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Un diputado de Vox camufla lemas fascistas en sus discursos ante el Parlament

El diputado de Vox Alberto Tarradas interviene en una sesión del Parlament

Arturo Puente

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El Parlament de Catalunya debatía una moción sobre políticas de juventud en enero de este año. La moción, presentada por el grupo del PSC, hacía propuestas sobre ocupación, ayudas a la emancipación, adicciones y salud mental, entre otras. Para explicar la posición de Vox, toma la palabra el diputado más joven del Parlament, Alberto Tarradas, de 26 años. “Señores separatistas y socialistas, frente a su política de juventud basada en el hedonismo, adanismo, individualismo, nosotros proponemos una política basada en los tres pilares fundamentales para aplicar políticas de justicia social para los jóvenes: trabajo, familia y patria”, asegura desde el atril. Solo unos pocos parlamentarios captan de inmediato la referencia, pero el diputado acaba de referirse al lema de la Francia de Vichy Travail, Famille, Patrie. Por si aún había margen para la casualidad, es 27 de enero, día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Deslizar lemas con fuertes connotaciones que van más allá de la radicalidad a la que el partido puede llegar abiertamente es una constante de la extrema derecha. En el caso de Vox, lo hacen muchos de sus diputados y el propio Santiago Abascal ha utilizado este truco en el Congreso. Pero Alberto Tarradas sublima la técnica. En la última sesión parlamentaria, utilizó su intervención para desear “feliz Semana Santa” –felicitación chocante en el mundo católico, que considera la Pascua un tiempo de recogimiento y dolor– para a continuación lanzarse con un “Viva Cristo Rey”.

La proclama, convenientemente recortada y difundida por la maquinaria mediática del partido, se viralizó de inmediato y se convirtió en tendencia en Twitter. Era una victoria moral digna de aplauso para los seguidores de la formación. No cada día un acta de sesiones parlamentarias recoge un lema de los carlistas en la Guerra Civil, que después quedó incorporado al carlismo y que acabó siendo actualizado por el grupo terrorista de los Guerrilleros de Cristo Rey en la Transición.

“Sabe perfectamente lo que hace”, asegura Ferran Pedret, diputado del PSC y miembro de la Mesa del Parlament que fue uno de los que primero protestaron por la manifestación de Tarradas. “Es evidente que no hablaba del Christus Rex bíblico, que no venía a cuento, sino que quiso pronunciar una frase que todo el mundo reconoce como muy extremista y vinculada a un pasado concreto. Yo no conozco la trayectoria política de Tarradas, que por su edad entiendo que debe ser corta pero es obvio que conoce los clásicos de la extrema derecha europea y española y, de hecho, en algunos momentos recuerda a CEDADE y la librería Europa [círculos nacionalsocialistas de Barcelona]”, afirma Pedret.

En ocasiones, las consignas ultras que el diputado más joven del Parlament utiliza no son frases sueltas y que tratan de pasar más inadvertidas sino que hay todo un despliegue ideológico. En una intervención del pasado 18 de noviembre, Tarradas elogiaba la decisión de Polonia de cerrar las fronteras a los refugiados bielorrusos para acabar asegurando “Defendamos Europa”, un lema perfectamente identificable del llamado Movimiento identitario, uno de los principales exponentes de la teoría del “genocidio blando” o del “gran reemplazamiento”.

Pero el de Vox no se quedó en el eslogan y dio muestras de conocer muy bien la teoría conspiranoica de que hay un plan preestablecido para que los blancos queden en minoría en Europa cuando afirmó: “Es precisamente en la fortaleza de nuestras fronteras donde se garantiza la continuidad de la Civilización Cristiana Occidental”. De rebote, Tarradas introdujo el asunto de la “continuidad de la civilización cristiana”, uno de los tropos recurrentes de otro pensador considerado padre del supremacismo blanco en EE. UU., Wesley Albert Swift.

En otras ocasiones, Tarradas tira de eslóganes elegidos no por tener carga de profundidad histórica sino simplemente porque recuerdan sucesos recientes que pudieron quedar en la memoria de sus simpatizantes. Un ejemplo de esto fue la proclama de “catalanidad es hispanidad” que el diputado gerundense pronunció el día 24 de marzo desde el atril del Parlament. Ese grito ha sido utilizado por diversos grupos en los últimos años, pero quedó inmortalizado en las imágenes del ataque de diversos ultras de partidos como Democracia Nacional y Alianza Nacional en la librería Blanquerna de Madrid, durante la Diada del 11 de septiembre de 2013. Por si acaso no quedaba claro a qué imaginario remitía, Tarradas añadió: “La catalanidad es hispanidad y constituye una parte fundamental de un proyecto común con destino universal que es España”.

La táctica que emplea el diputado de Vox es el llamado “silbato para perros” ['dog-whistle politics'], que diversos analistas como Ross Douthat describieron como una de los trucos frecuentes de Donald Trump durante su presidencia. La teoría es que hay ciertos términos, expresiones o campos semánticos que funcionan en una parte del electorado como un silbato para perros, que solo son audibles para los canes. En este caso, la terminología empleada por la extrema derecha pasaría inadvertida para cualquier oyente, pero sería perfectamente comprensible para sus adeptos. Decir que la catalanidad es hispanidad puede no tener ningún significado para quien esté fuera del ámbito cultural al que se dirige Vox, pero para quien haya seguido el procés, remite necesariamente al asalto de la librería Blanquerna cuyas imágenes se han visto y compartido numerosas veces.

“Este tipo de declaraciones suben un escalón, al menos respecto al resto de su grupo parlamentario”, razona Ruben Wagensberg, diputado de ERC y miembro de la Mesa. En opinión del republicano, uno de los factores que explica que Tarradas lance estas consignas es la edad. “Representa una generación que no ha tenido tan presente el problema del fascismo y el franquismo, por lo que sus mensajes pueden colar como irreverentes”, indica. “No hay más que ver cómo le funcionó el viva Cristo Rey en Twitter”, abunda Wagensberg.

Pedret recuerda además que Vox es un partido formado “por aluvión” y al que llegaron personas como si fuera una escisión del PP “pero también otras que venían de la extrema derecha pura”. El socialista cree además que la actitud de Tarradas es una metáfora perfecta de lo que es Vox. “Desfogarse. Vox es un partido que representa esas ganas que tiene cierta derecha de decir en público cosas que hasta ahora creían que no se podían decir”, apunta Pedret.

La actuación del Parlament: ¿una obligación o un regalo?

Ambos, Pedret y Wagensberg, comparten asiento en la Mesa del Parlament, un órgano en el que al inicio de la legislatura se trazó una estrategia unánime para aislar a Vox y dejarlo fuera de las estructuras de poder de la Cámara. Pero el aumento de la temperatura verbal y las salidas de tono son más difíciles de evitar.  “Los diputados cuentan con libertad de expresión reforzada, existe abundante jurisprudencia al respecto”, indica Pedret y añade que “es verdad que existe un código de conducta e incluso alguna ley de no discriminación que reclama que se actúe contra manifestaciones discriminatorias”. Hasta el momento, tanto la presidenta Laura Borràs como el conjunto de la Mesa han preferido optar por recordatorios y, en ocasiones, con amonestaciones verbales cuando se considera que ha habido palabras discriminatorias contra grupos vulnerables.

“En la Mesa hemos hablado muchísimo de este tema. El código de conducta no tiene rango de reglamento y por tanto no puedes sancionar. Esto sería una posible opción, pero aquí hay un debate sobre cuál es el límite de la libertad de expresión y quién lo marca. Es un debate interesante y nada fácil”, asegura Wagensberg. El diputado señala que, precisamente, Vox busca en muchos momentos pinchar para obtener una reacción y ganar así centralidad. “En el primer discurso de Vox algunos diputados enseñamos unos carteles en contra. Al día siguiente esa era la foto de los diarios y ellos mismos la compartían”, recuerda.

Por eso, tanto Wagensberg como Pedret coinciden en que hay que evitar que puedan victimizarse. “No es buena idea colocar sus argumentos en el centro del debate. Pero sí que creo que debemos hacer una reflexión colectiva sobre cómo detenemos esos argumentos”, asegura el republicano. “Lo que no puede dejar de hacerse es exponer lo que significa este tipo de discurso y las políticas públicas que pretenden imponer”, remacha el socialista.

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