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La Assemblea, el nuevo gran actor en la política catalana

Una gran estelada de velas organizada en Vic por la Assemblea Nacional Catalana en octubre de 2012 / Arnaucc (Wikimedia Commons)

Arturo Puente

Barcelona —

Si algo demuestra la fuerza que el proceso soberanista catalán tiene en la calle es la pujanza política de la Assemblea Nacional Catalana. Las demandas de ilegalización, las advertencias de algunos partidos o la ofensiva mediática en su contra son solo combustible para el motor de la ANC, la asociación independentista que se ha ganado por derecho propio un papel central en el devenir de la política catalana. A medio camino entre un movimiento social y una organización política clásica, la Asamblea ha demostrado reiteradas veces su rotunda capacidad de movilización, con la convocatoria de la masiva manifestación por la independencia de la Diada de 2012, que precipitó el inicio del proceso soberanista en los órganos oficiales de la Generalitat, pero sobre todo, con la organización de la cadena humana que recorrió el país de punta a punta el 11 de septiembre de 2013. A toda máquina, en solo dos años de andadura la ANC no ha parado de sumar socios, apoyos y, también, críticos.

Desde el su nacimiento, la Assemblea ha presionado con gran habilidad para la consecución de sus objetivos, marcando las pautas y líneas rojas en la actuación tanto de los partidos como del Govern y ha sido una de las piezas clave para organizar a una ciudadanía que, tal y como muestran todas las encuestas, está convencida de decidir su futuro político.

El origen de la Assemblea puede rastrearse en las consultas populares de carácter no vinculante que se llevaron a cabo entre 2009 y 2010 en cerca de 500 municipios. Aquel proceso consultivo fue el germen de un amplio movimiento que para muchos catalanes fue un punto de inflexión. Teresa Mira es una arquitecta de Sabadell, de las de ICV de tota la vida, que entró en la Assemblea casi al mismo que ésta nacía. Describe con viveza la consulta independentista celebrada en su localidad, el 30 de mayo de 2010: “Cuando fui a votar encontré a gente de la mayoría de partidos democráticos de la localidad, y entendí que esto era un movimiento social muy interesante y que iba más allá de la política partidista”.

Las consultas, en las que participaron unas 850.000 personas, fueron fuertemente criticadas en Cataluña desde el PP y Ciutadans, a los que se sumaron algunos sectores de Unió y del PSC. Pero la verdadera bronca política tuvo lugar en Madrid cuando el PP acusó al gobierno de Zapatero de haber permitido consultas ilegales. Impermeable a la polvareda levantada, la semilla de la ANC ya estaba plantada. Pocos hubieran apostado por que llegaría a echar unas raíces tan fuertes, si no fuera porque solo unos meses después de aquellas consultas se produciría el hecho que redibujó el independentismo en Cataluña: la sentencia del Constitucional que recortaba el Estatut. “Somos una nación. Nosotros decidimos”, gritaron hasta un millón de catalanes según la cifra recogida por la Guardia Urbana el 10 de julio de 2010 en Barcelona, en reacción a la sentencia del alto tribunal. Había nacido un movimiento o, visto de otro modo, el viejo movimiento independentista catalán había sobrepasado sus propios límites.

El nuevo independentismo

“Yo no me he vuelto independentista”, afirma Teresa Mira. “Desde mis tiempos de militancia en el PSUC, siempre he apostado por la liberación nacional de Cataluña. El debate es cómo se interpreta esto en cada momento. Creo que ahora se está dando una clara involución dado que se está acabando con la posibilidad de una España plurinacional. Ante eso me saltaron todas las alarmas, y reaccioné”. Una de las banderas más reconocibles de la ACN es su voluntad de transversalidad. Como Mira, muchas de las personas que participan en la Assemblea militan en partidos que no tienen clara adscripción independentista. “Iniciativa tiene federalistas que se pronuncian con voz más fuerte, e independentistas que tenemos menos voz. Convivimos porque vamos en el mismo tren. El tema es decidir cual es la estación más interesante para bajar”, asegura con aplomo.

La ANC se ha esforzado por ser una organización en la que se pueda sentir cómoda cualquier persona sin importar su posición ideológica lo largo del eje izquierda-derecha, y tanto para los viejos independentistas como para los recién llegados. Para lograrlo, la Assemblea intenta no tomar partido en temas que no sean de estricta competencia nacional, asunto que les ha ocasionado fuertes reproches. “Tenemos claro que nuestro único objetivo es la independencia”, explica el vicepresidente de la Assemblea Nacional Catalana, Jaume Marfany, “casi nunca nos pronunciamos en relación a otros temas, ni siquiera en los lingüísticos, porque eso puede provocar divisiones. Es algo que a veces critican incluso nuestros propios miembros”.

Para Marfany, la idea de la transversalidad es básica. “Somos conscientes que los miembros de la ANC tienen diferentes ideas, aunque en la búsqueda de un nuevo estado todos queremos cambiar la sociedad”, relata, pese a que reconoce que en algunas ocasiones es difícil de llevar a cabo esta transversalidad. “Pero -subraya- es nuestra gran fuerza”.

El núcleo surgido de las consultas municipales, formado tan solo por unas 200 personas, se fue desarrollando hasta que en marzo de 2012 se constituyó como asociación ante 7.000 personas en el Palau Sant Jordi. Su cara visible desde entonces y hasta ahora ha sido Carme Forcadell, presidenta de la Assemblea reelegida el 8 de junio del 2013. El objetivo con el que nació la Assemblea fue conseguir la independencia de Cataluña mediante herramientas democráticas y pacíficas. Seis meses después de su constitución, en septiembre de 2012, la ANC convocó una de las manifestaciones más masivas que se recuerda en Barcelona una Diada, bajo el lema “Catalunya, nou estat d'Europa”. Dos millones de personas, según los organizadores, o 600.000 según la Delegación del Gobierno, salieron a la calle para pedir la independencia de Cataluña. Las grandes manifestaciones del 11 de setembre nunca habían tenido un mensaje tan claramente independentista, y nunca habían sido tan masivas. Dos semanas después, el president Artur Mas convocó elecciones a mitad de su mandato para comenzar un proceso soberanista. La Assemblea se apuntaba un primer tanto de inmensa proporción política. Llegarían más, pero aquel golpe de efecto encumbró a la asociación como un agente muy a tener en cuenta por su capacidad de condicionar la política institucional.

Movimiento organizado

Los 30.000 miembros de la ANC se articulan territorialmente en asambleas, más de 600 entre pueblos y barrios, además de una asamblea general que se reúne cada año. Elegidos por los territorios y la asamblea general, 75 personas hacen la función de secretarios, entre cuyas competencias está la de escoger a los 17 miembros de la ejecutiva, que se encuentran una vez por semana. Además de las territoriales, hay asambleas sectoriales, unas 50, organizadas por ámbitos profesionales. Hay asamblea de juristas, de docentes, de deportes, de economistas. Precisamente ésta última tiene encomendada una importante labor de generación de argumentario, tarea de peso en un movimiento que tiene un importante componente económico y que propone una idea, la independencia de Cataluña, que frecuentemente es cuestionada en términos de viabilidad económica.

“En la Assemblea no sabemos si definimos como un movimiento o como una organización, así que hemos terminado diciendo que es un movimiento organizado”, explica Marfany. El vicepresidente de la ANC se considera “un independentista de los del siglo XX”. Todo lo contrario a Miguel Ángel Escolar, trabajador y militante del sindicato UGT y ex-militante del PSC, quien asegura haberse hecho independentista hace poco. “Yo toda la vida he sido federalista. Pero, como muchos en este país, he llegado a la conclusión de que el proyecto federal no tiene viabilidad porque la otra parte, España, no quiere. No soy quien para imponer un federalismo a quien no lo quiere, pero por esa misma razón, quiero decidir sobre mi futuro”, argumenta Escolar, que se afilió a la Assemblea hace un par de semanas, cuando comenzaron los rumores de la demanda de ilegalización que finalmente se materializó en un denuncia de Manos Limpias ante la Fiscalía General del Estado, en la que instan a declarar ilegal a la asociación y a emprender un procedimiento penal por sedición. Algo que, recuerdan desde la Assemblea, solo ha hecho aumentar los apoyos.

Los mentideros políticos de la capital catalana sitúan a la ANC en la cocina de todos los grandes acuerdos del proceso soberanista, una afirmación que Marfany desmiente: “La pregunta acordada para la consulta no es la nuestra. Si tuviéramos tanto poder algunos creen, hubiese salido la que nosotros proponíamos”. De lo que no hay duda es de que la Assemblea ejerce una labor vigilante, similar a la de un lobby, para que el proceso culmine con la independencia. Pocos de los deseos que ha manifestado la Assemblea no han acabado teniendo un reflejo institucional.

“En el momento en que se sepa que no se puede hacer la consulta hay que convocar elecciones lo antes posible”, advertía el pasado mes Carme Forcadell, presidenta de la ANC y una de las personas que, sin ocupar cargos públicos, mayor ascendente tiene en la política catalana. Forcadell, militante de ERC, aumentaba así la presión sobre Mas para que no agote la legislatura, ante la posibilidad de que la consulta no se llegue a celebrar. “Nosotros apostamos por la consulta, porque es la mejor manera para que el pueblo exprese sus deseos”, aseguran fuentes de la ANC, “pero eso no significa que no tengamos que prever todos los escenarios posibles”. Con la intención de anticipar los escenarios, la organización pretende aprobar este mes una explícita hoja de ruta en la que se enumeran cuatro posibles condiciones en las que alcanzar la independencia: una consulta autorizada, una consulta sin autorización, la convocatoria de elecciones plebiscitarias o la suspensión de los órganos públicos catalanes por parte del Gobierno central. En cualquier caso, la ANC quiere que se proclame el nuevo Estado Catalán el 23 de abril de 2015.

La Assemblea Nacional Catalana ha sabido situarse como el motor social de un proceso soberanista que la mayoría de catalanes desea que desemboque en una consulta. La tarea en la que se centra ahora la ANC es en que esta consulta, acordada por CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP para el próximo 9 de noviembre, se acabe celebrando. “Si algo tiene interiorizada la sociedad catalana es el derecho a decidir”, apunta Miguel Ángel Escolar, que considera que el voto de los catalanes es la única opción para solucionar el conflicto: “Cuando la idea de votar es tan transversal, cuando reúne a sindicatos, asociaciones de vecinos, organizaciones profesionales, grupos de diferentes ideologías, una asociación tan civil como la ANC… es porque esto no es cosa de un político chiflado; aquí hay una sociedad detrás”.

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