A finales de noviembre Catalunyaplural.cat publicaba una información con el título : “Una empresa de Barcelona organiza una rifa donde el premio gordo es un puesto de trabajo”. Unos meses más tarde y después de venderse algunos miles de boletos, esta redacción ha sabido que la Generalitat no autorizó ninguna rifa donde se incluyera como premio un puesto de trabajo y por este motivo ha abierto a los organizadores un procedimiento sancionador y ha pasado al departamento de Empresa y Empleo el tema para ver si en el procedimiento se hubieran conculcado algunas normas legales.
Por lo tanto, aún no se sabe si lo que se publicitó a través de los medios mayoritarios como una iniciativa incluso digna de elogio ha sido o no un fiasco o algo peor.
A primera vista podría parecer que la Generalitat ha hecho simplemente su trabajo y al constatar que había, al menos, cosas poco claras, ha intervenido. No ha sido exactamente así. Hubo personas que vieron moralmente inaceptable la rifa e hicieron el seguimiento hasta que sus acciones han posibilitado que finalmente la autoridad abra una investigación y aclare si se han producido hechos legalmente reprobable.
El protagonista de esta historia no quiere sacar rédito personal, pero este redactor ha podido hablar y ha visto pruebas documentales de lo que cuenta. Lo llamaremos Oscar M. “De entrada cuando vi la información que salía en la página web de la empresa que organizaba el sorteo, Kickat Krisis, me pareció moralmente reprobable, pero al repasar las bases del concurso vi otras cosas que no estaban claras” , dice Oscar. “Entre esas cosa, que se sorteaba un iPhone y lo valoraban en 5.000 euros”. Y con las dudas este ciudadano comenzó a hacer preguntas a través de Twitter a la cuenta de la empresa organizadora del evento. “Al principio no respondían o me indicaban que me pusiera en contacto con un teléfono que incluso era un 902, de pago”, explica. “Yo siempre he querido que las explicaciones las dieran en abierto”.
Ante la sensación de que el sorteo podía esconder algo túrbio Oscar usó Twitter e hizo llegar el caso a algunos de los usuarios con más seguidores en la red, por ejemplo Pepo Giménez y otros como Albano Dante y Esther Vivas, que se hicieron eco.
Paralelamente, Oscar descubrió la página de Facebook de los organizadores del sorteo y volvió a hacer públicas sus dudas, entre otras , preguntando qué pasaría fiscalmente si tocaba el premio, porque la cesta con el puesto de trabajo y una serie de servicios y objetos había sido valorada por la empresa en 110.000 euros, lo que suponía que los ganadores deberían pagar 23.000 euros a hacienda. Una segunda cuestión era saber qué pasaba si el boleto premiado no había sido vendido. Un tercer punto era aclarar si el premio era un puesto de trabajo, como se anunciaba, o sólo daba derecho a una entrevista de trabajo con un salario a fijar y con dos meses de prueba. Las preguntas insistentes supusieron que Óscar fuera bloqueado en Facebook y tuviera que inventar identidades falsas para seguir cuestionando las irregularidades que veía. Finalmente, alguna de estas identidades fue tolerada gracias a las quejas de otros internautas.
Otra acción realizada a partir de la insistencia de este ciudadano fue iniciar una recogida de firmas a través de la plataforma virtual www.change.org que supuso que unos cientos de personas se sumaran a este movimiento que pedía claridad al asunto. Con todo este material, Oscar M hizo una denuncia formal a la Agencia Catalana de Consumo. La primera respuesta fue que se pasaba el tema a la dirección general de Tributos y juego.
Mientras todo esto ocurría acercaba el 6 de enero, día del sorteo del Niño. El boleto que coincidiera con el premio de la lotería nacional se llevaría todos los obsequios. Pero mientras tanto, Oscar M. recibía noticias directamente de un consejero del Gobierno de la Generalidad indicando que se estaba alerta del caso y que se estaba investigando.
Pero, he aquí que KitKatKrisis había dicho en varias entrevistas que habían puesto a la venta 100.000 números de la lotería en 50.000 papeletas. Y un comprador de una de estas participaciones hizo público en el foro de Facebook que él tenía un boleto pero sólo con un número. Lo que puso de nuevo sobre aviso a Oscar y a la gente que seguía el caso. La respuesta de la empresa fue reconocer que podrían haber errores de impresión.
Por si fuera poco , después de hacerse el sorteo KitkatKrisis comunicaba que no había localizado a la persona beneficiaria, la que tenía el número coincidente con el premio del niño.
Todo el mamotreto de pruebas, consistente en capturas de pantalla, más las firmas recogidas fue la documentación que se utilizó para pedir una reunión con la directora general de Tributos y juego en el que se le pidió que no se autorizara la lotería. Después de todas estas gestiones Oscar M. recibía una comunicación de la Generalitat en la que se afirmaba que nunca se había autorizado el sorteo y que ponía el expediente en manos del Departamento de Empresa y Empleo que estudiaría si se daban irregularidades en este ámbito.
Al final de la información hay preguntas qué el lector se puede hacer. La primera es cuestionar si existe en la ciudadanía conciencia del poder que tiene si quiere actuar contra lo que considera injusticias. La segunda: está por ver qué consecuencias tiene haber organizado una rifa “no autorizada en la que se incluyera un puesto de trabajo” y qué repercusión tiene en las personas que compraron un número. Como conclusión, la gente puede detener jugadas poco claras si actúa unida.