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¿Cómo puede ser que utilicemos, de forma indiscriminada, la expresión “si es que son como niños”, cuando nos estamos refiriendo a personas que hace setenta u ochenta años dejaron de serlo?
Esta expresión está muy arraigada en el lenguaje común y las palabras tienen un hondo calado en el pensar de la sociedad, no están vacías de significado y sentimiento. Como dice Joaquín Santos en su libro El Cuarto Pilar “Sin darnos cuenta, los discursos, el lenguaje, contribuyen decididamente a conformar la realidad en la que vivimos, aunque sea de forma inadvertida”
Tendemos a homogeneizar colectivos que son heterogéneos, y no solo eso, sino a asociar, en este caso, a las personas mayores con características peyorativas cayendo en el paternalismos y la sobreprotección.
El 18,4% de la población es mayor de 65 años (INE, 2015), esta cifra engloba a personas con habilidades, capacidades y aptitudes de lo más diversas. Pero en muchas ocasiones se sigue mostrando al mayor como una persona indefensa y vulnerable, a la que hay que proteger sin que pueda ofrecer nada a cambio, tendiendo hacia una visión unidireccional.
El último anuncio de la Lotería del sorteo de navidad nos da pistas sobre lo que estamos hablando. Muestran a una mujer mayor que cree que le ha tocado el gordo de navidad porque ve en televisión que el número premiado (del año pasado) coincide con el número que tiene este año. Su familia no le dice que es una confusión sino que le sigue la corriente y movilizan a todo el pueblo para celebrarlo. El anuncio se podría haber salvado en el último momento si la mujer les hubiera tomado el pelo a todos, y de esa forma conseguir reunir a sus familiares y amigos, mostrando una gran capacidad de utilización de recursos (ya hablaremos de esto en otro artículo), pero no es así, y finaliza dándole el décimo a su hijo y llorando de la emoción.
De esta forma algo que podría ser entrañable y con mensaje positivo se convierte en una muestra del estereotipo peyorativo hacia los mayores. Visualizando a estos como si fueran niños, a los que hay que proteger, engañándoles para que no se desilusionen. Cuando en realidad son personas adultas y como tal, seguro que muchas de ellas pueden ser capaces de encajar cualquier tipo de noticia. Porque cuentan con un bagaje de toda una vida con sus sabores y sinsabores, muchas de estas personas son docentes de la resiliencia.