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Elogio del periodismo en reconstrucción

Josep Carles Rius durante la presentación del libro

J. J. Caballero

El libro de Josep Carles Rius, Periodismo en reconstrucción, empieza con una advertencia: “Este no es un libro neutral. Porque en periodismo, y en la vida, la neutralidad no existe. Pero es un libro escrito con vocación de ser objetivo y veraz, porque solo a partir de estas dos premisas podemos hablar de periodismo”.

Tampoco han sido neutrales en el ejercicio de su profesión los representantes de tres generaciones de periodistas que le acompañaban en la mesa del Col.legi de Periodistes de Catalunya: Gemma Parellada, Milagros Pérez Oliva, Carles Capdevila, José Martí Gómez y Roberto Herrscher. Por una u otra razón, en algún u otro momento, cada uno de ellos ha apostado por el ejercicio de un periodismo objetivo y veraz, y muy a menudo lo han hecho a contracorriente.

Y tampoco eran neutrales los asistentes al acto, muchos de ellos compañeros de Rius en diferentes etapas (El Periódico, La Vanguardia, Públic, y ahora la Fundació Periodisme Plural), muy predispuestos a escuchar sus reflexiones, lo que algunos definen como esa capacidad de ir siempre con las “luces largas” para detectar antes que la mayoría lo que se nos viene encima.

Por eso una de las consideraciones más repetidas fue que se trata de un libro oportuno y necesario. En palabras de Carles Capdevila, un libro cargado de dos ingredientes muy necesarios: “mala hostia y esperanza”. Aunque tratándose de Rius –“uno de los periodistas más decentes que he conocido”, lo definió el fotoperiodista Gervasio Sánchez hace unos días-, la “mala hostia” tiene que entenderse como las cargas de profundidad que contiene el libro, porque él nunca pierde las formas, ni siquiera en las ocasiones más justificadas.

Tormenta perfecta contra el periodismo

Rius interpreta que la crisis del periodismo obedece a cuatro causas fundamentales: el impacto de las nuevas tecnologías, los errores de gestión, la gran recesión y la crisis de credibilidad, acompañada muchas veces de una crisis ética. Se trata de una combinación de elementos que han dado lugar a una “tormenta perfecta” que ha propiciado un “nuevo ecosistema”, aunque no se trata de una tormenta natural, sino que se ha alcanzado tras una serie de excesos: exceso de sectarismo, exceso de propaganda, exceso de los intereses empresariales por encima de los intereses ciudadanos y uso de los medios en interés propio por parte de algunos periodistas.

Con todo, Rius cree que se trata de una crisis de modelo pero no una crisis del periodismo, porque hay una serie de circunstancias que dejan puertas abiertas a la esperanza. Entre el diagnóstico y el deseo, enumeró algunas claves de futuro. Gracias a las redes, el periodista puede tener voz propia más allá del propio medio y, gracias también a internet, ahora existe la posibilidad de crear medios alternativos.

Rius sostiene que los periódicos necesitan recuperar la confianza del lector y eso sólo se consigue recuperando la credibilidad. La credibilidad fue una de las palabras más repetidas en la sesión. Y para recuperarla se precisa del compromiso de cada periodista pero también que las redacciones vuelvan a ser espacio de debate intelectual y lugar donde encontrar referentes profesionales, periodistas que no son famosos pero que son decisivos en las redacciones. Y puso como ejemplo la creación por parte del Col.legi de Periodistes del reconocimiento Ofici de Periodistes, que pretende, precisamente, subrayar ese papel. Rius cerró su intervención con un recuerdo a Pilar Casanova, periodista catalana afincada en Madrid que falleció el 5 de junio y que encarnaba ese modelo.

Pérdida de credibilidad

Gemma Parellada, con larga trayectoria como corresponsal en África, decidió seguir apostando por el periodismo en consideración “a los lectores, no a los medios”, porque “la finalidad es que la gente pueda conocer lo que nos pasa y entender todo lo que nos conecta”. Representante de la generación más joven, Gemma Parellada, que acaba de recibir el Premio de Periodismo Miguel Gil, fue crítica con la falta de criterio de algunos responsables periodísticos, rechazó “la gran excusa de que al lector no le interesan ciertos temas” y fue autocrítica al subrayar que “la credibilidad la hemos perdido nosotros. Y si la hemos perdido es porque lo hemos estado haciendo mal”.

Milagros Pérez Oliva le dio la vuelta a la frase, tan repetida, de que “la crisis es una oportunidad”. “Sí, la crisis es una oportunidad, pero de momento quien la está aprovechando son los que quieren convertir el periodismo en un instrumento de sus intereses económicos e ideológicos”. La que fuera exigente Defensora del Lector en El País, fijó dos momentos simbólicos de la crisis de credibilidad de los medios: el día en que el indulto a Alfredo Sáez, ex directivo del Banco Santander, aparece muy pequeño o simplemente no aparece en los grandes medios españoles. Y el día en que todos los diarios publican la misma portada: un anuncio, precisamente de ese mismo banco. Milagros Pérez Oliva augura un futuro marcado por unas redacciones como órganos muy ideologizados, muy tecnificados, que no generan contenidos sino que gestionan los que otros producen fuera. Redacciones muy jerarquizadas, sin debate profesional, amenazadas por la precariedad y en las que, precisamente a causa de esa precariedad, ha arraigado la autocensura.

Autocrítica y épica

Cuando dejó la dirección de Ara por motivos de salud, Carles Capdevila leyó ante la redacción un emotivo pero contundente texto que debería ser de lectura obligatoria en las Facultades de Periodismo. Con la perspectiva que da el tiempo, Capdevila, relajado y cargado de humor, recurrió a médicos y maestros como ejemplo de profesiones que, al igual que los periodistas, están sumidas en el desconcierto. Porque hace unos años, vino a decir, nadie ponía en duda lo que recetaba un médico y ahora los pacientes miran internet o toman lo que dice un amigo. ¡Ni siquiera se esforzaban por tener buena letra!, ejemplificó. También los maestros ven ahora cuestionada su “autoridad” por la cantidad de información que se puede encontrar en la red y fenómenos como “El Rincón del vago”.

“Lo que nos pasa a los periodistas se debe a que éramos un colectivo privilegiado, porque cuando teníamos el monopolio lo hicimos mal”. “Y ahora –añadió- estamos reformando el periodismo con nosotros dentro, y eso es muy difícil, es como cuando reformas la cocina y el baño y sigues viviendo en casa”. Porque el lector ahora sabe muchas cosas y tiene muchas ganas de aprender, pero también es más fácil llegar a él y saber qué piensa. Los periodistas, a juicio de Carles Capdevila, deben mostrarse “más cabreados, más autocríticos y con más épica”. Por eso coincide que hay que reconstruir el periodismo, “aunque hay que mantener las paredes maestras”. Y eso lo dijo mientras señalaba a Martí Gómez.

Mejor periodismo, menor esperanza

Dijo Martí Gómez que la ventaja de ser el último en intervenir es que ya se ha dicho casi todo, y además, bien dicho. Frente a los nostálgicos del periodismo de años atrás, Martí fue contundente: “El periodismo de los años sesenta era una mierda. Los sueldos eran bajísimos y todo el mundo estaba pluriempleado, pero tenías la sensación de que había ocasión de progresar y si entrabas en plantilla llegabas al convencimiento de que nunca te despedirían”. Ahora, dijo Martí, el periodismo es mejor, pero la esperanza es menor. Martí Gómez sí siente nostalgia del intercambio de ideas de las viejas redacciones, y las comparó con los antiguos departamentos de un tren donde la gente intercambiaba comida, bebida y tabaco, frente a los trenes de hoy, donde no nadie conversa.

Martí, que ha publicado recientemente “El oficio más hermoso del mundo”, subraya tres aspectos de la crisis actual: falta autocrítica, sobra autocensura, hay cobardía y sobra victimismo. Y puso como ejemplo el caso de la Radio Televisión Valenciana donde sólo denunciaron las manipulaciones e injerencias políticas cuando perdieron su trabajo, pero no tuvieron la valentía de denunciarlas mientras trabajaban.

Roberto Herrscher, director de la colección y responsable del master de Periodismo Universidad de Barcelona-Columbia University, resumió la aportación del libro de Rius en unas pocas frases: ha desatado las furias, ha abierto un diálogo necesario y ha lanzado un grito de alerta y una llamada a la acción para tratar de reconstruir el periodismo.

Un periodismo -el de Rius y el de muchos de los que hemos trabajado junto a él- que debe ser veraz y objetivo, pero que no puede ser neutral.

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