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Batalla en el campo

Tractores en las calles de Cuenca el 6 de febrero de 2024 durante las protestas agrarias

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El campo asalta las autovías, cortan carreteras y accesos a las ciudades, se hacen sus hogueras y pasan ahí horas e incluso días para proteger lo que dicen ser de todos, pero ¿cómo hemos llegado a esto? ¿En qué situación están los ganaderos y agricultores de España y Europa?

Los agricultores sufren las políticas de libre mercado de la Unión Europea cuando la industria trae producto extranjero con menos requisitos que el producto interior, lo que provoca una competencia contra la que no pueden competir, un enfrentamiento entre ellos, sufren la sequía, sufren la burocracia que va en aumento y sufren la subida de los costes de producción.

Por otro lado, los ganaderos sufren pandemias como la EHE, los altos costes de producción a causa de la subida de la energía, las recientes inundaciones por el inexistente mantenimiento del medio, el cumplimiento de la Ley de cadena alimentaria que ya combatieron, entre otros. Todo ello, provocado por la inactividad de la Administración y los distintos gobiernos, que reman al son del libre mercado y el neoliberalismo de la Unión Europea.

Con esta situación se ha llegado a la movilización que estamos viviendo, que no toda la sociedad, ni el propio sector del campo apoya. En primer lugar, cuando hablamos del campo y agricultores, hay que diferenciar entre grandes propietarios y terratenientes, ganaderos y trabajadores del campo, en ese orden en la escala social. Los ganaderos, esos pequeños propietarios y de granjas familiares, han sido de los primeros en sufrir la subida de los cereales y productos para alimentar al ganado, por lo que los agricultores no han tenido solidaridad con estos a la hora de venderles su producto y por lo que no se echaron a la calle contra la industria, la que dicen que es responsable de la subida de los precios.

Recientemente, están pasando por una pandemia que ataca a sus animales, como es la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica, que está provocando enfermedades e incluso la muerte de cabezas de ganado.

La constante presión de la industria con el precio al que le venden la leche, al que ya se enfrentaron recientemente y por cierto, ganaron esa batalla. También, con los numerosos controles sanitarios de los que la nula transparencia de la administración permite conocer que se inyecta a los animales y los falsos positivos, que paralizan la actividad de una granja y provocan duras pérdidas.

No solo eso, sino que, en ocasiones, los agricultores ocultan y tiran producto primario para decir que no hay producto y subir los precios y aprovecharse de pozos ilegales. Esto provoca una situación en la cual los explotadores internos se vuelven en el eslabón débil de la cadena con el competidor extranjero, que ha llegado a ocupar un mercado supuestamente exigente con la calidad del producto, pero luego no cumple exteriormente, con tal de sacar beneficio.

Esto no implica que los ganaderos, pequeños propietarios, luchen tanto ideológicamente como organizativamente con los agricultores, ya que ni existe conciencia de su posición en la escala de producción y todo se resume en cuestión de egos, ni ha existido cultura de lucha en el sector, ya que la conversión histórica a empresa privada les hace actuar como tal, aunque no tengan alcance de competir de tú a tú, sublevados a la industria.

Otra victoria más de la máquina neoliberal de la Unión Europea y la supervivencia del mejor competidor y el producto más barato. ¿Y cómo son capaces de tener esos precios los productores exteriores? Pues como todo el campo, tiene que ser duramente trabajado y de ahí llegan los beneficios, de tener a trabajadores en dudosas condiciones legales, como aquí se ve en numerosas ocasiones, y una dudosa calidad del producto.

Este panorama conlleva a una pérdida adquisitiva muy importante de los ganaderos y de su calidad de vida, culpa en parte de las presiones multidireccionales a las que son sometidos sin garantizar nada a cambio, incluida la Administración, que intenta salvar todo anunciando ayudas económicas, que ni están bien repartidas ni se enfrentan al problema, como adelantar ayudas de la PAC o bajar impuestos que, no funcionó a abaratar el precio final.

Todo ello lleva a una pérdida de los agricultores de su posición en el mercado frente otros distribuidores que no quieren perder, a una pérdida de la calidad del producto interior y en última instancia a una pérdida de la soberanía alimentaria dadas las directrices del libre mercado.

Si bien esta situación no es literalmente extrapolable a otras regiones de Europa, sí el daño que está haciendo la política medioambiental europea al conjunto de países y productores nacionales, con un descontrol de las fuentes de energía, del uso del agua en beneficios empresariales y el descontrol de la maleza. Ejemplos de esto es como se ha permitido tanto desde el Gobierno central como por la Unión Europea que empresas como Iberdrola vaciaran los pantanos.

¿Cómo es posible que no te permitan limpiar un arroyo por proteger la vegetación y fauna y, sin embargo, dejen a una empresa privada vaciar todo un embalse? Cosas como esta, no tienen sentido salvo para aquellos a los que benefician.

Y por ello, en Europa se han levantado contra las políticas verdes de la Unión, que ni protegen el medio de verdad, ni protegen a la gente que lo trabaja. Un engaño a la población en nombre del ecologismo que da alas a la ultraderecha para eliminar toda construcción política que mencione el medio ambiente sin olvidarse de pasar la apisonadora por encima de los pequeños productores y los trabajadores del campo, aprovechando la situación de crisis. 

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