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La bicoca de la aventura laboral por Europa

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Eva Jiménez

Gema era interina en Castilla-La Mancha. La llegada de Cospedal a la región supuso que primero la echaran de su CRA (Colegio Rural Agrupado) y luego, junto con otros miles de interinos, de la posibilidad de acceder a cualquier colegio a impartir las clases de inglés que sus tres años de magisterio, su experiencia en un colegio privado y su nota en la oposición le habilitaban a dar.

Miles de interinos despedidos en la región se tienen que ir buscando la vida como pueden entre breves períodos de clases; otros trabajos que nada tienen que ver con el ámbito educativo o su formación pedagógica; o la vuelta a la casa familiar en espera de nuevas oposiciones que no llegan o que cada vez ofrecen menos plazas. Algunos prueban suerte en el extranjero con los exigentes programas de docentes en el exterior (http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2013-12501), y otros, simplemente intentan, en otros países europeos, conseguir una puesto de trabajo que aquí es cada vez más difícil de obtener. Y éste es el caso de Gema.Después de meses sin trabajo y de probar suerte en los programas de docentes en el extranjero, tomó la determinación de plantarse en Londres. No fue fácil: papeleos para no tener problemas con una hipoteca recién adquirida; abandono de los lazos sociales y familiares hacia una solitaria vida en una gran ciudad europea; búsqueda de un alojamiento asequible y un trabajo para ir tirando mientras pone en regla y homologa su titulación en el Reino Unido… “Pensé que sería más fácil ─ nos cuenta─, pero después de dar vueltas por la embajada y varias instituciones, después de 4 meses aún no tengo todos los papeles en regla para intentar buscar trabajo en las escuelas”.

Su trabajo, en el sector de la hostelería ─el más “accesible” para los aventureros españoles─, se lleva mucho de su tiempo por un salario sólo razonable que emplea en el alquiler y la vida, y le permite pocos ahorros. La soledad se acusa tras meses de no ver avances. “Pienso en volverme todos los días. Unas veces lo llevo mejor y otras peor”.

Ahora afronta una nueva complicación. De pronto tras varios meses de estancia en Londres, su tarjeta sanitaria española no le da cobertura: “Me he ido informando y al parecer tengo que decir que vivo en el extranjero y sacarme la tarjeta sanitaria inglesa, pero los ingleses no se hacen cargo de nuestra seguridad social hasta que no llevas un año aquí. Así que no sé como lo harán”.

¿Y la tarjeta sanitaria Europea?

La Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) acredita el derecho a recibir las prestaciones sanitarias que resulten necesarias, desde un punto de vista médico, durante una estancia temporal por motivos de trabajo, estudios o turismo, en el territorio de la Unión Europea, del Espacio Económico Europeo y en Suiza. Como tiene en cuenta la naturaleza de las prestaciones y la duración de la estancia, de acuerdo con la legislación del país de destino, un servicio gratuito en España podría costar dinero fuera.

En todo caso, tanto titulares como beneficiarios deben cumplir los requisitos exigidos por la legislación española y por los Reglamentos Comunitarios de Seguridad Social de la Unión Europea. Por lo que no están cubiertas personas que se quedaron sin prestaciones o subsidio de desempleo u otras de similar naturaleza, o que están en el paro y que ya no residen en España.

Caso diferente es el de Israel, de Toledo y montador de ventanas, que lleva parado varios años con incursiones intermitentes en trabajos mal remunerados y/o irregulares. Está a punto de marcharse a Inglaterra. Un amigo suyo tiene preparado un trabajo para él los fines de semana. “Mientras pueda dormir en su casa bien, pero si no consigo encontrar trabajo durante la semana me tendría que volver, no puedo vivir en su casa siempre”. Su mujer e hija permanecerían en España porque no habría ni sitio ni dinero para los tres . “A mí lo que más me preocupa de esto es que mi hija está conmigo en la tarjeta y si me la quitan a mí, ella se podría quedar sin asistencia sanitaria”.

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