“I believe that clear thinking and clear statement, accuracy and fairness are fundamental to good journalism”.
Walter Williams, 1914.
Degà de la primera escola universitària de periodisme a Columbia Missouri (EUA)
El eslogan de solidaridad con las numerosas víctimas del ataque terrorista contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo ha tenido un éxito abrumador y universal. En manos de hombres y mujeres de todas las latitudes y creencias, el grito “Yo soy Charlie” ha tomado una dimensión extraordinaria de defensa de la libertad de expresión.
No ha dejado de causar sorpresa, según los lugares y las personas que levantaban los carteles impresos o manuscritos, a menudo con añadidos relativos a otras víctimas -policías y judíos- y también a los musulmanes, afectados como colectivo, tan presentes en la Francia herida en sus convicciones republicanas.
Se ha hecho notar en la gran manifestación de París la presencia de gobernantes de países poco respetuosos con la libertad de expresión. Se ha señalado a Egipto, Turquía, Rusia, Argelia y Emiratos Árabes Unidos, que ocupan lugares muy poco honorables -159, 154, 148, 121 y 118 sobre 180 países registrados- en una lista de Reporteros sin Fronteras.
Detrás de la unanimidad en el rechazo del terrorismo y la defensa de la libertad hay muchas conductas y actitudes que no siempre hacen honor a ello, que a menudo le hacen muy poco. Ha sido una buena ocasión para recordar listas poco conocidas de periodistas y dibujantes perseguidos y caídos por doquier, en un día a día que cambiará poco cuando se apague el eco de esta semana trágica y de exaltación democrática.
Habrá que estar atentos a la continuidad de Charlie Hebdo, periódico que ya se había acostumbrado al martirio terrorista y debe afrontar ahora el gran dolor de la decapitación y la mutilación salvajes que han infringido los asesinos.
En todas partes, los periódicos satíricos han sobrevivido siempre con grandes dificultades, incluso en situaciones de normalidad. Su popularidad es más fruto de la leyenda que de su lectura, siempre minoritaria, con tiradas no muy largas y escasa publicidad, por no decir nula. Mucha gente ha oído hablar de ellos, pero poca los suele comprar. Mucha gente que ahora ha defendido el derecho de Charlie Hebdo a la libertad y a la provocación, ni siquiera sabía de su existencia.
En la memoria española están el asalto militar al Cu-cut! (1905) y la bomba de la extrema derecha contra El Papus (1977), por citar sólo casos de prensa satírica, a los que podríamos añadir los accidentes judiciales y patronales de El Jueves, hace poco, todos en Barcelona. Casos menores en estragos y víctimas, pero igualmente significativos como atentados a la libertad.
Tampoco tenían un gran número de compradores, pero aquellos ataques, como estos de ahora, marcaron momentos de crisis y de fractura, así como de esperanza. Entonces como ahora hubo una reacción mayoritaria en defensa general de la libertad de expresión, pilar principal de la democracia. El actual desafío terrorista es más global. El presidente de la República Francesa, François Hollande, ha llamado a todos los mandatarios del mundo a apoyarle en la defensa de la democracia, pero es difícil creer que resulte de ello un fortalecimiento general de la libertad de expresión.
Sobre este blog
“I believe that clear thinking and clear statement, accuracy and fairness are fundamental to good journalism”.
Walter Williams, 1914.
Degà de la primera escola universitària de periodisme a Columbia Missouri (EUA)