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Entornos laborales que rompen con el estigma hacia el trastorno mental

Carles Rubio es una de las personas con trastorno mental que trabajan en Moltacte, en la tienda de Llagostera.

Blanca Blay

La tasa de paro de las personas con trastorno mental es del 61,9% (44 puntos más que la población general). Así lo revela el informe El Estigma y la discriminación en salud mental en Catalunya 2016, presentado recientemente. Carlos Rubio (39) hacía ocho años que estaba en el paro, una situación prolongada que le causó una depresión. La oportunidad de trabajar, después de ocho años, le llegó cuando se dirigió a la Fundación Drissa, entidad sin ánimo de lucro que trabaja con personas con trastorno mental severo para facilitarles la entrada en el mercado laboral y mejorar su calidad de vida mediante, principalmente, un trabajo.

Así, Carles se involucró en un proyecto de la entidad que preparaba a personas que, como él, hacía tiempo que estaban en paro, para volver al mundo laboral, y ahora hace justo dos años fue una de las personas que seleccionaron para una tienda de ropa que abría en Llagostera (Girona). “Me ha cambiado radicalmente la vida, he pasado de estar con una depresión encerrado en casa a trabajar, y desde entonces me siento bien”, comenta.

“El trabajo es algo identitario y cuando por razones ajenas te quedas en paro y además te cuesta encontrar algo es como si te estuvieran arrancando parte de esta identidad. Por ejemplo, continúas siendo padre o marido pero ¿dónde está el cartero, el profesor, el electricista? Hay una parte de ti que ya no existe”, reflexiona el psicólogo Fran Eiroa.

Miquel Isanta es uno de los fundadores de Moltacte, la cooperativa de iniciativa social sin ánimo de lucro que contrató a Carles como dependiente en uno de sus outlets. “En aquellos momentos [hace diez años] no había muchos experiencias laborales de personas con trastorno mental, un colectivo que siempre ha sido estigmatizado, y nosotros queríamos generar oportunidades de trabajo dignas”, explica a este diario. Desde entonces Moltacte ha ido creciendo y actualmente tiene una cincuentena de trabajadores -de los que 27 tienen algún tipo de trastorno mental- que se reparten entre las tres tiendas, la de Manresa, Igualada y Llagostera. También es una entidad federada de AMMFEINA Salut Mental Catalunya.

Uno de los propósitos de la cooperativa, asegura Isanta, es “demostrar que hay otras maneras de hacer empresa”. Esto lo comenta cuando recuerda que la primera persona que contrataron “era un caso clarísimo de alguien que lo echaron del trabajo después de enterarse de que tenía un trastorno mental”.

De fondo: el telón del estigma

El caso que explica Miquel Isanta es frecuente. Resultados del informe sobre el estigma y la discriminación en Catalunya apuntan datos que lo avalan: el 28% de la población general no entrevistaría para un trabajo una persona con un trastorno mental. Ante el estigma, una de cada dos persona oculta en el trabajo su trastorno para evitar un trato discriminatorio. “A menudo las personas que tienen un trastorno mental se ven relegadas a ocultar el trastorno cuando buscan trabajo”, asegura Fran Eiroa.

Andrea Quintana (39) se ha encontrado en varias ocasiones discriminada por su diagnóstico. “La primera lección que te da un diagnóstico, por cómo ves que reacciona la gente, es el silencio”, lamenta. “En una entrevista de trabajo se me escapó que tenía un trastorno mental [depresión] y me pidieron que hablara antes con la psicóloga para decidir si me incorporaba o no. Al final fue bien pero que te hagan pasar por una entrevista psicológica es realmente duro”, recuerda.

Otros resultados del informe demuestran también que existe la tendencia de que las personas con trastorno mental que trabajan estén infraocupadas, es decir, reasignadas a categorías laborales inferiores cuando se revela el trastorno mental en el trabajo. Esto se explica, en parte, por la creencia (falsa) de que la persona con trastorno mental puede perder capacidades intelectuales o rendir menos debido al trastorno. O que las actitudes del resto de compañeros pueden ser discriminatorias por ser, por ejemplo, paternalistas. Y eso es lo que le acabó sucediendo a Andrea. “Me decían 'vístete con colores más alegres mujer, te sentirás mejor' o asociaban directamente con la enfermedad que un día pudiera estar seria o triste”, explica.

Según el psicólogo Fran Eiroa, ante el conocimiento del trastorno suele haber dos tipos de reacción: por un lado, la figura de quien tiene miedo a cómo puede actuar la persona que tiene el trastorno mental; por otro, la paternalista. “Lo mejor es no dar por hecho como el otro quiere ser tratado sino preguntarle ya que lo que le puede ir bien a uno puede no ir bien a otro”, apunta.

“Una asocia la normalidad con poder trabajar, necesitamos que nos traten de manera normal y poder hablar con franqueza y normalidad de lo que nos pasa. Si no encuentras este apoyo, te encuentras muy solo”, asegura. Actualmente Andrea no trabaja pero, después de ocultar la enfermedad en otros trabajos, ha dado un paso adelante y ahora es activista de Obertament por la salud mental. “La manera en que desarrolles el trabajo no dependerá del trastorno que tienes sino de la fase de recuperación en la que estás”, dice.

Al respecto Miquel Isanta insiste en destacar la importancia de un “entorno laboral saludable” donde predomine el respeto. “A menudo las dificultades que nos podemos encontrar tienen más que ver con la personalidad de cada uno que con la enfermedad”, expresa. “Una de cada cuatro personas tiene o tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida”, recuerda Eiroa para reivindicar que el mercado laboral se debe flexibilizar y adaptar para facilitar la inserción de estas personas.

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