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Noemí Sierra, restauradora toledana, reivindica la labor de estos profesionales para evitar que el arte degenere en “esperpento”

Noemí Sierra, restauradora-conservadora toledana

Culturas de Castilla-La Mancha

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La restauradora toledana Noemí Sierra, creadora de la empresa Fondo Blanco, Conservación, Arte & Restauración reivindica la profesión del conservador-restaurador coincidiendo con el Día Mundial de esta profesión que se celebra cada 27 de enero y a la que califica de “poco conocida, pero muy necesaria, que quizás nos evoca, no tanto a las verdaderas restauraciones, sino a las intervenciones fraudulentas, como la tan famosa actuación sobre la pintura mural del Ecce homo de Borja”.

La especialista pone como ejemplo la restauración de la imagen de la Virgen de La Paz, del municipio toledano de Illán de Vacas. “Merecía ser rescatada de la indiferencia de su pasado más próximo y del daño del intrusismo profesional, para ser devuelta a su ayer, a su apariencia más recóndita, escondida entre los numerosos estratos de pintura que como sedimentos del paso del tiempo la hubieran escondido esperando a ser legítimamente restaurada por manos profesionales”.

En su opinión, “se trata de un claro ejemplo de cómo una magnífica obra de finales del siglo XVI, puede llegar a convertirse en un esperpento” nos cuenta Noemí Sierra. “Un tesoro escondido bajo una apariencia que no se merece. Un auténtico atentado contra nuestro patrimonio”.

Y es que, asegura, “un daño tan enorme puede llevar a convertir una obra de arte en algo sin valor, condenado al olvido y la indiferencia”.

El trabajo de restauración de esta talla, explica Noemí Sierra, “sin duda ha sido un reto”, y añade que “la necesidad de su intervención, así como un acercamiento a su historia material y datación de la obra, era del todo necesario para poder valorar, apreciar y volver a tomar devoción por este conjunto escultórico, que fue tan importante para el patrimonio, el arte y la cultura de esta comarca, y que tan maltratado ha sido en los últimos años por los intrusos de la profesión”.

“Antes de llevar a cabo la restauración, al contemplarla veíamos una imagen de la Virgen llamativa, no por su belleza sino, lamentablemente, por su incomprensible decoración exterior, que la asemejaba más a un muñeco de feria que a una imagen devocional”, cuenta Noemí Sierra.

Finalmente reivindica que la “auténtica conservación del patrimonio brota de las manos de los profesionales de la conservación y la restauración” que tratan de valorizar los bienes culturales deteriorados por el paso del tiempo o por las agresiones físicas y biológicas, unas naturales, como las adversas condiciones meteorológicas o la proliferación de insectos, bacterias y hongos, y otras artificiales, como las sometidas a la acción humana en guerras, vandalismo o en falsas intervenciones.

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