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Solo uno de cada cuatro catalanes que heredan paga el impuesto de sucesiones que Junts exige suprimir

Borràs, Turull, Puigdemont y Nogueras en el Parlamento Europeo el pasado mes de noviembre.

Arturo Puente

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Junts per Catalunya aboga por suprimir o reducir a la mínima expresión el impuesto de sucesiones, una tasa que siempre es caballo de batalla de las formaciones de derecha en todas las comunidades. El partido de Carles Puigdemont condiciona ahora la aprobación de los presupuestos a acabar con esta figura fiscal bajo el argumento de que es “una discriminación contra los catalanes”, por ser Catalunya uno de los lugares donde más se recauda. Pero los datos rebaten esta visión, ya que según las cifras oficiales del Departamento de Economía, de los 136.000 catalanes que tuvieron que pagar sucesiones por haber recibido una herencia en 2022, un 74% de ellos abonaron menos de un euro.

De los de los 36.000 catalanes que pagaron algo por haber recibido una herencia, unos 27.200 abonaron una cantidad que suponía menos de 10.000 euros en total, de los cuales la mitad fueron tasados incluso con menos de 1.000 euros.

Finalmente, el grupo de catalanes que en 2022 les tocó pagar más de 10.000 euros por la herencia fueron únicamente 8.148 declarantes, lo que supone el 6% de los afectados por sucesiones, y todos ellos después haber sido beneficiarios de grandes patrimonios legados, de al menos 400.000 euros sin contar la vivienda habitual.

Sucesiones es un impuesto muy complejo en su aplicación, pues trata de adaptarse a casos muy dispares. Para calcularlo se han de tener en cuenta tres factores: la cantidad que se hereda, el grado de parentesco con el fallecido y el patrimonio que ya tiene el heredero en el momento del deceso.

A eso hay que añadirle que también se contemplan situaciones personales que generan deducciones, como la edad de quien lo recibe, una posible discapacidad o personas a cargo, o la ya citada obtención de la vivienda habitual, típica de las herencias de cónyuges.

En resumen, cuanto más se herede, más dinero se tenga y más lejano se esté familiarmente del fallecido, más se pagará.

Sin embargo, las deducciones hacen que la gran mayoría de los ciudadanos esquiven este impuesto. Catalunya es una de las comunidades que tiene el tipo medio más alto, pero también una que tiene más deducciones y exenciones en horquillas más amplias. De forma general, hasta los 100.000 euros no se paga nada y por la vivienda habitual hay deducciones de hasta el 95% si ésta no supera los 500.000 euros.

Hay que tener en cuenta que el patrimonio legado se calcula en su totalidad, sumando depósitos, bienes, seguros o inmuebles. Sin embargo, en contra de la idea de mucha gente, en el caso de las viviendas se tiene en cuenta su valor catastral. Por tanto es un error pensar en el precio de venta que tienen en el mercado los inmuebles, que suele ser muy superior a lo apuntado en el catastro en zonas donde el mercado de la vivienda está muy tensionado.

Una gran recaudación que aporta el 2% más rico

Catalunya es una de las autonomías que más recauda por el impuesto de sucesiones. En 2022 fueron 733 millones de euros, más que todo lo presupuestado en vivienda por la Generalitat el año pasado. Es, además, el segundo de los impuestos cedido a las comunidades que más llena las arcas catalanas, solo superado por el de transmisiones patrimoniales, que incluye por ejemplo la compraventa de inmuebles. Pero la principal ventaja según los expertos del impuesto de sucesiones es que su gran progresividad, ya que puede actuar como un impuesto a las grandes fortunas siempre y cuando estas sean frutos de herencias.

Según los datos de los que dispone el Departamento de Economía, en el último año fiscal fueron 2.800 catalanes –un 2% de las personas que heredaron– los que pagaron más de la mitad de todo lo que se recaudó por este impuesto.

Pese a que Junts aprobó en su último congreso eliminar el impuesto de sucesiones, nunca lo ha hecho, ni siquiera cuando tuvieron el control sobre la conselleria de Economía que elaboró los presupuestos de 2022. El titular entonces del aparato económico de la Generalitat, Jaume Giró, aseguró que Catalunya no podía permitirse eliminar según qué figuras fiscales debido a la importancia de obtener los recursos que estas generaban.

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