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Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

Las mujeres permiten, las mujeres deben...

Licenciada en Sociología y Experta en Desarrollo Local
EFE/Villar López/Archivo

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Tenía pensado escribir otro artículo, y no sobre igualdad y violencia de género porque en estas semanas los medios y las redes se inundan sobre la mal llamada “temática de género”. No es un tema ni un monotema, es la realidad de género, es el día a día que cruza todos los ámbitos de la vida más cotidiana. 

He utilizado el término “inundan” porque es literalmente así. Sin ningún tipo de control y veracidad se cuelan artículos y noticias -en nuestras televisiones, radios o redes sociales- que con un título en pro de la igualdad y lucha contra la violencia, en realidad no hacen ningún favor a esta lucha. Como las inundaciones, donde es difícil de controlar las consecuencias pero sí pueden preverse. 

Así nos encontramos con la noticia, en la presentación de los actos por el 25 de noviembre -Día Internacional contra la Violencia de Género-, de que la concejala de Vox del Ayuntamiento de Talavera de la Reina se refiere públicamente de este modo a las mujeres víctimas: “Han permitido la humillación, y después de la humillación llega la agresión. Pues esas mujeres que se faltan el respeto y permiten que se lo falten, la primera consigna que tienen que hacer es de no permitirlo en absoluto (…). Porque una mujer con independencia económica y fuerza psicológica permite una vez que la peguen y una vez que la insulten”.

Si queremos reducir las variables para facilitar la comprensión e intervención es fácil, el respeto, el respeto a todas las personas por el simple hecho de ser persona.

Después de escuchar estas declaraciones sientes que todavía queda tanto por hacer... Que las mujeres permiten, que las mujeres deben… El primer paso de reconocer y poner nombre a esta realidad de desigualdad y violencia aparentemente está hecho, pero ahí nos hemos quedado, en “etiquetas”, sin mirar el todo, sin mirar más allá. La otra parte de la sociedad (desde una perspectiva binaria de género), los hombres, ¿no tienen nada que hacer? ¿los hombres no son responsables?

Pues ahí seguimos, en no reconocer este “hecho social” en el que influyen múltiples variables, no solo la independencia económica y fortaleza psicológica de la mujer. Si queremos reducir las variables para facilitar la comprensión e intervención es fácil: el respeto, el respeto a todas las personas por el simple hecho de ser personas.

Yo entro en la categoría de “mujer económicamente independiente” y “con fortaleza psicológica”, y como cualquier otra mujer a diario me enfrento a situaciones de micromachismo que esconden violencia de género. No hay heridas, no hay gritos, pero te lleva a sentimientos de inseguridad, frustración, miedo… La situación que relato a continuación me sucedió a mí, pero muchas y muchos habréis vivido y visto situaciones similares. 

No tengo pareja y no es necesario tenerla para que se me respete

Comenzaban las fiestas populares de un pueblo con la Semana Cultural y me acerqué con mis hijos a ver un espectáculo infantil de personajes de dibujos, canciones infantiles y show de payasos. Sin pedir permiso me agarró el payaso y me subió al escenario. La situación comenzó ya a ser incómoda haciéndome partícipe de ese modo, pero seguro que mis hijos se iban a reír mucho al verme en el escenario. Ahí estaba, con un payaso montándome en una moto imaginaria… y cada vez que avanzaba más esa moto más incómoda me hacía sentir. Os lo podéis imaginar, agarrándome de la cintura y acercando su cuerpo al mío junto a las bromas y risas machistas de “toda la vida”.

Le expresé mi incomodidad durante los diferentes trayectos de viaje en moto imaginaria: “no me gusta lo que estás haciendo”, “te estás pasando, no hace gracia”, “me resulta machista lo que estás haciendo”. Subió también a un papá para hacer las bromas estereotipadas y en ningún momento acercó el payaso su cuerpo al del papá. La hora de la despedida y final de esa actuación dirigida al público infantil fue diferente para el hombre y la mujer. Al hombre se le despidió con el gesto de una patada y de mí se despidió dándome un “pico”. Sí, como el famoso pico mundialista y sin pregunta de “¿un pico?”.

Yo, mujer económicamente independiente, para hacerme respetar pedí explicaciones, ¿por qué al hombre se le respetó y a mí no? Primera respuesta del responsable de la compañía: “Ya le he dicho al payaso que si hubiera estado tu marido le habría partido la cara”. No tengo pareja y no es necesario tenerla para que se me respete. Respuesta del payaso: “Perdona si te molestó, pero esto lo estoy haciendo en otros espectáculos como siempre se ha hecho y nunca ha pasado nada”.

Pues ya es hora de que empiece a cambiar, porque escuchar eso de que se hace “como toda la vida” debe alarmarnos y, como mínimo, a cuestionarlo. La realidad fue que ante este hecho de falta de respeto en el espectáculo, y por “reclamar mi respeto”, tuve que soportar dos situaciones más de falta de respeto ¿Y por qué? Porque soy mujer.

Confío en la cantera que debe seguir jugando y ganar este partido. Mi hijo de 7 años dijo nada más bajar del escenario dijo: “Mamá, hay que llamar a la policía porque te ha dado un beso y tú no querías”. Simplemente es eso lo que hay que ver y por lo que hay que trabajar, por el respeto, por ser persona sin ningún otro tipo de etiqueta ni justificación. Detrás de ese respeto es imprescindible una relación entre iguales, y aquí es donde entra en juego el “sí, pero…”. Y ya no resulta tan hermoso ese respeto. 

Sobre este blog

Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

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