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“El 1 de octubre perderemos todos”

Núria Marín, Alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat

Neus Tomàs

Desde que la alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat, Núria Marín, espetó en público al president, Carles Puigdemont, que dejase en paz a los alcaldes, esta dirigente socialista se ha convertido en un símbolo del rechazo al referéndum del 1 de octubre. Fue durante la Diada y ese comentario la convirtió en una de las políticas más buscadas por los medios.

Pero aunque haya quien quiera ubicarla en el frente del Partido Popular, Marín se muestra también muy crítica con la estrategia de Mariano Rajoy. Y así se lo ha hecho saber en el par de conversaciones telefónicas que han mantenido en los últimos días. Marín apelaba, apela y apelará al diálogo como única solución para resolver el conflicto abierto entre Catalunya y el resto de España.

Pidió al president Carles Puigdemont que dejase tranquilos a los alcaldes. ¿Lo ha conseguido?

No. Le pedí al president que nos dejará tranquilos porque este es un referéndum convocado por la Generalitat y nos han puesto en el centro en el momento en que nos solicita por escrito si estábamos dispuestos a colaborar. No solo eso sino que posteriormente Carles Puigdemont en un acto público pidió a los ciudadanos que interpelasen a los alcaldes y que les mirasen a los ojos y les preguntasen si cederían locales. Eso fue un error.

Nosotros fuimos elegidos para gestionar los problemas de nuestros ciudadanos y el president podía haber convocado perfectamente este referéndum al margen de los municipios y hacerlo con los recursos de los que dispone la Generalitat. Esa frase resumía el malestar de muchos alcaldes que se sienten muy presionados, especialmente en aquellos lugares más pequeños, donde se conoce todo el mundo.

Hay compañeros suyos que aseguran que han sido increpados en la calle. ¿A usted le ha pasado?

No. Soy una alcaldesa que piso mucho la calle y estos días se me ha acercado mucha gente para hablar de este tema. Algunos para decirme que estaban totalmente de acuerdo con mi decisión y otros para expresarme su voluntad de ir a votar el 1 de octubre. Yo no he tenido esa mala experiencia más allá de las redes sociales, en las que sí hay algún insulto, pero no me genera una presión personal.

Después de su famoso comentario a Puigdemont, usted ha hablado un par de veces por teléfono con Mariano Rajoy. Le reclamó que hiciese política, que dialogase y que frenase la escalada de tensión. No parece que el presidente del Gobierno le haya hecho mucho caso.

Como es evidente, ni el presidente de la Generalitat ni el del Gobierno de España hacen caso a los que, como yo, les hemos trasladado que estamos ante un problema grave, un problema que es político de primer nivel y cuya solución no puede ser ni el inmovilismo de Rajoy, haciendo oídos sordos al problema, ni la deriva independentista saltándose las reglas del juego. Hay que hablar menos y escuchar más. Rajoy y Puigdemont tienen que escucharse y hablarse.

Si no lo han hecho es porque tal vez ambos pensaban que les convenía electoralmente seguir ignorándose.

Los motivos, los desconozco. Si hiciésemos marcha atrás, quiero pensar que uno y otro actuarían de una forma diferente. Ni Rajoy ni Puigdemont pueden mostrar con orgullo su actuación.

Escuchándoles no parece que estén muy arrepentidos.

Posiblemente, uno y otro no tienen voluntad de reconocer sus errores, los suyos o los de sus predecesores, pero ninguno de los dos puede estar orgulloso de lo que ha hecho.

¿De aquí al 1 de octubre hay margen?

Quiero pensar que sí. Ya sé que cada vez se hace más difícil pensar que existe ese margen pero confío en el sentido común y en la inteligencia personal y colectiva. Una gran parte de los ciudadanos espera un paso que evite la fractura.

La propuesta de una asamblea de cargos electos formulada por Pablo Iglesias parece la única que de aquí al 1-O implicaría parar el reloj. El PSOE ya le ha dicho que no cuente con ellos. ¿A usted qué le parece?

Yo no creo que sea la única. La propuesta de Iglesias hace una apelación a hacer un frente en contra del PP cuando lo que menos necesitamos ahora es abrir más frentes 'en contra de' cuando lo que necesitamos son frentes 'a favor de'. Lo que hay que hacer es intentar sumar para llegar a algún tipo de solución. Catalunya quiere un cambio y eso significa evolucionar en el autogobierno, la financiación, un respeto a nuestra lengua y nuestra historia. La mayoría defendemos la dignidad de ser un pueblo como el catalán pero entendemos que con las vías rupturistas de unos y otros no vamos a solucionar el problema.

¿Ha hablado con alguno de los alcaldes citados por la Fiscalía por querer participar en el 1-O?

Sí.

¿Y qué han comentado?

Muchos han actuado en función del dictado de su formación política pero en el fondo no se sienten especialmente satisfechos ni orgullosos de lo que están haciendo porque saben que están poniendo en riesgo la convivencia de sus ciudades.

Ada Colau no cederá locales municipales para el referéndum. Es lo mismo que harán la mayoría de alcaldes socialistas pero en cambio a ella no la increpan. ¿Como juzga la actuación de la alcaldesa de Barcelona?

Quizás ha vendido una cosa y la contraria. Se dice que Barcelona había tomado la decisión de no ceder espacios, como hemos hecho muchos alcaldes, y a la vez que hay una especie de pacto con Puigdemont que nadie conoce. No estamos para medias tintas sino para decir lo que pensamos y actuar con la máxima transparencia. Respeto a lo que cada Ayuntamiento decida, pero en un Estado de derecho hay que actuar de manera legal. Si el ordenamiento no gusta, hay que cambiarlo, no saltárselo.

Apelando a la legalidad estamos viendo a la Guardia Civil entrando en imprentas, retirando pancartas, identificando a periodistas. ¿Está de acuerdo?

Lo que tengo claro es que la solución no pasará por increpar a unos alcaldes, imputar a otros ni probablemente tampoco solamente con la aplicación de la ley. Hay que respetar la ley pero hay que utilizar la política. No sé el día 1 en qué escenario nos vamos a encontrar.

¿Y el día 2?

El día 2 habrá que empezar a dialogar desde cero. A partir de ese día hay que construir puentes de diálogo. No se trata de que el 1 de octubre haya vencedores ni vencidos. Tal como vamos, ese día perderemos todos.

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