Rocío Martínez-Sampere: “Detrás de la marca Barcelona ha dejado de haber un modelo de sociedad”
Rocío Martínez-Sampere (Barcelona, 1974) llega a la entrevista sin haber dormido y tras el primer debate entre los candidatos a las primarias del PSC para nominar a su candidato a la alcaldía de Barcelona. Ha empleado las horas de sueño en visitar a los trabajadores nocturnos de la ciudad, “necesarios para que la ciudad funcione por el día”, asegura. Sin embargo, se la ve energica. Segura de sí misma, entra con comodidad en los temas propuestos y no se muerde la lengua a la hora de denunciar los problemas de la marca Barcelona o de su propio partido.
Se califica a sí misma como una candidata de síntesis, ¿qué sitentiza?
Creo que sintetizo lo que necesita esta ciudad para tener un proyecto potente con los equilibrios potentes. Entre lo que es local y lo que es global, es decir, entre el contenedor de tu calle y el medio ambiente, entre lo económico y social, porque las desigualdades no se combaten solo con servicios sociales y redistribución, que también, pero además con la creación de empleo y las apuestas económicas fuertes.
Su lema es 'La Barcelona que se atreve'. ¿A que se debe atrever Barcelona?
Barcelona se debe atrever a lo que es obligatorio, la lucha contra la crisis. Está teniendo efectos devastadores sobre las personas y esta ciudad tiene los instrumentos para luchar contra ello. Pero Barcelona también se tiene que atrever a reinventarse, a pensar de nuevo muchas cosas que ahora funcionan por inercia.
Y usted, ¿a qué se atreve?
Me atrevo a hacer una política distinta. Ya se que esto lo decimos todos. Pero, por ejemplo, me atrevo a expresar dudas en voz alta y a decir que no tenemos las soluciones para todo.
¿Cuál es el principal problema de la ciudad?
Que detrás de la marca de ciudad ha dejado de haber un modelo de sociedad. La marca Barcelona cotiza en bolsa, y eso está muy bien, pero se ha desenganchado de una parte de la ciudad que no funciona, con lo cual la estamos fracturando a dos velocidades. A eso hay que intentar ponerle remedio.
¿Y cuál es el remedio que usted propone?
Cuando los socialistas gobernaban esta ciudad, desde modelos muy distintos, aglutinaban un proyecto global que tenía detrás una concepción de sociedad, de que la ciudad es su gente. Las Olimpiadas no se entienden si no van paralelas a la mejora de Nou Barris o de eliminar los últimos focos de barraquismo. Eso es tener una visión en la que la marca de Barcelona no vaya desenganchada de las oportunidades de cada uno de sus ciudadanos.
Ha abogado por ir a por el voto de barrios que tradicionalmente no han elegido al PSC. ¿Es compatible buscar el voto de Sarrià y luchar contra la desigualdad entre barrios?
Se puede compatibilizar, como lo hizo el alcalde Maragall. Puedes encontrar a una persona que viva en el Eixample con la misma inquietud por las guarderías que una persona de la Guineueta. A la hora de ver la ciudad, es más inteligente generar un movimiento amplio de progreso. Está demostrado que era así cuando los socialistas gobernaron la ciudad.
Su gestión municipal, ¿cambiaría en algo la trayectoria de la gestión del PSC?
Los principios que inspiran nuestra acción política son los de siempre. La manera de hacerlos efectivos es lo que tiene que cambiar. La revolución está en los detalles, en las cosas pequeñas. Por ejemplo, hay que volver a liderar desde el Consejo de Eduación un cambio en las dinámicas de equiedad en la educación de esta ciudad, introduciendo criterios socieconómicos en la reserva de plazas. Y también gestionar de una manera más transversal y más transparente.
¿Cómo se consigue eso?
No es tanto dar más canales de participación sino que esa participación tenga un retorno. Esto no significa decir siempre sí. Significa explicar por qué no o por qué sí y que los ciudadanos puedan rendir cuentas.
Ahora que saca lo de rendir cuentas, ¿qué le ha pasado al PSC para estar en su momento más bajo?
Hay problemas propios y problemas compartidos con la socialdemocracia europea. Tenemos que volver a ganar credibilidad en la alternativa económica porque hemos sido arte y parte de la crisis. En el caso catalán, además, como los ejes de la política catalana son el socioeconómico y el nacional, la sentencia del Estatut marcó un punto de inflexión en la credibilidad de un pacto de convivencia, que es el federalismo. Pero también es cierto que, como partido, funcionamos de una manera muy endogámica. Cada vez que nos reunimos decimos que nos vamos a abrir a la sociedad, cuando el tema es volver a ser sociedad. Se necesita un cambio en el funcionamiento de los partidos, por eso unas primarias abiertas permiten que la política retorne al lugar donde nunca debía haber salido, que son los ciudadanos.
He oído de los candidatos citar muchas virtudes sobre las primarias abiertas. Pero algún inconveniente tendrán…
Lo malo puede ser que no cumplan sus objetivos. En unas primarias abiertas, si no participan más que la militancia y los simpatizantes, no serán el impulso de regeneración que deben ser. Es la primera vez que se hacen en España, y la primera vez que se hace una cosa siempre se cometen errores.
En algunos momentos los candidatos parecen tener propuestas muy similares, ¿cuál es la propuesta que más le diferencia?
Como voy a sacar una propuesta al día, déjame decir lo que ya he hecho. El día que comenzó la campaña, el domingo por la noche presentamos nuestro lema y cartel de campaña. Fue una manera atrevida de hacerlo porque no era una foto y un lema tradicional, sino que se hizo con gente que ponía pósits con ideas por Barcelona.
¿Cuál ha sido el pósit que más le llamó la atención?
Bueno, hubo uno que me hizo mucha gracia que ponía “por favor, devuélvenos a Rubianes”. Y por la noche estuvimos visitanto a la gente que trabaja de noche y un basurero me dio uno pidiéndo más lavabos en la ciudad. Me pareció una cosa muy necesaria a la que solo llegas en este tipo de tú a tú.
“Mi compromiso es que cualquier persona pueda ser emprendedora de su propia vida en Barcelona”. Lo escribió hace poco. ¿Qué quiere decir?
Cuando preguntas por las aspiraciones de progreso, mucha gente te dice “tener más de todo”. O “tener más garantías”. Son discursos muy clásicos de la izquierda, los de garantizar derechos. Y luego los ciudadanos ven que garantizar, lo que se deice garantizar, cada vez garantizamos menos. Por eso siempre digo que hay que recuperar la ideología pero dejar de lado las certezas. A mi lo que me interesa es poder ofrecer la libertad máxima para realizar proyectos, y para eso es necesaria la inversión colectiva y garantizar la igualdad de oportunidades, por ejemplo en educación.
Veo que habla mucho de educación. ¿Qué se puede hacer desde el Ayuntamiento en este ámbito?
El Ayuntamiento puede liderar la educación porque tiene un instrumento que es el Consorcio de Educación de Barcelona. Ahí, a medias con la Generalitat, tiene un papel que debe ejercer. El problema es que Trias está haciendo de banco de Mas y callado ante Montoro en vez de estar liderando esos proyectos. Y después, el Ayuntamiento puede hacer mucho en los espacios de educación no formal. No tienen nada que ver las posibilidades que se dan en un colegio público de Sarrià y en uno de Ciudad Meridiana en educación no formal. Desde el ayuntamiento se puede ayudar a Ciudad Meridiana a crear estos espacios que son vitales para la educación de nuestros hijos.
Me temo que eso no llama mucho al voto de Sarrià…
¿Por qué no? Hay mucha gente en Sarrià que entiende que la igualdad de oportunidades es un valor para todos. No me atrevo a decir que la mayoría pero yo conozco a algunos.
La han acusado de defender la escuela pública pero de no practicarla.
¿Me han acusado?
Se ha dicho. Por lo de llevar a sus hijos a una concertada.
Bueno, yo estoy encantada con la escuela de mis hijos, no entré a la que escogí, pero me parece una escuela fantástica. Yo creo que en el sistema público hay que igualar un poco más, pero que no depende de la titularidad de la escuela, de si es pública o concertada, sino que el sistema de educación pueda funcionar bajo los mismos parámetros.
Entiendo que defiende el modelo mixto entre la escuela concertada y la pública.
Bueno, es el que tenemos.
¿Pero lo defiende?
Sí, claro, pero insisto, equiparándolo en derechos y obligaciones que en este momento no lo acaba de estar del todo.
Atrévase: Si de usted dependiera, ¿se celebraría la consulta el 9N?
¿Sin pactar?
Tal como está ahora.
No, sin pactar no. Yo creo que la única garantía de que sea una consulta es que sea bajo una legalidad. Que, por cierto, es lo mismo que dice Mas.