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Deslocalización, transversalidad y estabilidad en el Primavera Sound 2014
El festival Primavera Sound crece más allà del Parc del Fòrum y toma lugares como el Parc de la Ciutadella, el Convent de Sant Agustí o la sala [2] del Apolo.
Con 350 conciertos de diferentes estilos musicales el evento se abre definitivamente a nuevas propuestas como la electrónica, el hip hop, así como la recuperación de clásicos.
Pixies, Arcade Fire, The National, Caetano Veloso y el resto de bandas congregan 170.000 visitantes al Fòrum y otros 20.000 en el Primavera a la Ciutat.
No será de las ediciones que uno recuerde de forma automática al pensar en “aquellos días de Primavera Sound”. El balance es que se ha tratado de una buena edición del festival barcelonés pero sin unos highlights excesivos ni algún descalabro en los escenarios o de mano de la organización. Todo muy correcto. Arcade Fire, The National, Caetano Veloso, Nine Inch Nails, Queens of The Stone Edge, Neutral Milk Hotel y Pixies como la mayoría del cartel funcionaron bien y el público les estará agradecido al cerrar esta 14ª edición del festival que cada vez se convierte en un evento con propuestas musicales más eclécticas y heterogéneas.
No se ha tratado nomás de los tres días sucedidos en el Parc del Fòrum, sino de prácticamente una semana en que la música ha tomado también otros frentes de la ciudad para albergar hasta unos 350 conciertos y otras actividades relacionadas con la industria musical. Se han coordinado, entre otros protagonistas, a 292 bandas, más de 800 músicos, mientras que en el sector de profesionales acreditados para el Primavera Pro el número ha sido de 2.635, más de la mitad de éstos extranjeros.
En cuanto a público que ha asistido a los conciertos, el total oscila en 190.000, de los cuales 170.000 acudieron al Parc del Fòrum (una media de 50.000 por día) y los otros 20.000 acudieron al resto de programaciones desplegadas en el centro urbano, en lo que se llama el Primavera en la Ciutat. Por otro lado, un 40% del público sigue siendo extranjero, lo que demuestra un año más la reputación del evento allende nuestras fronteras y la atracción que suscita una ciudad como Barcelona. Cabe recordar que el Primavera Sound es de los pocos macro festivales que se insertan tan de cerca en una trama urbana.
El año pasado el festival aumentó significativamente los metros cuadrados de superficie y para los asistentes, cogidos por sorpresa, fue “problemático” cuadrar la distancia y el tiempo entre escenarios distantes. Ya en la presente edición, que conservaba el mismo área, el público sabía a qué atenerse y han planificado la noche teniendo en cuenta las distancias y no ha supuesto un comentario recurrente como si lo fuera en 2013.
PINCELADAS ENTRE MULTITUD DE BANDAS
Si bien Caetano Veloso tiene un recorrido musical nada desdeñable y una discografía con algunos clásicos de música típicamente brasileña, sobre el escenario no es un viva la virgen. Afortunadamente en el directo se acompaña de muy buenos músicos y para el show interpretó canciones con tonos alejados de excesiva melancolía playera e hizo danzar al auditorio con bossa-pop.
Los norteamericanos The National, contaron con un display visual atractivo y envidiable como telón de fondo a la habitual voz envolvente de su líder Matt Berninger. El “barítono”, convertido en un mini enfant terrible se lanzó con la banda en un buen directo apartado del virtuosismo de los CD y con la actitud sobre el escenario se acercó mucho más verídicamente al rock’n’roll.
La maxi banda canadiense Arcade Fire reprodujo un buen concierto salpimentado con canciones de todos sus álbumes al que le faltó la emoción del que realizaran en aquel lejano 2004. A pesar de las últimas tres canciones como gran final, el público no alcanzó la locura que las expectativas habían creado estos cabeza de cartel. Sin locura, pero muy disfrutado, eso sí de forma rotunda.
Pixies hicieron de Pixies en un concierto para cuarentañeros que movieron el esqueleto con nostalgia y tararearon cada una de las canciones que el veterano y algo robusto Black Francis lanzaba desde el escenario. No había engaños y la gente vio y escuchó lo que venia a ver y escuchar de los de Boston. Un par más de dinosaurios de la música –por ser pasado mítico y por ser aún unos monstruos– se pasearon por el Park del Fòrum como Nine Inch Nails y Queens of The Stone Edge. Y ha sido NIN la que se ha llevado la mayoría de comentarios por un directo grandioso y “para el recuerdo”.
Mogwai con su música post rock de gramáticas oscuras ancló al público sobre el asfalto del escenario AP, que hipnotizado descansó los sentidos y los pies hasta consumir la última nota de esta banda venida de Escocia. En el extremo opuesto, con una propuesta bailonga con tientes caribeños, el rock electrónico de los jóvenes australianos Jagwar Ma congregó al público desde el foso de escenario hasta la última gradería del Ray-Ban con un ambiente festivo muy saludable.
Con la electrónica como bandera estuvo el cabeza de cartel y ya clásico entre los clásicos del género el francés Laurent Garnier y las bandas Factory Floor y Disclosure que con toques más de garaje y contundencia articularon los movimientos de los presentes. En el lado luminoso de la electrónica synthpop se desenvolvieron con frescura los escoceses Chvrches y los australianos Cut Copy que dotaron de ligereza al line-up.
Los sonidos más clásicos estuvieron representados por Dr. John and The Night Trippers, una banda de New Orleans de sonido cajún destinado al blues y al rocn’n’roll; también gustó no sólo a fans Charles Bradley con su repertorio lleno de soul y funk oriundos de Florida; mientras que por su lado la banda o, mejor apuntado, la big band de Brooklin Antibalas ganó adeptos entre aquellos que la desconocían.
No estuvieron a la altura los norteamericanos Black Lips. Su estilo de rocanroll gamberro y adolescente cuajo mal en el escenario Pitchfork… sería el sonido que se descuadraba o alguna indisposición del cantante o de la banda. No todo vale ni se justifica y la sensación final fue la de estar asistiendo a un espectáculo de fin de curso en un instituto.
Mala suerte tuvo la estupenda banda rítmica Chk Chk Chk (!!!) y la gente que no puedo ver su directo... Estos californianos y su dance-punk-funk tuvieron que lidiar con un público reducido y acosado por el frío que se apoderó del espacio abierto y expuesto a la “brisa” marina. Y para buenos bailes y en un escenario más cobijado, la formación Chromeo, un dúo de canadienses tocando electro-funk con mucho toque disco que ayudaron a dar calidez a la noche.
En un plano de corte nacional, cabría destacar a la reciente pareja musical Sívia Pérez Cruz y Raül Fernández Miró que abarrotaron de una tacada las 3.000 localidades del auditorio. Asimismo, Standstill llenó su “platea” en un concierto con buen sonido y más trepidante que lo que se acostumbra a escuchar en diferido. Por lo demás, tanto Mishima, Nacho Vegas como muchos otros del terruño tuvieron la recepción esperada en una edición que ha hecho un cartel basado en una variedad estilística amplísima.
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