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Isma: “Se publicitó nuestra detención junto a imágenes de disturbios acaecidos cuando ya estábamos encerrados”

Isma, uno de los estudiantes para los que piden casi 9 años de cárcel por participar en la huelga del 29-M  Foto Enric Català

Tomeu Ferrer

Barcelona —

Ismael Benito y Daniel Ayyash son dos estudiantes de Físicas de la Universitat de Barcelona conocidos por la opinión pública. El 9 de noviembre la Audiencia de Barcelona los juzgará en un proceso en el que la fiscalía les pide 8 años y 9 meses de prisión por la supuesta participación de los dos en actos vandálicos realizados durante la huelga general del 29 de marzo de 2012. El Ayuntamiento de Barcelona pide a su vez 4 años y la Generalitat de Catalunya pide 3 años y medio.

El caso de Isma y Dani ha dado lugar a una amplia campaña de solidaridad. Sus compañeros estudiantes, la comunidad universitaria en general, las asociaciones juveniles y los sindicatos han apoyado su causa. Las organizaciones consideran que castigando disturbios lo que se quiere hacer es criminalizar la disidencia y el derecho de huelga.

La entrevista se hace minutos antes de un acto de solidaridad en la facultad de Físicas de Barcelona. Hablamos con Isma que viene de una consulta con su abogado defensor. Se le nota cansado y contenido en sus respuestas.

¿Pocos días antes del juicio, qué impresiones tiene al respecto?

Por una parte estamos tranquilos, porque hemos podido ver que todos los detenidos y detenidas durante la jornada del 29M, que son muchos, han sido absueltos: Por ejemplo el caso de Javi, del Clot, que fue detenido el mismo día que nosotros en Barcelona ha resultado absuelto.

Pero parece que su caso es un poco diferente

Nosotros tenemos la presión de tener que ir a un juicio para demostrar nuestra inocencia cuando creemos que las pruebas nos dan la razón. Además queda claro que nos acusaron desde una visión de la realidad desdibujada. Pero vemos con buenos ojos que casos como el de Javi hayan cerrado con la absolución.

¿Se ha visto como cabeza de turco de algo, contra el derecho de huelga, por ejemplo?

Yo no lo diría así. Pero reconozco que es un término que se utiliza. Ahora bien, yo diría que el movimiento estudiantil que en 2012 tenía un alto nivel de movilizaciones con las marchas anti LOU o anti Bolonia se quiso, en cierta forma, perseguir y represaliar.

Lo pregunto de otro modo, ¿se ha querido hacer un escarmiento?

Lo cierto es que la tarde del 29M pasaron cosas que nosotros no conocíamos. No lo sabíamos porque en ese momento nosotros ya estábamos detenidos. Estábamos en la comisaría de Les Corts. Yo sí creo que desde los medios de comunicación se dio, en aquel momento, ahora ya creo que no, una visión muy sesgada de la realidad. Pusieron nuestro caso, el de los tres que estábamos en prisión preventiva, junto a las imágenes de los disturbios de la manifestación de la tarde. Por lo tanto, ya no es tanto si soy un cabeza de turco de lo que pudiera haber pasado en la Diagonal, sino que hubo un discurso que en letra pequeña decía que a las 10,30 de la mañana habíamos sido detenidos, pero continuamente teníamos que aguantar un bombardeo de imágenes de altercados. Imágenes que eran de después.

¿Qué le parece que su caso se haya convertido en bandera contra la criminalización del derecho de huelga?

Lo que dices me recuerda a lo que dijo un abogado durante la campaña de apoyo mientras estábamos en prisión preventiva, porque hay que recordar que estuvimos 36 días en esta situación. Decía que exceptuando la situación del País Vasco, en plena democracia, no recordaba haber visto dos autocares llenos de gente mayor, me refiero a los Yayoflautas, que se plantaron frente a la cárcel para pedir nuestra libertad, conseguida cinco días después. Todo esto muestra que estamos volviendo a situaciones anteriores, situaciones inverosímiles.

¿Con las acusaciones en su contra creen que se quiere criminalizar al movimiento estudiantil?

En estos últimos meses hemos recibido mucho apoyo, aquí y por ejemplo en Madrid. Personalidades como Gerardo Pisarello, o Tánia Sanchez, por ejemplo. En este sentido, Jordi Mir contaba que con las protestas contra Bolonia se había creado una imagen: la del estudiante antisistema. Era un perfil mediático que después había quien completaba con el epíteto de violento.

¿Que no tiene nada que ver con ustedes?

Claro que no. Yo digo: un estudiante que está dentro del sistema universitario puede ser crítico. Y yo me considero un estudiante crítico con muchas cosas: con la mercantilización de la universidad, con el 3 + 2, que viene ahora... con diferentes aspectos, sobre todo con las tasas. Pero no me considero un estudiante antisistema. Después puedo tener la filosofía que quiera, pero como concepto político no soy un estudiante antisistema.

¿Qué piensa de la vinculación que algunos hacen entre ser estudiante crítico y la violencia?

Esta es una visión mediática.

¿No cree que puede haber habido algún interés en transmitir la imagen del estudiante crítico vinculado con la violencia?

No, creo que no. Ahora bien, hay, además, un debate sobre la gestión de la violencia en los conflictos sociales. Y en este debate yo sé en qué lado me sitúo. No estoy de acuerdo en emplear la violencia en las manifestaciones en la calle ni en ninguna parte.

¿Que sintió en el momento en que, como ha explicado, iba a descansar y le detienen?

El momento peor fue cuando me encontré en el calabozo de la comisaría de Les Corts. Este es el episodio más tenebroso. Las condiciones higiénicas eran deplorables. Nosotros podemos comparar con la cárcel y con el calabozo de Ciudad de la Justicia, que no deja de ser un lugar lúgubre porque sientes que estás encarcelado, pero está limpio. Del calabozo del cuartel de Les Corts eso no lo puedo decir. Imagínese, una habitación de 3 por 4 metros donde llegamos a estar hasta cinco personas, con un lavabo donde ves a la persona haciendo sus necesidades... Son condiciones deplorables para cualquiera.

Finalmente, ¿cree que su caso ha llegado hasta donde ha llegado por una determinada jueza?

Sin duda fue un factor fundamental. Pero nosotros seguimos creyendo en la justicia. Y creemos que todo lo que una jueza de instrucción nos quitó, una justicia reposada y democrática nos lo puede devolver. Iremos a juicio desvinculados de cualquier posición antijurídica, lo hacemos con todo el respeto.

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