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Perímetro, emergencia, hidroaviones: terminología para comprender un incendio

Trabajadores de las BRIF

Alicia Avilés Pozo

Desde el momento en que se inicia un incendio, sobre todo en épocas de alto riesgo como sucede durante el verano, la labor de los equipos de extinción y de aquellos que los coordinan aparece acompañada y muchas veces categorizada por los responsables públicos y los medios de comunicación para informar sobre el suceso. Se trata de una terminología no siempre empleada con prudencia y que en muchas ocasiones puede crear confusión y alarma, al no estar bien detallada.

Tras el incendio de la Sierra del Segura en la provincia de Albacete, uno de los más agresivos de este verano, desde eldiarioclm.es hemos recopilado, con la ayuda de la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha (APAM-CLM) y conforme a los planes de extinción, las principales palabras y expresiones, acompañadas de una explicación lo más exacta posible.

“Un incendio es como un ser vivo”, explica el portavoz de este colectivo, Alfredo Poveda. “Cambia, tiene su comportamiento, sus parámetros, es dinámico. Una tormenta, un cambio de viento, cualquier inestabilidad atmosférica, un cambio de suelo, puede cambiarlo completamente”, remarca. A ello se añade que las consecuencias se alargan durante muchos años, sobre todo desde hace años con el cambio climático, cuando la regeneración de un paisaje se alarga aún más.

De ahí la necesidad de “hacer pedagogía” entre políticos, medios de comunicación y sociedad civil para aportar una información rigurosa, responsable y acorde con las características del fuego.

Antes de cualquiera de los niveles de emergencia que se decretan para un incendio, hay una fase previa de alerta en periodos de alto riesgo, en las que los retenes están de guardia y preparados para actuar en cuanto sean requeridos. Una vez iniciado un fuego, existen cuatro categorías de emergencia:

Nivel 0. Significa que el incendio está controlado con los medios que prevé el plan de emergencia. Los medios de extinción que se están utilizando son los de la provincia, y no se requiere ninguno más. No obstante, las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF) pueden actuar si están cerca de la zona.

Nivel 1. Cuando el fuego pasa a este nivel es porque es necesario establecer medidas de protección a personas o bienes materiales. Es decir, existe amenaza a un pueblo, a una urbanización en concreto o a una zona con concentración de personas e inmuebles de todo tipo.

Nivel 2. En esta categoría, los medios de la provincia ya no son suficientes y se incorporan los estatales, principalmente la Unidad Militar de Emergencias (UME), que pertenece al Ejército.

Nivel 3. Este último nivel lo decreta el Ministerio del Interior cuando está en juego la seguridad nacional: es un incendio que está afectando a más de una comunidad autónoma y que requiere la mayor fuerza y el mayor despliegue de medios a nivel provincial, regional y estatal.

Además de los niveles, existen también los grados de evolución del incendio forestal. Se trata de un concepto técnico específico en cuanto a la organización por equipos de los efectivos de extinción, que se van adaptando a su desarrollo. Los grados describen el organigramas del funcionamiento del dispositivo:

Grado A: se refiere a un “incendio incipiente”. Puede ser controlado por los medios de la zona disponibles mediante únicamente un equipo de extinción.

Grado B: también llamado “ataque ampliado”. El cambio de grado lo decide el técnico de coordinación provincial y la diferencia es que comienzan a utilizarse más medios pero de dentro de la provincia. Trabaja más de un equipo y pueden incorporarse medios aéreos. En estos dos primeros grados, el responsable del incendio es un agente medioambiental.

Grado C: el conocido como “incendio medio” y “ataque general”. En este caso, ya se crea una unidad de coordinación con medios aéreos que disponen de su propio técnico de coordinación. Se declara por decisión del director técnico provincial.

Grado D: “incendio alto” y “ataque completo”. Supone el despliegue máximo del dispositivo provincial junto con el apoyo de otras provincias, por decisión del director técnico regional del servicio de extinción de incendios. En este caso, el incendio se sectoriza, es decir, se divide en varias partes organizativas y ya es declarado de “interés regional”.

Grado E: en este caso hablamos de un “incendio extremo” y de “ataque total”. Este grado debe decretarlo un alto cargo, es de emergencia nacional y debe contar con varios puestos de mando avanzado, donde uno de ellos se encarga de dirigir a los demás. Afecta a varias provincias y comunidades autónomas.

Al margen del funcionamiento interno de los equipos de extinción, ¿cómo se determina la evolución de un incendio? ¿Cuándo está perimetrado, estabilizado, controlado o extinguido?

En primer lugar, un fuego está perimetrado cuando se ha podido realizar una línea que rodea a toda la superficie en llamas con la finalidad de confinarla dentro de ese perímetro. Los puntos para el perimetraje se deciden cuando se ha encontrado una “discontinuidad” en el terreno, por ejemplo suelo mineral que el fuego no debe sobrepasar. Es una de las labores más importantes a la hora de llevar el fuego a su extinción. Si no se calcula bien y hay errores, puede suponer no poder controlar el incendio en varios días.

No es lo mismo perimetrado que estabilizado. Esto último solo sucede cuando puede llevarse a cabo su extinción con los medios contemplados en el plan de operaciones, o lo que es lo mismo, no está o ya no se encuentra “fuera de capacidad”. Después, para que esté controlado, primero debe encontrarse dentro del perímetro y segundo, tiene que existir la previsión al cien por cien de que no va a avanzar más. En esta fase es cuando la prudencia cumple un papel fundamental. Finalmente, se considera extinguido si no hay llamas, aunque sí puede haber humo. En este caso, existen todas las garantías de que no se va a reproducir: es un “incendio muerto”.

Las personas y la maquinaria

Y para conseguir que finalmente el fuego se extinga, están los retenes: son las personas, las unidades básicas que trabajan en terminar con el incendio y que trabajan con medios como:

. La autobomba, un camión o vehículo pesado con conductor y ayudante que lleva en depósito entre 3.000 y 3.500 litros de agua con equipos de presión y bocas de salida.

. El bulldozer, una máquina con pala frontal que se desplaza con ruedas de oruga, (como un tanque) y que realiza fundamentalmente apoyo en la tarea de perimetraje. Los operativos de bulldozers tienen sus propias bases, y trabajan con mucha antelación ya que su labor requiere de mucho tiempo y dificultades.

. Los medios aéreos son principalmente los hidroaviones y los helicópteros. Su trabajo es complementario al del personal de tierra, creando zonas de humedad muy importantes. Son tareas muy arriesgadas ya que no son vuelos estables y se realizan con condiciones atmosféricas muy especiales y con gran volatilidad el aire. Entre estos últimos, destacan las mencionadas BRIF, normalmente los que más rápido se mueven, y las BIFOR, brigadas forestales helitransportadas de refuerzo, que acceden a zonas terrestres donde no se puede llegar de otra manera.

En cuanto a los agentes medioambientales, su labor durante los cuatro meses de alto riesgo (junio, julio, agosto y septiembre), es organizarse en zonas de alto riesgo dentro de cada provincia dependiendo de su extensión y de la peligrosidad. Actúan en este periodo con disponibilidad absoluta en cuanto son requeridos para un incendio.

Es muy importante tener en cuenta que todos los efectivos humanos que trabajan para luchar contra el fuego y sus coordinadores dependen de una multitud ingente de factores, desde las condiciones topográficas, hasta la extensión de una masa forestal (ellos lo llaman ‘combustible’), así como la meteorología y la coordinación.

Desde APAM-CLM hacen hincapié por ello en que “por mucho personal, esfuerzo y recursos” que se destinen a un incendio, todos los que combaten contra ello son personas que dependen de las denominadas ‘ventanas de actuación’. Se trata de un momento en el que el fuego “da una oportunidad para poder trabajar y dedicar ahí todo el esfuerzo físico y de trabajo”. “Si el fuego no te da esa oportunidad, no puedes con él, aunque añadas más medios. Siempre hay unas limitaciones y unas circunstancias que van a dar la oportunidad de atajarlo. Si no existen, el fuego queda fuera de capacidad y no es posible controlarlo”, concluye.

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