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Doctor X, el médico español que aconseja sobre drogas en la 'dark web' y logró esquivar al FBI

El médico Fernando Caudevilla, alias Doctor X, la semana pasada en Madrid

Pol Pareja

Barcelona —

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Cuando el médico de familia Fernando Caudevilla (Madrid, 1974) entró por primera vez en la página web de Silk Road, no podía imaginarse hasta qué punto le iba a cambiar la vida. “Fue la primera experiencia regulatoria que ha habido en 100 años”, recuerda ahora. “Algo absolutamente brillante que puso patas arriba las políticas mundiales de drogas”.

Silk Road fue la primera gran página de compraventa de estupefacientes que hubo en la dark web. Un sitio que tuvo un éxito notable porque en él cualquiera podía comprar todas las drogas del mercado sin adulterar, sin tener que quedar con un camello a horas intempestivas y sin frecuentar lugares peligrosos. Solo con dos clics, la sustancia llegaba al cabo de unos días a casa por correo. 

El aspecto era el de cualquier página web de compraventa entre particulares: aparecían los productos, su precio en bitcoins y la valoración que tenía cada vendedor del resto de la comunidad. Cada día se registraban decenas de miles de transacciones en Silk Road. En dos años y medio hubo más de un millón de ventas por valor de 180 millones de dólares.

Al cabo de pocos meses de entrar por primera vez en la página, Caudevilla ya participaba activamente en los foros de Silk Road. Aprovechaba sus conocimientos profesionales para responder a las dudas que tenían los consumidores de drogas, a los que aconsejaba sobre cómo tomarlas con menos riesgos.

Le explicó, por ejemplo, a un heroinómano ruso que se quería desenganchar cómo debía usar la metadona que había comprado en la web. A otro miembro del foro le resolvió sus dudas sobre qué sucedía si mezclaba éxtasis con antibióticos o sobre los efectos en la memoria del consumo de cannabis.

Fue ahí donde nació el Doctor X, un alter ego que le acompaña a día de hoy y que le ha convertido en una suerte de celebridad en los criptomercados de estupefacientes y también en el mundo de las políticas de drogas: imparte conferencias y ha participado en los principales foros internacionales sobre la materia, como por ejemplo la convención de Viena sobre drogas de la ONU.

El libro Doctor X, el médico de la Dark Web (La esfera de los libros), escrito junto a José Ángel Mañas y Jordi Ledesma, describe la aventura de Caudevilla en Silk Road y cómo pasó de ser un tipo cualquiera que escribía en el foro a ser uno de los grandes reclamos de la página.

La participación de Caudevilla en Silk Road fue corta pero intensa. Entre abril de 2013 y octubre del mismo año, cuando el FBI incautó la página, el Doctor X respondió más de 400 mensajes privados de usuarios de la web, a lo que hay que sumarle entre dos y tres horas al día en las que intervenía en el foro sobre cuestiones sanitarias.

El libro describe también la eclosión de Silk Road y la celebración de un juicio que llenó páginas de periódicos y minutos de telediarios en EEUU. El administrador de la página, un libertario veinteañero de clase media llamado Ross Ulbricht, pasará el resto de su vida en la cárcel tras ser condenado a dos cadenas perpetuas sin posibilidad de fianza.

La mayoría de colaboradores destacados también acabaron extraditados a EEUU y condenados a prisión. Caudevilla, sin embargo, fue el único que se libró y solo declaró por escrito en el juicio como testigo.

“Me libré del FBI porque tengo la suerte de vivir en Europa y dar consejos médicos en un foro no puede ser motivo para extraditar a nadie”, analiza ahora. “Pero si hubiese vivido en Canadá o en Australia probablemente me hubiesen llevado ante la justicia de EEUU”.

Un médico atípico

“Me llamo Fernando Caudevilla y soy experto en drogas. A lo largo de mi vida he tomado éxtasis, speed, cocaína, ketamina, popper, opio, heroína, LSD, GHB, 2C-B, cloretilo, 2C-1, 2C-E, 2CT-2, óxido nitroso, metanfetamina y mefedrona. He fumado tabaco y cannabis y comido hongos psilocibios. También alcohol, y tranxiliums y trankimazines y orfidales y lexatines a gogó, igual que vuestras madres o vuestras abuelas”.

Así se presenta en el libro el Doctor X, un médico de familia que trabaja a tiempo parcial en un ambulatorio de Madrid y que, ya hace tiempo, decidió “salir del armario psicodélico” y hacer público su consumo de estupefacientes, una postura no exenta de riesgos en su profesión.

“Las drogas siguen siendo el último armario, han llegado a sustituir la sexualidad”, explica durante la entrevista. “Nadie me criticará por ser maricón, pero hay un halo de moralidad estúpido [respecto a las drogas] por el que si fumas porros tienes un problema, pero si te vas con los colegas de cañas no”.

La ausencia de prejuicios en sus recomendaciones sobre drogas motivó la atención de Ulbricht, el administrador de Silk Road, que se escondía tras el seudónimo de Pirata Roberts. Ulbricht le propuso en agosto de 2013 tener un papel más activo en la página y que su aportación dejara de ser un hobby,  a cambio de pagarle 500 euros semanales en bitcoins.

Entonces el bitcoin apenas tenía valor. A día de hoy, el monto obtenido podría llegar a los dos millones de euros. “En ese momento los bitcoins eran gallifantes”, dice Caudevilla. “Una gran parte se fue en viajes y otra todavía la tengo, regularizada con Hacienda”, añade sobre las criptomonedas que ganó.

Su participación en el foro también le trajo sinsabores. Más allá de la carga personal, la incautación de la página por parte del FBI, la celebración del juicio y las distintas investigaciones internacionales a las que fue sometido le sumieron en un estado de paranoia. “Los dos años después del juicio fueron muy jodidos”, rememora ahora. “Se me fue la cabeza”.

Caudevilla vivió situaciones complejas que, se insinúa en el libro, implicaron también al Centro Nacional de Inteligencia (CNI). “Pasaron cosas oscuras de las que no quiero hablar”, explica el médico. “Pero sabía que había gente que me estaba vigilando”.

La condena tras juicio a los responsables de Silk Road puso también de manifiesto las dificultades de atajar la venta de drogas en el internet profundo. La jueza condenó a Ulbricht a dos cadenas perpetuas “para que nadie tuviera la tentación de repetir su hazaña”. Al cabo de pocos días del cierre de Silk Road, sin embargo, ya estaba operativa Silk Road 2.0, donde Caudevilla siguió dando consejos de reducción de riesgos en el consumo de drogas.

Posteriormente se han seguido abriendo nuevas páginas de compraventa de drogas a medida que se cerraban otras y el mercado de estupefacientes en la dark web es hoy mucho mayor que hace diez años. Según un estudio, solo en Europa se venden 750.000 euros al día en los criptomercados de drogas.

“El cierre de Silk Road no ha servido de absolutamente nada y los hechos lo demuestran”, opina el Doctor X. “Han condenado a un agujero toda la vida a un chaval por un delito consistente en programar con el ordenador”.

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