia”, entre otras muchas cosas, “el ejercicio de las competencias relacionadas con el uso de la bandera, el escudo y demás símbolos nacionales”. Es decir, le corresponde a usted, pero como ministra de la Presidencia, no como vicepresidenta ni como persona ni como ser humano ni como pulpo o animal de compañía. Eso sí, admita usted que así tiene más gancho, ¿o no?
Concedido: el titular es una licencia que sólo pretende que parezca más ridículo el asunto y que lo comentarios puedan hablar de la cabra de la Legión y otras gracietas (sin tomarse tampoco la molestia, por supuesto, de leer el decreto).
Usar comillas cuando no se trata de una cita literal es poco ético, a mi parecer (pero yo no soy periodista) y además es absurdo si pretende echar leña al fuego, como si no ardiera ya bastante por sí solo.
Al hacer estas cosas, en mi opinión, se pierde fuerza. Como decía Marx, la búsqueda de la verdad debe ser verdadera. No sirve de nada, sino al contrario, llegar a ella por el camino falso o por atajos de cara a la galería o con un brindis al sol.
Dicho y concedido todo esto, le pregunto: ¿no le parece a usted un cometido por demás ridículo? ¿No le da vergüenza?
En Estados Unidos, por ejemplo, no está prohibido quemar en público la bandera nacional. La razón por la que no está prohibido (esto es lo interesante para mí) es porque el poder judicial entiende que la bandera es un símbolo y quemarla también es otro símbolo y, por lo tanto, no es más que una forma de expresar una opinión distinta, un derecho que está protegido por la Constitución de Estados Unidos (no así por la ley española, como sabe cualquiera que haya oído hablar del “entorno de ETA” y otras barbaridades dizque antiterroristas).
Parece de sentido común que el derecho real a la libertad de expresión prevalezca sobre un supuesto derecho de un símbolo a darse por ofendido. Ya Sánchez Ferlosio se quejaba de que se le concediera a la paella el derecho a sentirse agraviada. Si la paella no puede ser ultrajada, ¿cómo lo va a ser la bandera, que ni siquiera se come?
Así lo veo yo también: no exhibir la bandera española en un ayuntamiento no es más que la expresión de una opinión (a favor de la independencia, por ejemplo). No es ninguna ofensa ni algo de lo que haya que defenderse: es una opinión. Y a una opinión, pienso yo, sólo se puede oponer otra opinión o un razonamiento: nunca la ley ni la prohibición; nunca el derecho de los símbolos frente al de las personas a opinar.
Su política es la contraria: frente al independentismo, se oponen, no con razones, sino con reglamentos, perendengues legales y obligación de poner banderas. Y pretenden impedir que se conozca la opinión de la gente. Eso indica muy bien la tropa que tenemos que aguantar.
No me sorprendería que aumentara el deseo de independencia, no sé si de España, pero al menos de ustedes, el Gobierno del PP.
Mire, sin ser catalán, a mí también me han entrado ya unas ganas locas de declararme independiente del Gobierno español, al menos mientras lo ocupen ustedes.
Unilateralmente, claro está. Con un referéndum unipersonal y tan grandioso que “no tiene cabida en la constitución”, como dicen ustedes como excusa para impedir conocer la opinión de los ciudadanos.
Defienda usted por la fuerza de la ley lo que no es capaz de defender con razones.