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Un cuarto de siglo de andadura es tiempo más que suficiente para poder analizar y evaluar con reflexión y ecuanimidad la creación, puesta en marcha y periplo académico de nuestra emblemática Facultad del Deporte ubicada en Toledo.
Este autor ha de referirse forzosamente, dada mi ubicación, perfil y dedicación como servidor público, enseñante de la materia, legislador y gestor del fenómeno deportivo, a los orígenes y vicisitudes por las que transitaron estos estudios. Como verán, empresa nada sencilla, serían prácticamente treinta años los que se contabilizaron de 1961 a 1990 hasta alcanzar la homologación de los estudios de Educación Física y Deporte con los ya existentes en otros países del entorno occidental.
Para hablar de referentes en Ciencias del Deporte y de la Actividad Física en España, a mi juicio, he de citar a Francisco Amorós, Escuela de Educación Física de la Facultad de Medicina de San Carlos (Madrid), Escuela Central de Educación Física del Ejército de Tierra-Academia de Infantería (Toledo), José María Cagigal (INEF de Madrid), Fernando Sánchez Bañuelos y José Luis Hernández Vázquez. Otros lo podrán ser; estas instituciones y profesionales reflejados, sin duda, lo son como referentes y pioneros.
Allá por 1976/1977, el Deporte y la Educación Física se incardinaban básicamente en la secretaria general del Movimiento, Dirección General de la Juventud y Delegación Nacional de Deportes, bajo diferentes denominaciones y Centros de Formación como la Escuela Superior Academia Nacional José Antonio y la Escuela Ruiz de Alda, situación que se modificaría con pasos y decisiones sucesivas de la democracia española y sus legítimos Gobiernos de UCD y PSOE de aquéllos años, respectivamente.
Así, la Ley 77 de 1961 de Educación Física autorizaba la creación de los Institutos Nacionales de Educación Física y la Ley 13/1980 General de la Cultura Física y del Deporte configuraba el primer y segundo ciclo de los estudios de Educación Física. No se hacía referencia aún a las competencias educativas y deportivas de las comunidades autónomas.
En 1982 entraría en vigor el Estatuto de Autonomía de Castilla La Mancha, pieza constitucional trascendental que nos permitió crear la Universidad de Castilla La Mancha y posteriormente ver nacer a una de sus criaturas académicas, la Facultad del Deporte.
Nuestro país presentó candidatura exitosa para organizar y celebrar los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, circunstancia capital en lo deportivo que exigía y merecía programar acciones como legado de los Juegos Olímpicos en España, entre otras, destaca el Plan de Extensión de la Educación Física 1985 a 1992 y siguientes hasta ejecutar el Plan, un conjunto de nuevas instalaciones deportivas en centros educativos en el territorio nacional, inversión en torno a 40.000 millones de las antiguas pesetas financiadas por Ministerio de Educación, Consejo Superior de Deportes y Comunidades Autónomas.
Si la inversión y sus bondades eran evidentes, el plan se completaba con la creación, dotación y convocatoria de plazas específicas de Maestros con la Especialidad en Educación Física. La entonces EGB ya contaría oficialmente con horarios específicos y profesorado especializado.
En absoluta concordancia con la Constitución Española, artículos 43.3 y 44.2 respectivamente, sería la Ley del Deporte de 1990 la que elevaría el esperado y justo rango académico de estos estudios superiores, según contemplaba su Disposición Transitoria Cuarta que reconocía el 3er. ciclo para las Ciencias del Deporte, así como la absoluta equivalencia de los Licenciados en Educación Física con el de Licenciado universitario en otras materias.
La Disposición Transitoria referenciada, autorizaba al Gobierno para adecuar las Enseñanzas de Educación Física que hasta entonces se impartían en los Institutos Nacionales de Educación Física, a lo establecido en la Ley 11/1983, de 25 de Agosto de Reforma Universitaria. Tuve el honor de ser ponente de esta Ley del 90 del Deporte, en sus distintos trámites parlamentarios en el Congreso de los Diputados.
Era 1998 y había nacido la Facultad de Ciencias del Deporte y de la Actividad Física de Castilla La Mancha, una Facultad con vocación de ser primus inter pares. 1983/85 serían las históricas fechas de creación y puesta en marcha de la Universidad de Castilla La Mancha. Desde entonces, son 1.800 los egresados de la Facultad con buena y adecuada formación en sus mochilas de cara al mercado de trabajo, sectores públicos y/o privados que les esperan .
Un reto y un honor para mí formar parte del equipo fundacional como alto cargo del deporte autonómico, viceconsejero y director general del Deporte. En el grupo coral de trabajo asumí el papel de “adjunto vocacional” dentro de mi ineludible responsabilidad institucional.
El ciclo inaugurado por el decano Sánchez Bañuelos contaba con proyecto innovador y sólido equipo de trabajo: Fernando Navarro, Luis Miguel Ruíz Pérez, Xavier Aguado, Ricardo Mora, Luis Javier Portillo... Se incorporarían posteriormente en otros cursos académicos, Susana Mendizábal y Enrique Hernando como decanos de aquél entonces y de al día de la fecha respectivamente.
Dejo testimonio del buen hacer de catedráticos como Onofre Contreras, Ignacio Ara o Leonor Gallardo, del resto de decanos, vicedecanos, profesores titulares y profesores asociados como Paco Sánchez, Mauro Sánchez, Nuria Mendoza, Virginia García, Sara Vila o Alberto Dorado, etc.
Mi rol institucional sería razonar ante los receptivos Luis Arroyo (rector) y Ernesto Martínez Ataz (vicerrector), sobre la idoneidad y potencial de los profesores liderados por Sánchez Bañuelos como investigadores y transmisores de conocimientos tan innovadores como avanzados científica y pedagógicamente hablando.
Resultaría imprescindible el apoyo presupuestario e inversor de la Junta de Comunidades para instalaciones y servicios imprescindibles y dignos de la joven y esperanzadora facultad. En el campus de Toledo un pabellón de enseñanza, vaso acuático cubierto monitorizado, cuatro laboratorios para la investigación y el alto rendimiento. En el campus de Ciudad Real un pabellón polideportivo.
La creación del Trofeo Rector por el Servicio de Deportes de la Universidad tendría apoyo similar junto a otras medidas y reconocimientos por la Administración regional.
Una facultad de referencia, 25 años de probada eficacia y utilidad para la región y resto del país, para el alumnado que cursó, cursa y cursará sus estudios en la facultad de la Ciudad Imperial.
“Lo que bien empieza bien acaba ” (Vicente Van Gogh).
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