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El Ayuntamiento de Valladolid adaptará un teatro de 150 años al siglo XXI tras décadas de abandono

Diseño del teatro Lope de Vega de Valladolid realizado por los estudios Paredes Pedrosa y Óscar Miguel Ares

Javier Ayuso Santamaría

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Miguel de Cervantes se refería al poeta y dramaturgo Lope de Vega como el 'fénix de los ingenios' por su capacidad de producción literaria y siempre estar reinventándose. Precisamente, como la citada ave fantástica, el Ayuntamiento de Valladolid quiere que el teatro nombrado en honor al prolífico autor del Siglo de Oro de las letras españolas recupere el protagonismo en la vida cultural de la ciudad. Para ello, tendrán que hacer una rehabilitación bastante importante y, además, dotar al edificio de una polifuncionalidad, flexibilidad y una sostenibilidad acorde a las necesidades técnicas y sociales actuales.

Este edificio, situado entre la calle María de Molina 12, con Veinte de febrero y que data de 1861, funcionó como teatro y luego como cine desde 1960 -aunque su primera proyección fue en 1940- hasta su cierre en 2000. En ese momento comenzó una serie vaivenes que pusieron al teatro Lope de Vega en la picota. En 2006 fue adquirido por un banco. Desde 2007 a 2009 esta entidad presentó los proyectos para su rehabilitación, obteniendo las licencias municipales y el visto bueno de la Comisión Territorial de Patrimonio en octubre de 2009. Tras un complicado proceso pero la obra no se inició nunca.

A partir de ahí, comenzaron a plantearse nuevos posibles. En 2015 se propuso a la propiedad convertirlo en una sala de fiestas y otros usos similares, como un casino. El Ayuntamiento, como defiende el concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, ha mantenido “numerosas reuniones con su propietario para que se hiciese cargo de la restauración, siempre dedicándolo a artes escénicas”. Además, se solicitó a la Junta de Castilla y León su colaboración en 2016 y 2017. A esta administración se le llegó a solicitar la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en un expediente promovido por el Ayuntamiento en marzo de 2016. “No quisieron saber nada y lo consideraron 'un asunto municipal'. Pero el informe que presentó el Ayuntamiento era muy expresivo, casi diría que combativo”, manifiesta el edil.

Como recuerda Saravia, el texto decía, entre otras cosas, lo siguiente: “Interesa diversificar el carácter de los BICs, promocionando la protección de edificaciones civiles. En Castilla y León hay más de 1.200 monumentos declarados. Y de ellos, más del 90% son palacios, construcciones militares y sobre todo iglesias y edificaciones religiosas. Es lógico, la historia lo reclama, que sean esos tipos de edificios y usos los dominantes. Pero el porcentaje parece excesivo. Una enorme mayoría se refiere a construcciones de la Iglesia, el Ejército y la Nobleza. Los edificios públicos de carácter civil están en flagrante minoría”.

Sin el apoyo del Ejecutivo autonómico, Valladolid tuvo que hacerse con el inmueble para “dedicarlo a los usos para los que se creó”, como señala el edil. La fórmula escogida se realizó mediante la permuta por otra parcela municipal en febrero 2020. En ese momento, comienzan a desarrollarse los primeros estudios para poner en marcha para la conservación.

El primer teatro de Valladolid no ha tenido una vida fácil, pero es un elemento básico en la historia cultural de la ciudad. El Lope de Vega nació como alternativa al deterioro y escasa capacidad del desaparecido teatro de la Comedia, que estaba en la plaza Martí y Monsó. Uno de los elementos más icónicos, quizás el que más, es su fachada, que aunque sufrió una modificación en 1920, perdiendo su dimensión clasicista original, para tomar la actual con un tono pintoresquista con un frontis escalonado, revestido de azulejería.

Entre las peculiaridades del recinto son sus características arquitectónicas. Según explica Ángel Luis Fernández Muñoz, profesor de Arquitectura de la Universidad de Valladolid: “el escenario es una pieza más pensada para representaciones de naturaleza dramática de pequeña escala o de variedades que para actividades musicales o montajes de cierta envergadura”.

Para Fernández Muñoz “lo atractivo de la sala” es que “reproduce todo el sistema organizativo de los teatros a la italiana, tanto en la distribución clásica de localidades en butacas, palcos, plateas, principal y anfiteatro, como, sobre todo, en la presencia de los recursos proyectuales de los teatros tradicionales: planta de herradura, proscenio y embocadura profusamente articulados y sección en tres volúmenes. La decoración interior también es relevante y se encuadra en los trabajos con forja y fundición que daban relieve a los mejores teatros contemporáneos del Lope de Vega”.

Estamos ante una joya ajada, deteriorada y con mucho polvo pero que como Lope de Vega va a reinventarse para volver a funcionar ya en el siglo XXI. El proyecto, cuyos encargados de la redacción, ejecución y dirección de las obras lo realizarán los estudios Contextos de Arquitectura y Urbanismo, del vallisoletano Óscar Ares, y Paredes Pedrosa Arquitectos -con una larga y reconocida trayectoria en trabajos en auditorios, teatros y otros espacios públicos-, tendrá como objetivo crear tres espacios dentro del edificio “que funcionen simultáneamente o de manera autónoma”.

A la hora de rehabilitar primará lo existente, lo tradicional, y no se van a introducir elementos distorsionantes, explica Ares. “Vamos a realizar una intervención respetuosa con elementos tradicionales que no distorsionen, y que no llamen la atención”. Según explica el arquitecto, este tipo de obra es como “una operación de cirugía muy delicada” en la que los elementos nuevos deben ser “silenciosos, discretos y que no supongan un impacto y una falta de respeto a la memoria”.

“La intención es crear un lugar para la gente para los ciudadanos de Valladolid que vaya mas allá del concepto general del teatro para un espacio creado para el entretenimiento, el divertimento, que sea un lugar de reunión y comunidad”, explica el arquitecto. Esta operación del Ayuntamiento servirá “para la regeneración del tejido urbano y casco histórico que tenemos” además de complementar la oferta cultural“ en una ciudad que, pese a su tamaño, contará con siete instalaciones de este tipo.

Restauración versátil y en tres espacios

Los recuerdos de la gente que conoce este lugar es lo que Ares quiere que prime en todo momento y en cómo se van a respetar. Para ello, hay tener en cuenta el estado actual del edificio, que aunque abandonado, hay zonas menos castigadas, como la Gran Sala, y otras mucho más deterioradas como las zonas de acceso y los deambulatorios. Para la estancia principal, cuyas capacidad es similar al Teatro Calderón de Valladolid - más de 1.100 personas-, la intervención va a restaurar de la caja principal, tratando de ser lo “más fidedigno al estado primitivo”, como apunta Ares, pero incluyendo “elementos nuevos de una forma disimulada” con el fin de que pueda tener diferentes configuraciones con la retirada de butacas para que el patio pueda servir para múltiples funciones: bailes, ópera, conciertos…

La polivalencia es uno de los dogmas para reconstruir el teatro. En los accesos por la calle María de Molina, en la zona en la que antes estaban las oficinas, ahora albergará en su planta primera otro espacio polivalente, con grada retráctil, con vistas a realizar espectáculos más reducidos o de carácter experimental. En la zona que da a la calle Veinte de Febrero se va a restaurar buscando un aspecto “más diáfano” para habilitar una sala polivalente, ambigú, cafetería y otros espacios para celebraciones, conferencias y presentaciones. Las fachadas de ambas entradas también se van a ver recuperadas con el criterio de respeto a lo que ya hay, como recuerda Ares.

La finalidad del trabajo, apunta el arquitecto, es “adaptar” un teatro del siglo XIX, y con más de 150 años de antigüedad, al siglo XXI. Aquí no solo hay que ponerse al día en materia de seguridad, también en cuestiones como la accesibilidad y sostenibilidad buscando, en este último caso, “el consumo energético casi nulo”, como explica Ares. Para ello, aprovechando que se va a tener que hacer una caja escénica nueva, se va a crear una torre que permita regular la temperatura por convección con el uso de energías renovables -va a estar jalonada con paneles fotovoltaicos- y que, además, genere energía a los edificios próximos cuando no esté en uso. “Dentro de la capacidad de un edificio con tantos años no debemos de renunciar a añadir elementos nuevos para equilibrar los aportes de energía y que tenga unos consumos mínimos”, apostilla. En esta rehabilitación también se va a dar una segunda vida a elementos que ya estaban y que necesitarán cambios, como las maderas.

Otro gran cambio que se va a tener que realizar es dotar de altura a ciertas partes del edificio, como los espacios intermedios, accesos y deambulatorios. En estas zonas, “la más deterioradas” según Ares, cuando se entra “son muy claustrofóbicas con algunos puntos con solo 2,2 metros de altura”. Es por eso que aquí se va a levantar una “doble o triple” altura para que estas estancias contengan más aire y luz de las que actualmente carecen.

Para Ares esta restauración va a ser compleja y les “va a exigir una visita y seguimiento constante”, pero para un vallisoletano que “quiere devolver a su tierra lo que le ha dado” es “una verdadera satisfacción” poder intervenir y“ dotar de una nueva vida a una de las piezas emblemáticas de la ciudad”. “Si no es el proyecto de mi vida, será uno de los proyectos, algo por donde poder pasar y estar orgulloso”, zanja el arquitecto.

Desde el Ayuntamiento el convencimiento y la ilusión por el proyecto es similar. Según sostiene Saravia, el Lope de Vega “es un teatro magnífico. Muy querido por la ciudad desde su origen”. El edil defiende el esfuerzo que han tenido que hacer y que van a hacer por conservarlo “de manera económica y administrativa”. “Todos los servicios del área de Planeamiento Urbanístico están volcados en ello. Se ha pedido financiación europea para contribuir a la rehabilitación, con el Programa PIRE”, explica el edil.

“Estamos enormemente satisfechos porque todos los pasos que estamos dando se dirigen a su nueva puesta en uso, con unas bases de proyecto que creemos muy acertadas”, sentencia el concejal y también arquitecto.

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