Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
La fibra óptica es mucho más que internet: el proyecto que ha hecho que también sirva para detectar tsunamis
La fibra óptica es ya parte de la vida de muchas personas alrededor del mundo. Como lo fue en su momento la antena de televisión, el acceso a internet ahora es parte de la vida cotidiana de millones de personas. Pero la tecnología no sólo tiene un uso, y así también lo demuestra el investigador de la Universidad de Alcalá, Miguel González Herráez en su proyecto 'Ocean DAS'. El profesional ha trabajado en un laboratorio “único en el mundo” para aprovechar la red de fibra óptica en sensores que puedan identificar los movimientos sísmicos en el océano.
González fue uno de los becados en el programa 'Proof of Concept' del Consejo Europeo de Investigación y explica que ha contado con una financiación “suplementaria” para un proyecto que le concedió la Unión Europea hace ya cinco años, destinados a grupos de excelencia y con un “potencial especial” en su área de trabajo. “Esto nos ha permitido crear un laboratorio único en el mundo para desarrollar sensores distribuidos sobre fibra óptica. Esto lo tranformas en una guirnalda de sensores”, explica González.
El proyecto, advierte, no puede detener los movimientos telúricos pero sí ayudar a países con mucha actividad sísmica a poder anticiparse a los mismos y prevenir los posibles daños. “Cada metro de fibra puede monitorizar la actividad sísmica y leerlo en los 50 kilómetros de fibra. Tenemos unos 50.000 sensores distribuidos”, explica el investigador. De este modo, transforman el cable que tiene como principal objetivo transmitir conversaciones telefónica, internet o vídeo, en un elemento sensor. “Simplemente colocamos un terminal en la fibra óptica como si fueran los mismos, pero otro tipo, para analizar la deformación de la fibra en cada punto”, explica.
La resolución, asegura, es “extremadamente elevada”, llegando a ser de una billonésina por cada metro. “Los sensores son muy sensibles y dan medida a muchos puntos a lo largo del cable, muchas medidas independientes que es como si tuvieras 50.000 sismómetros a lo largo de un solo cable”, recalca.
A nivel global
El proyecto ya ha llamado la atención de instituciones tan prestigiosas como Cal-Tech, que han pedido al equipo del investigador español la adaptación de los terminales de medida que han hecho. “Hemos llegado a un nivel de tecnología del conocimiento que nos permite realmente ser comparables en calidad de señal a un sismómetro convencional. Una estación sísmica normal puede darnos una calidad de señal comparable a lo que obtenemos con la fibra óptica”, asegura.
La “gran ventaja” de trabajar en entornos submarinos recae en que no hace falta un gran despliegue de medios, porque la fibra óptica ya está ahí. “Con un material en tierra podemos sondear el cable”, explica. Además, no hay mucha instrumentación sísmica en el mar, principalmente por los costes que supondría mantener baterías o mandar un barco para instalar sensores. “Creemos que esta instrumentación nos permitirá ahorrar en instalación”, recalca.
Esta parte del proyecto es “relevante” porque existe mucha instrumentación sísmica en tierra, pero no debajo del agua. “Los océanos cubren el 70% de la Tierra, por lo que si queremos medir la actividad sísmica, debemos tener sensores sísmicos submarinos”, señala. Además, “a nivel preventivo puede ser muy útil para las personas”, recalca el investigador. “El proyecto es muy satisfactorio, al ver que lo que uno está desarrollando tiene utilidad. Hace años que vengo notando que hay gente que realmente solicita nuestra tecnología, porque puede resolver una necesidad. Es una satisfacción grande”.
Miguel González fue el becado número 1.000 en la última convocatoria del programa 'Proof of Concept' del Consejo Europeo de Investigación, un programa que ofrece subvenciones por un valor de 150.000 euros cada una. Tienen como objetivo ayudar a los investigadores a explorar el potencial comercial o social de su trabajo y pueden emplearse de varias maneras: explorar oportunidades de negocio, preparar solicitudes de patente o verificar la viabilidad práctica de sus investigaciones.
El investigador ha destacado que “conseguir una beca ERC es una de las mejores experiencias que puede disfrutar un científico europeo. No sólo te da una financiación buena, sino además un sello de excelencia a tu investigación”. El Consejo Europeo de Investigación (ERC), creado por la Unión Europea en 2007, es la principal organización europea de financiación para una investigación excelente. Cada año, selecciona y financia a los mejores y más creativos investigadores de cualquier nacionalidad y edad, para ejecutar proyectos en Europa.
La Universidad de Alcalá recalca que la trayectoria de González ha sido “inmejorable” en los últimos años. Obtuvo el Premio Joven Investigador de la UAH con 31 años, consiguió la primera 'Starting Grant' de la Universidad de Alcalá, recibió el Premio Madrid+d a la Mejor Patente y cuenta con otros galardones como el Premio ‘Agustín de Betancourt’ –otorgado por la Real Academia de Ingeniería- y el Premio de Investigación ‘Miguel Catalán’, que concede la Comunidad de Madrid a investigadores menores de 40 años.
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