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El extesorero de Convergència tira de la manta tras una década de silencio sobre la corrupción del partido

El extesorero de CDC Daniel Osàcar, condenado por el caso Palau, a su salida de la Ciudad de la Justicia de Barcelona. EFE/Andreu Dalmau

Oriol Solé Altimira

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“Mi confianza es plena y total. Confío más en Osàcar que en Millet y los Montull, que han pactado con el fiscal para rebajar sus penas”. Así defendía en 2017 el expresident de la Generalitat Artur Mas al extesorero de Convergència frente a las confesiones de los saqueadores del Palau de la Música sobre las comisiones que el partido cobró a través del auditorio. Tres años después y tras una década de silencio oficial es Daniel Osàcar quien busca rebajar una eventual pena de prisión en el caso del 3% colaborando con la Justicia.

En este contexto hay que enmarcar la declaración de este martes de Osàcar ante el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata. El extesorero ha confirmado las sospechas de la Fiscalía Anticorrupción sobre la existencia de un sistema de blanqueo de capitales del partido mediante donaciones de exconsellers y altos cargos.

Si bien Osàcar ha confirmado el circuito para aflorar dinero negro y ha señalado como responsable del mismo al exdiputado y exgerente de CDC Germà Gordó, el extesorero ha evitado precisar si su origen correspondía a las comisiones de empresarios a cambio de obra pública. Pero ha dado por primera vez un nombre que Anticorrupción persigue desde hace tiempo en la causa del 3%: Artur Mas.

El expresident se había salvado de la imputación en la pieza principal de la causa –por la que ya están procesados desde el pasado verano Osàcar y Gordó, entre otros exresponsables de CDC y empresarios. Después de que Osàcar haya explicado ante el juez que cree que el expresidente conoció el sistema de 'pitufeo', la sombra del 3% vuelve a acechar a Mas.

La de este martes ha sido pues una voladura controlada por parte de Osàcar, aunque de hondo calado político al implicar a Mas. La gran confesión, que debería servir para una evitar su entrada en prisión por el 3%, se espera para dentro de unas semanas cuando fructifiquen sus conversaciones con la Fiscalía y Osàcar confirme el entramado de comisiones a cambio de obra pública dibujado por el juez instructor y el Ministerio Público.

Las razones de Osàcar se explican, en gran medida, por su pasado, presente y futuro penal. El extesorero entró en prisión el 25 de junio por el caso Palau, en el que resultó el único condenado de Convergència –no se pudo demostrar la implicación de los dirigentes políticos– por las comisiones ilegales que el partido cobró de Ferrovial a través del auditorio. Pagó el precio de su silencio durante el juicio.

Al igual que Millet y Montull, Osàcar mantuvo negociaciones con la Fiscalía para rebajar las penas del caso Palau. Pero a diferencia de los exjefes del auditorio él no llegó a un acuerdo previo al juicio con el Ministerio Público. Tampoco optó por revelar la corrupción del partido al tribunal e intentar así beneficiarse de un atenuante de confesión en la sentencia. “A estos señores de Ferrovial les he conocido en el juicio”, llegó a afirmar.

El arrepentimiento tres años después y ya sentenciado le sirvió a Osàcar para obtener el tercer grado a principio de septiembre, de forma que puede cumplir la condena de cuatro años de cárcel por el Palau en un piso tutelado por la Generalitat en vez de en prisión. La colaboración con la Justicia es pues determinante para mantener esta situación y evitar tener que ingresar de nuevo en prisión en el futuro por el 3%.

Al margen de las razones estrictamente jurídicas, a nivel político las hemerotecas están llenas de muestras públicas de apoyo de los dirigentes convergentes al extesorero –“entre la palabra de Millet y la de Osàcar, me fío de la de Osàcar”, llegó a proclamar Francesc Homs en 2017. No obstante, los ánimos se convirtieron en silencio una vez Osàcar resultó condenado y tuvo que ingresar en prisión por el Palau.

Para muestra, dos imágenes: en 2011, cuando fue imputado por el Palau, dirigentes de CDC como Oriol Pujol o Jordi Turull llegaron a acompañarlo al juzgado. En 2020, Osàcar entró en la cárcel únicamente arropado por su abogado, Xavier Melero, que al representar también a CDC y al PDeCAT ha dejado la defensa del extesorero en el caso del 3%.

Tras su confesión este martes, el principal señalado por Osàcar, Germà Gordó, ha tuiteado una foto de un cielo azul precedido de este mensaje: “Nunca he hecho nada ilegal”. Artur Mas ha negado que diera instrucciones a Osàcar para blanquear dinero, al tiempo que mostraba comprensión con su extesorero y recordaba su condición de católico: “Creo que una persona así, por fuerte que sea espiritualmente, puede ser vulnerable cuando ha estado encarcelado y tiene amenazado el patrimonio”.

Por su lado Irene Rigau, a la que Osàcar ha excluido del sistema de blanqueo al asegurar que no le devolvió las donaciones que hizo al partido, ha sido la primera de los exconsellers imputados –están también Felip Puig y Pere Macías–en anunciar que pedirá el archivo del caso para ella en vista a la declaración del extesorero.

A la espera de más movimientos de los investigados, de cristalizar el acuerdo total entre Osàcar y Anticorrupción, no solo quedarían en una situación delicada exmandamases convergentes otrora intocables como Gordó. Cabe recordar que el PDeCAT está procesado como partido en la causa del 3% al igual que Convergència. Una condena podría dar la puntilla económica a la formación cuando todavía está por ver si el PDeCAT también deberá devolver el dinero del caso Palau en caso de que Convergència no pueda. El partido nacionalista hegemónico en Catalunya durante décadas y sus sucesores dependen de un tesorero que hasta ahora había sido fiel.

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