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Como viticultor y como hijo de esta tierra, no puedo permanecer callado ante lo que estamos viviendo en el sector del vino de Castilla-La Mancha. Con la vendimia prácticamente terminada, estamos ante la campaña más baja en producción de los últimos veinticinco años.
Y si eso ya es un problema, añádanle unos precios que ni siquiera permiten cubrir los costes más básicos para producir. Hay responsables con nombre y apellidos que legislan para favorecer a los grandes y enmudecen ante el abuso, condenando al pequeño viticultor al abandono y la ruina.
Castilla-La Mancha destaca por ser la mayor región vitivinícola de España, y un referente en superficie y volumen. Sin embargo, detrás de estas cifras grandilocuentes, se esconde una realidad que nadie destaca en los titulares: la situación crítica que estamos viviendo los pequeños viticultores de secano, familias que llevan generaciones cuidando su viña. La emergencia climática nos ha golpeado con sequías cada vez más largas; las olas de calor achicharran las cepas; y luego nos toca hacer frente a heladas tardías que queman los brotes y a tormentas imprevisibles que arruinan las cosechas.
El resultado es un viñedo con producciones cada vez más bajas y con unos costes disparados.
La agricultura familiar vitivinícola no es solo un elemento económico, sino la base del sostenimiento de muchos de nuestros pueblos, de su vida social, de su cultura y de la dignidad de sus trabajadores. Si se cargan la agricultura familiar, también hipotecarán el futuro de muchos municipios. Porque cuando desaparece la viña en esas localidades no solo se pierden jornales, se pierden vecinas y con ellas parte de su patrimonio. Sin viticultores esos pueblos perderán toda esperanza.
Desde Movimiento Sumar en Castilla-La Mancha creemos que la defensa del sector vitivinícola debe estar en el centro de las políticas no solo agrarias, sino también de las climáticas y rurales. No podemos permitir que las explotaciones familiares sean las víctimas de un mercado al que solo le preocupan los números, mientras se ignora el verdadero objetivo de la economía: gestionar los recursos para la vida; y el valor social y ambiental que representa cada hectárea de viña cuidada por familias de verdaderos campesinos.
Necesitamos medidas urgentes que aseguren unos precios dignos para los productores. Necesitamos apoyo para la adaptación al cambio climático con inversiones en innovación y sostenibilidad y con formación técnica. Ese es un compromiso real de las administraciones para proteger a quienes sostenemos a diario con nuestro esfuerzo los pueblos de esta región y no fotografías de postal.
Movimiento Sumar Castilla-La Mancha no somos personas en una foto, sino un movimiento de lucha, y llamamos a todos los viticultores, cooperativas y pueblos rurales a organizarse, movilizarse y no aceptar ni una rebaja más. No queremos compasión, por eso exigimos justicia y futuro para nuestro campo.
La viña no es solo una planta, ni el vino solo una bebida, son parte del alma de Castilla-La Mancha y nosotros no vamos a abandonarlo.
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