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El matrimonio de Roales acusado de explotar a tres trabajadores acepta penas de un año y medio de cárcel

Le piden más de dos años de cárcel por golpear con un vaso en la cara a otro durante una pelea en La Cistérniga.

Europa Press

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El matrimonio de Roales de Campos (Valladolid) formado por Pedro F. y María Encarnación ha sido condenado este lunes a penas de un año y seis meses de cárcel tras reconocer la autoría de un delito contra los derechos de los trabajadores, en concreto por tener a su cargo a tres extranjeros que estaban en situación irregular y a los que emplearon en su explotación de ovino bajo duras condiciones laborales.

El fiscal del caso solicitaba inicialmente para cada uno de ellos, él en calidad de autor y ella como cooperadora necesaria, una condena de cuatro años de prisión, multa de 4.500 euros y la obligación de indemnizar a sus tres víctimas en la cantidad de 20.500 euros, si bien minutos antes del inicio de la vista en la Audiencia de Valladolid el acusador público y la defensa del matrimonio han alcanzado un acuerdo que se ha traducido en una sustancial rebaja de las penas.

Así, ambos, tras reconocerse autores de los hechos, han asumido una pena de un año y medio de prisión —su abogado ha pedido la suspensión de la ejecución de la condena—, multa de 1.080 euros y el desembolso en favor de los trabajadores explotados de un total de 1.200 euros, a razón de 600 euros para uno de ellos, 400 para otro y 200 para un tercero, según informaron fuentes jurídicas.

Tal y como recogerá en unos días la sentencia ya anticipada 'in voce' por el magistrado que presidía la sala, Pedro F., en su condición de empresario individual y titular de una explotación de ganado de ovino en Roales de Campos, y su esposa, sin estar dada de alta en la Seguridad Social pero encargada de la gestión de recursos humanos, se dedicaron entre los años 2018 y 2021 a contratar a trabajadores extranjeros, principalmente en situación irregular, “imponiéndoles unas condiciones laborales que abiertamente contravenían la normativa del sector”.

Presa de sus redes cayeron dos trabajadores colombianos y uno de origen marroquí, quienes comenzaban la jornada a las 06.00 horas y, con un mínimo descanso para comer, no cesaban de trabajar hasta las 21.30 o 22.00 horas, dependiendo de las necesidades del ganado, de lunes a domingo, sin días de descanso, sin vacaciones y por un salario de 600 euros, sin estar tampoco dados de alta en la Seguridad Social.

Como complemento salarial, los empleados compartían casa sin las condiciones mínimas de habitabilidad, higiene, sin agua caliente ni calefacción y con innumerables parásitos e insectos.

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