“Sus amigos, cuadros, palabras, películas, alumnos y huertos nos quedamos sin su versión de la vida”. En este tuit, Leonor Watling, compañera de candidatura de Bigas Luna a la presidencia de la Academia de Cine, encerraba precisamente esa versión de la vida. El pintor, guionista, director, maestro, horticultor Juan José Bigas Luna (Bracelona, 1946) falleció el viernes en su casa de Virgili (Tarragonès) víctima de un cáncer. No habrá homenajes póstumos por expreso deseo (ante notario) del cineasta.
Fotógrafo profesional, aterrizó en el mundo del cine desde el campo de la publicidad para descubrir a actores que se convertirían en grandes del cine español, desde Ariadna Gil en Lola (1986) hasta Verónica Echegui en Yo soy la Juani, 20 años después.
En la gran pantalla encontró, además, la forma de reflejar esa versión de la vida, una vida movida por una curiosidad sin límites, apasionada, divertida, simbólica. Un reflejo social intachable. Esos Monegros y esos huevos fritos (todo un homenaje gastronómico) de Jamón, jamón (1992), ese toro, esa chulería de “un tal” Javier Bardem y esa coquetería descocada de “una tal” Penélope Cruz, acompañados de otro “tal”, Jordi Mollà, perlas en bruto pulidas por Luna. Ese Barrio Chino de Barcelona en faldas de la prostituta llamada Bilbao (Bilbao, 1978). Ese sórdido mundo de los excesos de los bajos fondos que experimenta Lulú (Las edades de Lulú, 1990). Esa sensualidad desbordadota, esos celos mamarios del pequeño Tete y ese “món casteller” en La teta y la luna (1994). Ese extrarradio poligonero de Yo soy la Juani (2006), con “la tal” Verónica Echegui. Son iconos de ese mundo ibérico, sensual y erótico, realista y, a la vez fantástico que reflejó Luna.
Se presentó a las últimas elecciones a la presidencia de la Academia de cine, que dieron como vencedor y sucesor de Álex de la Iglesia a Enrique González Macho, con intenciones muy suyas, como la de “darle un toque sexy” a la institución. Premiado y siempre reconocido en festivales como Cannes, Venecia o San Sebastián, y Premi Nacional de Cinema de Catalunya en 1998, Bigas Luna no descuidó sus otras pasiones. Pintó, fue una de las almas del relanzamiento del histórico cabaret zaragozano El Plata y cultivó sus productos de agricultura ecológica en su propio y cuidado huerto.
La muerte de Bigas Luna a los 67 años ha supuesto un mazazo en el mundo del cine. Le sorprendió en su casa junto con su esposa y sus tres hijas. Hasta la semana pasada estuvo trabajando en la adaptación cinematográfica de Mecanoscrito del segon origen, la novela de Manuel de Pedrolo que el director ha dejado a punto para su rodaje y que exigió que se finalice. No será, sin embargo, ningún homenaje póstumo. Él no lo habría querido. Simplemente, deseaba dedicársela a su único nieto. Así será.