REPORTAJE

Cuándo comenzarán las obras del centro de datos de Meta en Talavera: van dos retrasos y queda reparcelar el terreno

A finales de octubre del año pasado el Gobierno de Castilla-La Mancha dio luz verde al Proyecto de Singular Interés (PSI) para la construcción del futuro Centro de Datos que la compañía Meta construirá en Talavera de la Reina. Esto significaba que Zarza Networks, compañía de la matriz de Mark Zuckerberg que integra a Facebook, Whatsapp, Instagram y Threads, ya podía ejecutar el proyecto.

El primer plazo del que se habló fue para finales de 2023. Después se retrasó un año por diferentes trámites administrativos y ahora se mantiene la fecha de finales de este 2025.

Para eso queda apenas un mes y esta semana el Gobierno de Emiliano García-Page ha sometido a información pública la reparcelación del terreno del futuro Data Center. Se trata del proceso de reorganización de una parcela discontinua de algo más de cien hectáreas que ocupará la instalación, para adaptarla al plan urbanístico.

Con ello se agrupan las fincas existentes, se redistribuye el terreno y se crean nuevas parcelas que cumplan con las normas del plan de ordenación, sustituyendo las antiguas por otras aptas para la construcción.

El problema es que esta nueva resolución, aprobada por la Dirección General de Planificación Territorial y Urbanismo, tiene un plazo de exposición pública que finaliza el próximo 25 de diciembre, ya en Navidad, con lo que difícilmente podrán iniciarse las obras conforme al último plazo previsto.

Esto es así porque el procedimiento para la reparcelación, según la Ley autonómica de Ordenación del Territorio corresponde al Gobierno castellanomanchego, que primero deberá cumplir con ese trámite de información pública, en el que pueden presentarse alegaciones que luego la Administración debe analizar y, posteriormente, aceptar o rechazar.

Meta afirma que el proceso “sigue su curso”

No obstante, fuentes de Meta en España han concretado a elDiario.es Castilla-La Mancha que el proceso “sigue su curso”, pero no han querido precisar más información sobre los plazos que ahora maneja esta empresa para su construcción y puesta en funcionamiento.

De momento, y según la información pública, el proyecto de reparcelación de este PSI tiene como fin definir las actuaciones necesarias para la transformación jurídica del suelo. Se realizará una vez examinada la documentación presentada por Meta, que, según afirma el documento sometido al escrutinio público, “reúne los requisitos” establecidos en la ley.

Pese a que los plazos se dilatan, en el Gobierno regional siguen eufóricos por el proyecto. El presidente, Emiliano García-Page, se ha alegrado de este nuevo trámite y ha definido al futuro Centro de Datos como el “proyecto más importante que ha habido en la comarca, en las Tierras de Talavera, a lo largo de decenas y decenas de años”.

Asimismo, el portavoz del equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, del PP, Jesús García-Barroso, ha calificado de “buena noticia” este avance en la implantación de Meta. “Deseamos que cuanto antes empiece su construcción”.

También lo ha valorado así el portavoz del Grupo Municipal Socialista en Talavera de la Reina, Luis Enrique Hidalgo, quien ha concretado que es un paso más “muy importante” hacia la implantación definitiva de la multinacional.

El portavoz socialista ha subrayado que todo el proceso para la futura instalación de Meta ha sido posible gracias a la labor conjunta del Gobierno local que atrajo este proyecto cuando era alcaldesa Tita García Élez (PSOE), de la mano del Gobierno regional y de los trabajadores y trabajadoras del Ayuntamiento, así como a la implicación de la propia empresa, que confió en Talavera para la instalación de su centro de datos con una inversión cercana a los 1.000 millones de euros.

En este sentido, ha insistido en que el alcalde actual, José Julián Gregorio (PP), tiene que preparar a todo el equipo técnico y jurídico para que no haya “un solo retraso” en la llegada de Meta. “Gregorio debe adelantarse”, ha continuado, y “debe dotar del personal necesario al servicio porque no podemos permitirnos un solo día de retraso”.

La implantación de Meta en Talavera de la Reina, que ya cuenta desde hace tiempo el aval medioambiental, no es un caso aislado en España. Los centros de datos son el corazón del Internet actual. Son las instalaciones que, por ejemplo, permiten responder cuando hacemos una pregunta a la Inteligencia Artificial. En ellos se alberga la nube en la que subimos nuestras fotos. Y a través de ellos llegan a nuestros televisores la series y películas que vemos en streaming.

Advierten del riesgo de “gentrificación” de la energía

Estos centro de datos son instalaciones físicas en las que se acomodan los servidores (ordenadores) que gestionan toda la información que circula por Internet. Por tanto, el Internet que usamos a diario es algo físico. Hablar de ‘la nube’ es, para Aurora Gómez, “una manera de invisibilizar las infraestructuras de Internet para obviar su materialidad y, por tanto, su impacto ecosocial”.

Es psicóloga especialista en comportamientos digitales y se califica como tecnoecologista. Es decir, “me preocupan los impactos ecosociales de la tecnología”, nos aclara. Lleva más de 20 años como activista para ofrecer una mirada crítica a los debates sobre tecnología y, entre su activismo, destaca su labor al frente de la iniciativa Tu nube seca mi río, que se define como “un colectivo de resistencia contra los centros de datos en España”. Su objetivo, según cuenta esta activista natural de Ballesteros de Calatrava (Ciudad Real), es visibilizar los diversos impactos que tienen estas infraestructuras en cuestiones medioambientales y sociales.

“Cuando la gente sube algo a la nube, no tienen muy claro dónde está, pero tienen la idea de que es más ecológico que si lo imprimiera. En realidad, eso no es verdad”, afirma Gómez. Ella explica que uno de los errores de la sociedad actual es que internet parece algo inmaterial, que no está en ningún lado ni tiene impacto ecológico ni sobre los territorios. Pero sí tiene consecuencias “ecológicas y sociales”. Y, ¿cuáles son esos impactos? La responsable de 'Mi nube seca tu río' pone el foco en cuatro.

Para funcionar, los grandes centros de datos usan enormes cantidades de energía. El informe 'Powerbarometer 2025', publicado recientemente por la patronal eléctrica europea Eurelectric, afirma que estas instalaciones absorbieron en 2024 el 3% de la electricidad generada en la Unión Europea, pero su vertiginosa expansión podría llevarles a alcanzar el consumo de luz equivalente al de España en 2030.

“El número de centros de datos en la Unión Europea y el Reino Unido superó los 1.000 en 2024, con una carga informática total de 9,4 GW, que se espera aumente 2,5 veces para 2030”, señala el estudio, que estima que en esa fecha los centros de datos consumirán “al menos” 150 teravatios-hora (TWh), lo que supone un incremento superior al 170% desde 2022. Hasta un tercio de esos almacenes digitales tienden a concentrarse en puntos concretos, lo que “significa que la demanda de electricidad se concentra de forma desproporcionada en estas ubicaciones clave, ejerciendo una presión significativa sobre sus redes eléctricas y requiriendo una planificación estratégica para la expansión de capacidad futura”, apunta Eurelectric.

Y eso es lo que Aurora Gómez califica como “gentrificación energética” porque “los centros de datos gozan de facturas preferentes por parte de las compañías energéticas”: en casos de alta demanda, el suministro para ellas esté garantizado a costa de su entorno.

Gómez señala dos ejemplos estadounidenses: “Hay regiones enteras, en Virginia y en Baltimore que, como tienen centros de datos al lado, tienen pobreza energética sobrevenida, que antes no tenían. De repente, hay gente que no puede encender la luz porque se le ha enchufado toda la energía a los centros de datos”.

Allá donde hay centros de datos de gran escala, el problema es el mismo siempre, porque es un consumo energético gigantesco

Aparte del riesgo de apagón, también se han reportado subidas en el precio de la electricidad en aquellos territorios que cuentan con un gran centro de datos cerca. Nuestro compañero Héctor Farrés publicaba la semana pasada un artículo en el que daba cuenta de que usuarios de todo el mundo que viven cerca de estas instalaciones han sufrido subidas en la factura de la luz. Citando una investigación de Bloomberg, el texto afirmaba que “el crecimiento de los centros de datos que alimentan la inteligencia artificial ha modificado el mercado eléctrico estadounidense” y que “la demanda de energía asociada a complejos tecnológicos podría elevar un 9% los precios en Reino Unido para 2040”. Situaciones similares viven también Malasia y Japón.

Preguntamos a Gómez si esa situación podría extrapolarse a España. “Allá donde hay centros de datos de gran escala, el problema es el mismo siempre, porque es un consumo energético gigantesco”, responde.

Meta consumirá el 8% del agua asignada a Talavera de la Reina

Aparte de electricidad, los centros de datos también se alimentan de agua para refrigerar a los servidores y que estos funcionen a su temperatura óptima. “En cuanto a impactos locales, el más llamativo es el agua. Y cuando digo llamativo es abrir un grifo y que no haya agua para beber”, sostiene Gómez.

¿Cuánta 'sed' puede tener un centro de datos? Poniendo como ejemplo el anteriormente mencionado centro de datos planificado por Meta en Talavera de la Reina, su Declaración de Impacto Ambiental (DIA) recoge una previsión de consumo anual de algo más de 500.000 metros cúbicos de agua. Es el equivalente a 500 millones de litros de agua cada año y supone un 8% del agua de la que dispone la ciudad para todo el año asignado por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo.

El riesgo, para la activista, es que se vacíen los acuíferos, algo que afectaría a las personas y a los ecosistemas. Hablando del caso de Meta en Talavera, Gómez se muestra suspicaz con las previsiones recogidas en la DIA. Y es que afirma que, en España, solo el 25% de los centros de datos existentes en nuestro país cumplen con la legislación europea en cuanto a transparencia de consumos. “Y no han tenido ningún tipo de consecuencia”, critica.

Impactos en el empleo o la salud

La líder de 'Tu nube seca mi río' también pone en cuestión uno de los grandes beneficios que suelen prometerse con la llegada de los centros de datos: la creación de puestos de trabajo. “La promesa es falsa”, señala.

Y pone el ejemplo del gran centro de datos que AWS (Amazon Web Services) tiene en funcionamiento en Aragón. “Ellos dijeron al inicio que iban a crear 6.800 puestos de trabajo. En el PIGAS (Proyecto de Interés General de Aragón) la cifra se empieza a relajar y ya son 1.300. Venga, vale, 1.300 empleados en 3 centros, ¿no? En realidad, están trabajando 50 en cada uno” afirma Gómez.

Los empleados suelen ser gente con sueldos muy precarios, con condiciones muy estresantes de trabajo

Además, la activista añade que los empleados suelen ser “gente con sueldos muy precarios, con condiciones muy estresantes de trabajo”, como conserjes o técnicos de refrigeración. Aunque también hay algún ingeniero, “no hay tanto empleado de tanto nivel como se imagina la gente”. “El beneficio es para ellos, pero para la región no. Para la región son solo pérdidas”.

En cuanto al problema del impacto en la salud, Gómez lo sitúa como “uno de los temas que más están afectando a las ciudades que están cerca”. La activista habla de dos afectaciones: por gases contaminantes y por ruido.

Nos cuenta que los centros de datos cuentan con generadores diésel que utilizan como energía de respaldo en caso de que fallen, algo que causa emisiones de gases contaminantes a la atmósfera. Y añade que “muchos centros de datos utilizan los generadores diésel ya no como respaldo, sino de manera continua”.

“Estamos hablando de que producen tanto COâ‚‚ como toda la industria de la aviación. Ahora, este dato está desactualizado porque es de 2019, antes de la aparición de la inteligencia artificial y de la creación de casi todos los macrocentros de datos. Entonces, esto es muchísimo peor”, señala.

Y es que, según explica, la irrupción de la IA ha hecho que se dispare el consumo de energía, consumiendo “muchísimo más” que en el internet previo.

En cuanto al ruido, Gómez explica que las máquinas (enfriadores, ventiladores, generadores…) emiten chirridos, vibraciones o zumbidos constantes “de baja frecuencia, muy invasivo, que no para de día y de noche”. Y explica que causa problemas en las comunidades cercanas: “Ansiedad, estrés, insomnio o hipertensión”.

Un Internet “más reducido, ecológica y socialmente más justo”

A la vista de todos los impactos ecológicos y sociales que nos ha detallado, le preguntamos a Aurora Gómez si los centros de datos son imprescindibles para el mundo digital en el que nos movemos. “Lo que es imprescindible para la vida es el agua y que todo el planeta tenga un clima estable”, responde sin dudar.

“No puede ser que por nuestra supuesta comodidad o divertimento estemos dejando a regiones enteras sin agua, destrozando su vida. Por nuestra comodidad, estamos transformando otras zonas en zonas de sacrificio que no queremos ver, y no es justo”. Ella propone no renunciar a Internet, pero sí apostar por un Internet “más reducido, que sea ecológica y socialmente más justo”.

“Puede haber centros de datos, pero no necesitan ser de hiperescala, pueden volver a ser los que teníamos. Se pueden hacer más eficientes y que no estén en manos de unas pocas empresas, que están provocando una burbuja de la IA que se va a llevar por delante toda la economía, y va a ser peor que la del 2008”.

La activista apuesta por crear infraestructuras que sean públicas, desde un punto de vista de decrecimiento digital, y con un ecosistema de Internet que no dependa tanto de “un capitalismo de la vigilancia”. Su opinión en este aspecto se puede resumir en el concepto de “decrecimiento digital”.

“Habría cosas que no estarían disponibles todas las horas del día”, indica para explicar en qué consistiría ese decrecimiento. Gómez argumenta que, en el caso de servicios como las plataformas de streaming o los juegos online, no es necesario que estén permanentemente conectados a Internet, ya que esa constante disponibilidad “consume mucho”.

“Se puede descargar las canciones y la escuchas en tu dispositivo, que consume muchísimo menos. Es decir, hay muchísimas maneras en las que podríamos reducir nuestro consumo y no es tan extraño y no perderíamos tanta calidad de vida porque ya lo hemos hecho. De ese Internet venimos y no era tan malo”, afirma.

Sin embargo, la activista admite que la solución no pasa por cambios de los usuarios. “Intento evitar las soluciones individuales a problemas que ha causado la industria, donde los usuarios tienen muy poca capacidad de acción”. Por eso, ella apuesta por cambios legislativos, y está segura de que el remedio pasa por reclamar como sociedad a los representantes políticos que hagan regulaciones más efectivas con respecto a la inteligencia artificial.