María Luisa Cabañero fue la segunda mujer bombera de España. Aunque en muchos lugares figura como la primera, lo cierto es que fue Magdalena Rigo, en Palma, la pionera. Esta última falleció en un accidente de tráfico y el Parque de Bomberos de esta ciudad lleva su nombre. María Luisa, sin saberlo, siguió esa estela y llegó a esta profesión en 1987.
“Fue por casualidad”, cuenta a elDiario.es Castilla-La Mancha. Trabajaba dando cursillos en la Oficina Municipal de Puertollano (Ciudad Real) cuando un monitor que trabajaba con ella le llevó las bases de la oposición para el Consorcio Provincial SCIS de Bomberos de Ciudad Real. Le concretó que también había pruebas para chicas y se dijo: “Esto lo puedo hacer yo”.
Echó la solicitud, aprobó la oposición y estuvo cuatro meses realizando un curso de preparación junto con otras 400 personas, todas hombres. Había 135 plazas y una fue para ella, la única mujer.
Comenzó a trabajar el 1 de julio de 1987, con 20 años, y pasó su primer ejercicio profesional en Puertollano. Comenta que esos primeros días no fueron difíciles, porque a muchos de sus compañeros ya los conocía del cursillo. “Nunca tuve ningún problema. Yo podía (y puedo) con todo, y eso que también era de las más jóvenes”.
Después, su destino fue la localidad de Almadén durante 29 años, desde donde se trasladó a Daimiel cuatro meses, otros cuatro años trabajó en Ciudad Real capital y finalmente regresó a Puertollano.
En su ciudad de origen es donde ahora se ha jubilado. Su convenio laboral permite a los bomberos jubilarse con 59 años si han realizado 35 años de servicio. María Luisa ha sido bombera durante 38 años y medio. Oficialmente, deja la profesión en diciembre, pero ya ha salido de su puesto para disfrutar de días de vacaciones.
Ahora, solo guarda buenos recuerdos de esas casi cuatro décadas. “No me ha supuesto nunca ningún problema el hecho de ser mujer, aunque creo que depende de la persona. Yo soy muy abierta, luchadora, competitiva, no me achanto con nada. Siempre me dije ‘si ellos lo hacen, por qué yo no’, y para mí ha sido una actitud que me ha acompañado siempre”, resalta.
En aquel entonces, en sus inicios como bombera, ni siquiera pensaba que estuviera rompiendo con ningún rol de género o techo de cristal. Simplemente lo asumió como uno de los muchos retos de su vida. Ni siquiera sabía en aquellos años si había otras mujeres que fueran bomberas.
“Cuando crucé ese estrecho, solamente pensaba en eso, en que lo podía hacer, al igual que otros retos que me he propuesto. Pero si ha servido como referente para otras mujeres, me parece genial. A mí se me presentó la oportunidad y dije ‘vamos allá’. Me sonó la flauta y no me arrepiento para nada”.
Para María Luisa fue una oportunidad que supo aprovechar y eso es un consejo que considera muy valioso para sus cuatro hijos, “repartidos por el mundo”. “Si hay algo que crees que puedas hacer, hazlo y lucha por ello”, les dice constantemente.
De todos sus años de trabajo, se queda “con la buena gente” de la que ha aprendido. Porque su oficio le ha permitido “saber hacer de todo” hasta el punto de ser “autosuficiente”. “Algún amigo me ha comentado que doy miedo por mi independencia”, comenta entre risas, pero se muestra orgullosa porque eso también es algo que intenta insuflar a sus hijos.
Una vez jubilada, ahora no le falta corte. Entre sus muchas pasiones está la natación, con la que ha conseguido varias medallas, entre ellas la de campeona de Europa Máster en Aguas Abiertas. También tiene el récord del mundo en relevos del cruce del Canal de la Mancha y fue la primera persona que realizó la doble travesía del Estrecho de Gibraltar sin neopreno.
Además, es piloto de globo aerostático. Esta misma semana viaja a Guanajuato, en México, a uno de los festivales más importantes del mundo centrado en esta disciplina. “Entre mis hijos, mis aficiones y todo lo que quiero hacer, no me va a faltar de nada y pienso aprovechar el tiempo al máximo”, concluye.