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Como si no fuéramos España

Mapa satelital de Castilla y León en la península Ibérica.

Rubén Castrillo

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Castilla y León avanza hacia su desaparición. Ocho de las nueve provincias de la comunidad han perdido población este último año y el balance arroja una pérdida de casi 3.000 personas, lo que la convierte en la región con el peor dato de todo el país. La única provincia de la comunidad que no tiene balance negativo es Soria que, sin embargo, lejos de poder presumir de ello, tiene la densidad de población más baja de toda España (8,6 hab./km2).

España es Madrid y la costa. Es un país que se desangra por su interior -salvo escasas excepciones-, y lo hace desde hace décadas, pero se ve acentuado en los últimos años ante la impasibilidad de quienes deben tomar decisiones. Castilla y León hace tiempo que dejó de ser una comunidad de primera; es uno de los territorios que más ha sufrido la COVID-19 y ha asumido que 125 millones, de los 600 previstos, del reparto de fondos por la epidemia van a ser recortados. Pero es que ya acostumbramos a ser los últimos de la fila en casi todo, hasta el punto de que los medios ignoran este trozo de tierra de 94.000 km2 que ha ido pasando de fase al mismo ritmo lento que lo hacía Madrid, y que, salvo las excepciones de cocodrilos e inviernos fríos, pasa inadvertido para el relato de la actualidad política y social. Como si Castilla y León no fuese España. Como intentando cumplir aquella frase de Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, que se hizo famosa en un programa televisivo como máxima de la despoblación y el abandono: “El Estado español ha sido para unos cuantos. Para otros no ha sido nada; ha sido el olvido”. Y se acepta.

Además, esta es una comunidad que ha enseñado a su gente que para crecer hay que salir -el famoso “estudia y vete” de la viñeta de J.M. Nieto-; que mira mucho su pasado y apenas dedica tiempo a mirar su futuro con la esperanza de que no llegue. Es una comunidad que, mientras se hunde y muere, compite con el vecino por ver quién está peor en una especie de juego macabro en el que vence quien agonice menos tiempo y que, si nada cambia, ganará Zamora, la provincia que pierde población a mayor velocidad de toda Castilla y León.

Para bien o para mal esta es nuestra comunidad y lo aceptamos.

De momento.

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