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Ana Penyas, premio nacional de cómic, convierte el IVAM en una reivindicación del trabajo doméstico

Alba Herrero, Ana Penyas y Nuria Enguita durante la presentación de 'En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados'
9 de noviembre de 2022 18:17 h

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La ilustradora Ana Penyas y la antropóloga Alba Herrero convierten el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) en una reivindicación del trabajo doméstico y de cuidados. A través de una genealogía gráfica, las coautoras de la exposición reclaman la dignificación de un trabajo invisibilizado y feminizado.

La directora del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), Nuria Enguita, ha presentado junto a Herrero y Penyas la muestra  ‘En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’, que se inaugura este miércoles, un proyecto para el que entrevistaron a 35 mujeres de distintas procedencias, nacidas entre 1930 y 1997, residentes en el territorio valenciano urbano y rural. “Alba Herrero ha trabajado desde la etnografía y Ana Penyas ha transformado en imágenes aquello que afloraba de los testimonios, el relato coral y la experiencia de vida de trabajadoras del hogar y también de empleadoras”, ha explicado la responsable del IVAM.

El trabajo de investigación ha dado como resultado una publicación, un fanzine y una exposición en el IVAM que reúne el relato coral de estas mujeres, abundante material documental y los dibujos de Ana Penyas, autora de ‘Todas estamos bien’, un homenaje a sus dos abuelas que le valió el primer Premio Nacional de Cómic a una mujer en 2018.

La directora del IVAM ha explicado que “la exposición traza una genealogía sobre las condiciones del trabajo del hogar en el último siglo, desde el servicio doméstico vinculado al éxodo rural durante el franquismo hasta el trasvase actual a las mujeres migrantes”. Un trabajo, como destaca Enguita, “feminizado, precarizado e invisibilizado al que, hasta ayer mismo, se le negaban derechos que se conceden a cualquier otro trabajador”.

Alba Herrero ha destacado que el relato coral recoge exclusivamente voces de mujeres porque es un trabajo feminizado y precarizado. “Las diferentes perspectivas eran necesarias para tener un prisma global. No hay una historia única que sirva para entender una realidad tan poliédrica. En el sur de Europa nos cuesta entender cómo se organiza el trabajo del hogar y los cuidados porque no está visibilizado”.

La propuesta expositiva se organiza siguiendo una línea temporal en la que las historias de vida y las diferentes situaciones se entremezclan con los dibujos y el material documental. Las primeras etapas abordan los inicios del siglo XX, el hambre de la posguerra y las migraciones del campo a la ciudad durante el franquismo. “En los años 40 el imaginario mostraba una criada víctima, pobre y abnegada, sumida”, ha comentado Ana Penyas.

A partir de los años sesenta las ‘criadas’ empiezan a denominarse ‘empleadas del hogar’ y se incrementa el número de trabajadoras por horas. “Es la época en la que aparecen películas como las de Gracita Morales”, recuerda, hasta llegar a la etapa actual en la que las inmigrantes extracomunitarias tienen que hacer frente a una sociedad de acogida que sigue negando su pasado y una igualdad laboral y asistencial que como trabajadoras les corresponde. “Seguimos percibiendo invisibilidad. Hay alguna película, como ‘Libertad’, pero en general ha desaparecido la figura de la trabajadora del hogar de las series y películas”, sentencia Ana Penyas.

Sirvientas, criadas, empleadas de hogar, trabajadoras de hogar… Las diferentes maneras de definir este trabajo permiten analizar cómo en cada momento histórico se interpretan las relaciones de poder y las relaciones sociales, haciendo un recorrido desde lo particular, lo privado, hacia lo público y lo político.

Sobre la manera de enfrentarse a los dibujos, Ana Penyas ha explicado que ha atendido a las particularidades. “El primer prejuicio es el de la victimización, cuando muchas mujeres son auténticas luchadoras y eso te cambia la imagen”, ha explicado la ilustradora.

La directora del IVAM ha finalizado subrayando cómo el trabajo doméstico pone sobre el tablero las gravísimas contradicciones e injusticias sociales sobre las que se construye nuestra sociedad: relaciones de poder, cuestiones morales, diferencias de género, de raza, de clase. “El trabajo remunerado en el hogar debe ser dignificado y reconocido afectiva, social y laboralmente. Hay que democratizar los cuidados por medio de una reorganización social. Y estas cuestiones no son ajenas a los museos, que pueden contribuir a transformar los imaginarios para transformar positivamente el presente”, ha concluido.

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