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Sobre este blog

La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.

Espacios protegidos de Castilla-La Mancha: un patrimonio natural

Parque Nacional de Cabañeros

Eugenio Fernández

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Hace poco conversaba con unos amigos acerca de la diferente consideración social que tiene el patrimonio natural si lo comparamos con el patrimonio histórico-artístico. Mis interlocutores me hacían ver que muchas especies animales y los más notables espacios ecológicos ibéricos se encuentran protegidos bajo sus propias figuras jurídicas y que, por tanto, no veían diferencia entre la protección de la que goza el patrimonio cultural y la del patrimonio natural.

Sin embargo, yo me refería más bien a la opinión social, el aprecio social. La percepción popular es que el patrimonio histórico es valioso mientras que el natural… según y cómo. Y eso que el aprecio social por el patrimonio histórico es, en España, relativamente reciente. La principal diferencia que hay entre ambos es el relativo desconocimiento que el público general tiene sobre el patrimonio natural.

En Castilla-La Mancha, por ejemplo, existen diversas figuras de protección legal: Parques Nacionales, Parques Naturales, Reservas Naturales, Microrreservas, Reservas Fluviales, Monumentos Naturales y Paisajes Protegidos. Se nos aparecen, así, espacios tan conocidos como el Parque Nacional de Cabañeros, las Hoces del Cabriel o la Sierra Norte de Guadalajara, junto a otros más desconocidos como la Laguna de la Sal, la Garganta de las Lanchas o el Río Pelagallinas.

Este patrimonio natural, en primer lugar, pertenece a nuestro planeta (conviene no olvidarlo) y, en segundo lugar, forma parte de un entorno natural que, correctamente gestionado, divulgado y bien entendido, aporta valores naturales a una sociedad humana cada vez más estresada y alejada de la naturaleza. Pero no es menos cierto que el patrimonio natural goza de una consideración social mucho menor, como si fuera algo de segunda categoría.

Un patrimonio lleno de “atentados”

Así, nuestra fauna, nuestra flora y nuestros paisajes soportan atentados como la caza y tala ilegales, incluso de especies protegidas, contaminación por vertidos de todo tipo, agresiones como vertederos y basureros ilegales, ocupación abusiva de territorios para actividades humanas, o la proliferación (desgraciadamente grande en Castilla-La Mancha) de pozos ilegales, que esquilman acuíferos que alimentan joyas naturales como las Tablas de Daimiel. Estos atentados no suceden en el patrimonio histórico. Hoy día (afortunadamente), a nadie se le ocurriría derribar a golpe de piqueta la Catedral de Sigüenza o llenar de basura el Museo de Santa Cruz.

Por tanto, toda iniciativa divulgativa y de educación ambiental es poca para cumplir con esa labor educativa para que los ciudadanos conozcan ese patrimonio ambiental que está ahí, a la vuelta de la esquina. Y conocerlo es disfrutarlo y amarlo, sobre todo pensando en los niños, que serán los adultos de mañana. Porque este proceso de evolución y educación de los ciudadanos también se vivió con el patrimonio histórico: hasta hace sólo sesenta años, la apreciación social de este patrimonio no se podía dar por supuesta en España. Así, el abandono de multitud de iglesias del románico rural propició olas de saqueos como la del tristemente célebre “Erik el Belga” en los años 80, o monumentos largamente abandonados como la Seo de Zaragoza, finalmente restaurada y abierta al público a comienzos del Siglo XXI.

Es este un proceso que llevará tiempo. Del mismo modo que se llevó a cabo una gran labor de educación cultural del público a través de las instituciones culturales, desde los años 70 del siglo XX, y que ha desembocado en un gran interés por nuestros monumentos, museos y recuerdos históricos, que han supuesto un importante motivo de ingresos turísticos en muchísimas comarcas y ciudades, la labor educativa para un Patrimonio Natural está sólo empezando.

La duda es: ¿subsistirá este patrimonio cuando el pueblo finalmente llegue a apreciarlo?

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