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“La cultura de la ciudad está invadiendo el mundo rural y trata de imponernos conceptos”

Los oleiculores exponen prácticas de biodiversidad

Pilar Virtudes

Volver a prácticas tradicionales, al binomio agricultura-ganadería, reutilizar los residuos del campo, en fin, evitar que “la cultura de la ciudad trate de imponernos conceptos, que nos invada”, son algunas de la afirmaciones que se han oído entre los oleicultores que expusieron su forma de entender el cultivo del olivar durante la jornada ‘Naturaceite. Producción agraria en el olivar biodiverso’ que celebró el pasado viernes en la finca Los Lavaderos de Rojas de Toledo organizada por la Fundación Global Nature y eldiarioclm.es, en colaboración con Molinos de Aceite de Toledo.

En realidad, las distintas experiencias, no sólo de Castilla-La Mancha sino también de otras zonas como Teruel o Castellón, no son más que una vuelta al trabajo como se hacía antes de la invasión de fitosanitarios o de la “cultura de la ciudad”, como lo denominó Luis Fernández García, artífice de Agropecuaria Ecológica Sierra de Alcáraz en Albacete. “La cultura de la ciudad está invadiendo el mundo rural y trata de imponernos conceptos. Tenemos la espada de Damocles que pende sobre tradiciones del mundo rural y tenemos que tomar conciencia para que no suceda”, señaló en una afirmación que fue muy aplaudida por el público presente.

Luis Fernández tiene una finca “adaptada a las dificultades que tenemos”, donde el ganado (caballos asturcones) hace las labores de limpieza. “ Un cultivo en ladera y llano, sin gasto de laboreo, con una cubierta autóctona con plantas rastreras, con colmenas, donde se practica la permacultura, cultivar agua, los agricultores tenemos que ser cultivadores de agua”, ha señalado.

Con todo ello la finca es rentable: “Todo eso nos hace que en la finca, con casi 50 hectáreas entre nogal, olivar, pistacho y cereal, gastemos no más de 1100 euros al año en gasoil, casi todo para llevar la aceituna a la almazara. Muy poco en el cultivo, solo triturarnos algún año algo de hierba y resto de poda, lo demás lo hacen los animales que están plenamente integrados en la explotación”, ha señalado.

“Somos ecológicos y nos lo creemos”

Este concepto de autosuficiencia, de cerrar el ciclo, ha estado presente en el resto de experiencias expuestas. Así, así por ejemplo, Pedro López Bravo, de Olivarera Los Pedroches en Córdoba, que produce el 80 por ciento en ecológico y hace compostaje de todo el alperujo que queda tras la extracción del aceite de oliva, que reutiliza en la explotación, ha destacado que lo hacen “por cerrar un clico de nutrientes, lo que quitamos al campo se lo devolvemos”.

Con este reciclado consigue también rentabilidad ya que incluso lo venden a otras explotaciones, pero sobre todo consigue “protección fauna y la flora, protección de los acuíferos, no contaminamos”, ha señalado. “Somos ecológicos y nos lo creemos”, ha afirmado.

Se rompió la relación entre agricultura y ganadería

Por su parte, Alberto Mellado, de ‘Al Alma del Olivo’ en La Guardia (Toledo) afirma que ha visto un cambio en las tendencias no sólo del mercado sino también en las firmas de fitosanitarios que han visto un nicho en el ecológico.

A su juicio, volver al abono orgánico no significa ser menos productivo. “Hace unos años se dejó de estercolar -se rompió la relación entre agricultura y ganadería-, pero ahora hemos vuelto a ser muy productivo aplicando abonos orgánicos en olivares modernos. Te dan fertilización y te mejora el suelo”.

“Estas buenas practicas nos llevan a mejorar las condiciones del medio, obtenemos beneficios biológicos. Todo empieza a funcionar y a restablecer un equilibrio y a ser productivos de forma menos agresiva, somos sostenible y somos buenos para el medio”, ha señalado.

Cree que todo esto, lejos de ser más caro puede suponer que tu aceite cotice más. “Es la tendencia del mercado, en mercados potentes las mejoras del medio están dispuestos a pagarlas y eso nos hace rentables. No solo es ser sostenibles, sino que podamos ser sostenibles. Al final obtenemos más rentabilidad”, ha señalado.

Por último, Francisco Ribelles de la Cooperativa Vives de Castellón, ha expuesto su proyecto. Una cooperativa que hace aceite de una variedad autóctona, la serrana y con especial cuidado a la biodiversidad. “Estamos dentro de la Red Natura, y nuestro cultivo es un minifundio integrado con espacios de montaña y favorece la biodiversidad”, ha señalado.

Todo ello hace que su aceite esté bien posicionado en el mercado ligando biodiversidad a la calidad. “El éxito del posicionamiento de ‘Lagrima’ en el mercado se debe a que es un producto de alta calidad, y ello le añades que está diferenciados porque es de una variedad que no se encuentra en otros sitios de España, se coge la oliva en verde, se mantienen aromas primarios, y también trabajamos la imagen porque también vende la vista”.

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