Las franquicias 'se adueñan' de la plaza Mayor de Valladolid
La plaza Mayor de Valladolid se encuentra inmersa en el mismo modelo que otras tantas ciudades europeas. En el centro, junto a la estatua del Conde Ansúrez, que fue el encargado de repoblar la ciudad en 1074, se puede ver cualquier día de la semana el ya extendido paraguas de guía turístico con un grupo de visitantes al que explica la historia de la localidad. “¿Sabíais que la plaza Mayor de Valladolid fue la primera de este tipo y que luego tomaron el ejemplo Salamanca y Madrid?”, comenta la guía ante una decena de turistas, que asienten y se miran entre ellos al conocer el dato.
Algo que los visitantes sí que conocen son los logos de las grandes cadenas de restauración y de comida rápida que ya son el principal tipo de negocio en este espacio. La conversión de la plaza Mayor pucelana en un espacio para franquicias recibía la última estocada en marzo de este año: cerraba la ferretería Juan Villanueva, cuyos orígenes datan de mediados del siglo XIX. Justo en el local de al lado, pocos días después abría un Starbucks en un inmueble que había ocupado durante años una óptica de las de toda la vida. Y en los próximos meses llegarán otras tres nuevas cadenas de restauración al ágora pucelano.
El concejal vallisoletano de Comercio, Mercados y Consumo, Víctor Martín Meléndez, explica: “El cambio de hábitos tras la pandemia queda reflejado en la configuración de los comercios de la plaza: más gasto dedicado al ocio, restauración y turismo, menos a vestimenta que acusa el aumento del comercio en línea a través de plataformas de venta”.
Una reflexión que también comparte Anabel, una transeúnte que señala el motivo de cierre de los negocios con solera a los cambio de hábitos del consumo. Ella se enteró de la noticia del cierre de la ferretería por el programa de Radio Nacional 'No es un día cualquiera'. “Me enteré por 'la Pepa' —en referencia a la presentadora Pepa Fernández— y la verdad que es una pena. Con un centro cada vez más vacío de gente, es lo que hay”, señala.
Diez de los 38 locales están ocupados por franquicias
En el entorno de la plaza Mayor hay 38 locales, que como recuerda el concejal, y algunos de ellos han cerrado en los últimos años. Comercios históricos y tradicionales como la joyería Ambrosio Pérez, la Ferretería Juan Villanueva, las ópticas Iris y Alcañiz, la pastelería Cubero o modas Soler. Sus sustitutos: comercios tipo franquicia normalmente relacionados con la restauración como el citado Starbucks, Manolo Bakes, Taco Bell, Burger King, en total cerca de una decena de franquicias en los últimos años.
Frente al modelo de franquicia, en el entorno de la plaza Mayor, todavía hay bares castizos que no han sucumbido al cambio de modelo. El camarero de uno de estos bares cree que ver cómo cierran negocios que han sido “parte de la historia” de la plaza durante décadas es algo “muy triste”. “Muchos de nuestros clientes son habituales que vienen aquí por ser de toda la vida”, añade.
“Lo importante —relata— es que no perdamos la esencia de lo que hace especial a esta plaza y que sigamos siendo un punto de encuentro. Espero que podamos encontrar una manera de adaptarnos a estos cambios sin perder nuestra identidad. Entiendo que el mercado está cambiando y que las franquicias pueden atraer a diferentes tipos de clientes como jóvenes y turistas que tan bien nos beneficia”, concluye.
“Ningún turista que venga a Valladolid se queda sin visitar la plaza Mayor”
Precisamente el turismo es uno de los motores de cambio en el modelo de negocio, como apunta Martín Meléndez. Con su aumento, la plaza Mayor se ha convertido en su centro neurálgico. “Ningún turista que venga a Valladolid, por muy breve que sea su estancia, se queda sin visitar la plaza Mayor. Además, sigue siendo punto de encuentro y de paso para los vallisoletanos”, agrega el concejal.
“Esto hace que sea en la plaza Mayor y sus aledaños donde más se esté notando en fenómeno de sustitución del comercio por la hostelería, pero también que aquí se note menos el impacto de los locales vacíos”, precisa el edil. Otro aspecto que empuja la desaparición de comercios locales y su sustitución por franquicias es la falta de relevo generacional.
La ocupación de los locales comerciales es del 86%, una cifra que es superior a la media de este distrito que es del 82%, y “muy por encima del resto de la ciudad” que ronda el 75%, como asegura Martín Meléndez. El concejal defiende la supervivencia del comercial local al generar “mayor riqueza” al quedarse el dinero en Valladolid y que sea “más probable que los rendimientos de ese negocio reviertan sobre la ciudad, es decir, sobre nosotros”. “Además, añade, ”el empleo es de calidad y estable“.
“Otro punto a favor del comercio local es que es mucho más probable que trabajen con productos locales o nacionales, y eso es algo que muy importante si queremos mantener un sector productivo en España”, explica. Las franquicias también tienen cosas buenas. El edil señala que son “un polo de atracción que generan un flujo de personas que transita por las calles” y que siempre serán mejor que un local vacío. “Cualquier comerciante sabe que la cantidad de personas que pasen por delante de su escaparate es un criterio para mejorar la viabilidad de su negocio”, remacha.
“Los vecinos y visitantes no han sabido darle el valor que merece a la plaza Mayor”
Pero también hay que hacer autocrítica. Si la plaza Mayor tiene este modelo es porque “los vecinos y visitantes no han sabido darle el valor que merece”, apunta el concejal. “El acto de comprar tiene una trascendencia mucho mayor de la que pensamos, ya que lleva implícito el modelo de ciudad por el que apostamos. Por parte de la Concejalía también trabajamos para sensibilizar a los consumidores respecto a el valor del comercio local, incluido el de la identidad de la propia ciudad”, apostilla.
Marta, otra paseante de la plaza, cree que las franquicias puede traer consigo “más opciones y variedad” para los jóvenes como ella, algo que no acaba de ver Ana. “Las franquicias de comida rápida que ponen en el centro de las ciudades no me gustan, pero entiendo que debe ser rentable para las empresas ponerlo allí. Seguiré yendo a la pequeña cafetería o restaurante de toda la vida, más o menos modernos, pero a mí ese tipo de comida no me gusta”, comenta.
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