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Sobre este blog

Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

Nos haría mejores

Un gran archivo protegerá del olvido las voces de los madrileños en la COVID

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Los aplausos en los balcones se convirtieron en la válvula de escape de muertos contados a cientos y contagiados a miles. Esperábamos que se marcaran las 20.00 horas, como cuando éramos niños el timbre del colegio, para la bocanada en el balcón. Aire que dejamos de inspirar al relajarse las restricciones. Ya teníamos mejores cosas que hacer. Para muchos, la excusa era el aplauso, el motivo: la conversación con la vecina mientras regaba las flores, y ya no nos importaba tanto que los chorritos se desplazaran por nuestra fachada, eran pequeñeces. Algunas tardes incluso si se retrasaba a la cita, imaginábamos su posible contagio, su tenebroso ingreso hospitalario o incluso la posibilidad de que estuviera muerta en su salón. Ofrecíamos nuestro tiempo y salud a quien no los tenía.

Comenzamos a ver (a través de pantallas) a conocidos con los que apenas habíamos intercambiado un par de mensajes en el último año. Nos convertimos en cocineros, gimnastas de salón o expertos en algo. El tiempo y las redes sociales nos contagiaron de la posibilidad de aprender la lección. Nos envolvía el discurso de convertirnos en otros, en mejores. Las generalidades no funcionan, y cuanto menos para un adverbio como este.

Menos denuncias, más casos

Desde el comienzo de la pandemia los casos de violencia de género, según el INE, disminuyeron en un 8,4%, motivados por el confinamiento y la imposibilidad, en algunos casos, de hacer efectiva la denuncia. Sin embargo, otros datos sacaron a la luz que la epidemia del maltrato ahora estaba entre cuatro paredes. La prueba de ello es que, durante los meses de encierro, las llamadas al 016, el teléfono de atención a las víctimas, aumentaron un 41,4%, con respecto al mismo periodo del año anterior, y las consultas telemáticas por correo electrónico subieron un 450,5%, según datos del Ministerio de Igualdad. Tras el confinamiento, contabilizamos en la primera mitad de 2021 un total de 27 víctimas, casi el 2% más que el año anterior. Sin olvidar que siguen aumentando los casos de violencia vicaria.

Hasta la muerte, el discurso del odio

Numerosas son las denuncias que estas últimas semanas la comunidad LGBTQ+ manifiesta tras el asesinato de Samuel L.M. Sin embargo, solo el 7% de las agresiones al colectivo son denunciadas. Desde la brutal paliza que le dejó sin vida, se suceden denuncias por agresiones con motivo de la identidad sexual. Los datos señalan que se ha vivido en los últimos años un repunte en los delitos de odio y homofobia. Los hechos relacionados con la discriminación por orientación sexual o identidad de género aumentaron casi un 10% en el último año. Y lo que es peor, se ha normalizado, también en el debate público, un discurso que roza el del odio.

Teletrabajo, teleformación, telerrelaciones, teledeporte, telehobbies, telesociedad…

El porcentaje de consumo de Internet en nuestro país aumentó más de un 75% desde el comienzo de la pandemia; costumbre (convertido en hábito que diría Hume) que se ha quedado a vivir entre nosotras y nosotros. Nos ha facilitado la existencia, claro, destapando la injusticia de la brecha digital.

Nuevas relaciones laborales apenas legisladas recientemente y de soslayo. Cuestionamiento constante de la calidad educativa de nuestro sistema al aplicarse de forma masiva (y a veces sin conocimientos previos) las nuevas tecnologías. El 40% de las parejas actuales se han conocido en redes sociales, los bares estuvieron cerrados mucho tiempo. Aumentan diariamente el número de youtubers e influencers que nos animan a pegar brincos en el salón, también los gimnasios y parques cerraron sus puertas. Canales en los que formamos parte de una comunidad, donde lo mismo cocinas al mismo tiempo un pastel de arándonos con alguien que están a más de diez mil kilómetros, que tejes bufandas escuchando las agujas del macramé tintinear en la otra parte del atlántico. Redes Sociales, nuevas Redes Sociales. 

El Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (OBERAXE) ha señalado recientemente un aumento de un 44,6% en comunicaciones de discurso de odio a las plataformas. Casi hemos duplicado los casos de acoso en este nuevo sistema de comunicación en lo que va de año.

Y otras formas de violencia: la pornografía ha aumentado su consumo más de un 60%, la pedofilia se ha multiplicado de forma exponencial durante la pandemia por la COVID-19, el grooming (acoso y abuso sexual online), el uso de apps de ciberacoso y espionaje aumenta un 145% desde que comenzó el confinamiento en España, o el Cyberbullying entre otras.

¿Fuimos mejores? No lo sé. Pero si sé que no lo somos. 

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