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Las primeras políticas en las Cortes de Castilla y León: “Nunca tuve una palabra de menosprecio”

Rosario 'Chiruca' Peñalva, en su toma de posesión del acta de procuradora de las Cortes de Castilla y León.

Alba Camazón

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Una, dos entre ochenta. Los años ochenta eran tierra yerma en igualdad política en las Cortes de Castilla y León, pero algunos pequeños brotes germinaban en lo que hoy llamaríamos 'campo de nabos'. En la primera legislatura, solo hubo tres mujeres procuradoras –las tres socialistas–, de los 84 escaños que se distribuían en las elecciones de 1983. Fue necesario esperar hasta 1987 para que el Partido Popular –entonces Alianza Popular– incluyera a mujeres en sus filas. Entonces fueron tres las procuradoras populares y una socialista las únicas mujeres del hemiciclo.

Eran otros tiempos, sin duda. Las Cortes no estaban en el vallisoletano barrio de Villa de Prado, sino en un castillo medieval, el de Fuensaldaña. Castilla y León acababa de emerger como comunidad autónoma. Dos regiones históricamente rivales debían aprender a convivir, a trabajar unidas y de la mano. elDiario.es ha contactado con dos de las primeras procuradoras en las Cortes de Castilla y León: Rosario Peñalva (PSOE) e Ildefonsa Salgado (PP).

A Rosario Peñalva (nacida en 1955) se la conoce más como 'Chiruca'. Así la llamaba su madre y responde más a ese nombre casi que a Rosario. Chiruca recuerda que fue la única mujer presente en los debates previos a las primeras elecciones autonómicas: en el ente preautonómico del Consejo General (en Monzón de Campos) y en la elaboración del primer estatuto de autonomía de 1983. Chiruca se afilió en el PSOE en 1977 en Tudela de Duero un pueblo vallisoletano de unos 5.000 habitantes. Administrativa , salió como concejala en 1979, estuvo en Monzón de Campos y en , fue elegida la primera en la asamblea para las listas por Valladolid –aunque luego el partido reorganizó el orden– y fue una de las primeras mujeres en ocupar un escaño en las Cortes de Castilla y León. “Siempre tuve claro que por encima de mí no había nadie”, subraya Chiruca.

Ildefonsa –'Ilde'– Salgado (nacida en 1944) recuerda la “lucha” por que las mujeres empezasen “a despuntar”. Ilde fue alcaldesa de Tábara –una de las primeras regidoras de la zona en Zamora– y senadora en 1996. La popular, funcionaria del Ministerio y servidora pública, recuerda que siempre fue “una mujer en un mundo de hombres”. “En la oficina, en el Ayuntamiento, en las Cortes... Debo de ser la excepción, pero nunca hubo una palabra de menosprecio ni a mí ni a ninguna otra mujer”, apunta Ilde. Va más allá y niega que los representantes quisieran 'cuidarlas' o “estar encima” de ellas o tutelarlas de alguna manera. Eran “una persona más”. “El trato era ejemplar. Jamás me he sentido menospreciada o minusvalidada”.

Chiruca sí ve que en los 80 había algo de “paternalismo” en algunas cuestiones, pero que entonces no se percibía así. “Éramos las únicas mujeres, éramos jóvenes y ellos eran más mayores. Te cedían la puerta o cosas así, pero no sentías esas miradas de que te están desnudando. Nunca he sentido acoso”, asegura la socialista tudelana. Chiruca descarta que ese paternalismo se trasladara al hemiciclo o a las comisiones de trabajo. Ella estaba en la comisión de Urbanismo y recuerda que acudía a ver el estado de una carretera a un pueblo y no notó ninguna diferencia de trato. “¿Que la habría? Seguramente, pero también la habría con unos que estaban más implicados que otros, pero no por ser hombres o mujeres”, asevera. Sí que había sorpresa al conocer su trabajo en política, pero ambas lo comprenden, puesto que las mujeres eran entonces una minoría.

No coincidieron en las Cortes, pero, aunque militaran en distintos partidos, tienen mucho en común: eran jóvenes, con mucha ilusión y una apuesta por la política local. Más de treinta años después de sus primeros pinitos en política, ambas han perdido esa ilusión. “Antes se debatía, pero con más seriedad que ahora. No íbamos a chincharnos tanto entre nosotros. Ahora se trabaja más por el partido y los personalismos”, critica Ilde, que este 2022 cumplirá 78 años. Esta zamorana afirma que era “imposible” escuchar “una palabra más alta que la otra” o insultos dentro de la cámara, aunque enfoca sus críticas sobre todo al plano nacional.

El recorrido de Chiruca en política fue más corto, porque dejó de participar de forma activa en el PSOE en 1987, pero realiza un análisis similar. “Entonces se hablaba de política, ahora es 'y tú más', no hay debate político. ¿Qué debate ha habido con la reforma laboral, si no es decir vosotros sois unos tales o unos cuales?”, se pregunta esta vallisoletana, que zanja la discusión: “ Los políticos son el reflejo de la sociedad, y la sociedad que vivimos es un poco bronca. No hay el debate que la gente espera, ese vamos a intentar llegar a un consenso, pero debatimos ideales, formas o leyes”.

Ambas evocan las sesiones de pleno en el castillo de Fuensaldaña, primera sede de las Cortes. Cuando Chiruca llegó por primera vez, ni siquiera había salón de plenos. Los debates se celebraban en una sala “alargada” con sillas “de realeza” tapizadas en rojo, y no siempre con todo el espacio deseado. “Nos fueron a ver los reyes, que vinieron en helicóptero. Y vinieron todas las autoridades, claro, así que todos los procuradores acabamos apiñados”, explica entre risas.

“El edificio te impresiona aún más por dentro que por fuera, era como otro mundo, con esos techos y paredes tan altos”, esboza Ilde, que recuerda la anchura de algunas escaleras. “Llevabas pantalones y no cabías. Yo pensaba: 'cómo subirían por aquí las damas con esos vestidos que llevaban'”, rememora la zamorana.

“Y nada, a trabajar por Castilla y León”, resuelve Ilde. Chiruca asegura que estaba “todo por hacer” en esa época, desde la construcción de carreteras hasta los mapas de áreas sanitarias. “Tengo un recuerdo bonito, no tengo ningún pesar. Hice lo que me gustaba, me gustó mucho implicarme”, asevera.

Ilde recuerda con más cariño, sin embargo, su labor en el Ayuntamiento. “Sin despreciar a las Cortes, en el Ayuntamiento fue donde más útil me sentí. Lo más bonito de la política fue ser alcaldesa porque estabas muy en contacto con la gente”, expone. Más allá de problemas de saneamiento o abastecimiento de agua –una cuestión que sigue sin resolverse en varios pueblos de Castilla y León, Ilde recuerda cómo una señora mayor acudió a su casa para contarle que se separaba de su marido. “Luego iba a contárselo al juez, pero quería contármelo primero. Y si puedes, claro, le echas una mano”, garantiza.

También coinciden ambas en el gran número de horas que dedicaron a las Cortes para completar las transferencias de algunas competencias y elaborar las primeras leyes que definirían a la Comunidad en los siguientes 40 años.

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