Errores de cálculo
Tengo muchos defectos pero me alegra que entre ellos no esté el ser paranoico. Eso me ahorra el continuo esfuerzo de tener que estar prestando crédito a agotadoras teorías de la conspiración. Por eso no me ha dado por buscarle tres pies al gato de RTVV. Si fuera un paranoico podría atribuir ese cierre apresurado y chapucero a algo más elaborado que un simple error de cálculo. Un error –de bulto si quieren, no lo niego– como el que llevó al Consell a propiciar un ERE de opereta en esta misma empresa pública.
No ser un paranoico me evita la tentación de pensar que tanta torpeza no puede ser fortuita. Que en el fondo es más conveniente para el actual Consell que todo este asunto estalle ahora y no dentro de un año, con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina. Es cierto que eso explicaría por qué no se ha recurrido la sentencia del TSJ que anula el ERE. Y que la circunstancia puede beneficiar enormemente al Consell si lo que busca es dar un golpe al modelo audiovisual que se basa en la vetusta Ley del Tercer Canal. Los ánimos están soliviantados a día de hoy pero quizá dentro de un año nadie se acuerde del tema. Entonces, a punto de arrancar una nueva campaña electoral, quizá contemos ya con una nueva televisión privada subvencionada con dinero público. Una televisión que operaría un grupo afín al Consell justo a tiempo para elecciones.
Tal y como se están desarrollando los hechos es una línea de pensamiento que cualquier persona más dada a la paranoia se vería tentada de seguir. Pero yo no. Es demasiado maquiavélico, me digo. Si el Consell confió en que el ERE se había ejecutado convenientemente y ahora no recurre es porque, sencillamente, ha incurrido en otro desafortunado error.
Ya he comentado por estos lares que yo soy muy fan del principio de Hanlon. No se puede atribuir a la maldad un producto de la estupidez. Y es precisamente la estupidez la mejor amiga de los errores de cálculo.
Seguro que el Consell ha actuado de manera descuidada, estúpida si quieren, desmantelando RTVV de la noche a la mañana. Buena prueba de ello es que nadie esperaba que se rebelasen incluso los estómagos agradecidos que presidencia creía tener ganados para siempre en la redacción de informativos. Pero no tiene sentido ser mal pensados. Si el Govern ha actuado así ha sido, sin duda, por el bien de todos los valencianos.
El Molt Honorable President, y los Honorables miembros de su ejecutivo, han repetido hasta la saciedad que el cierre de RTVV obedece única y exclusivamente a una cuestión monetaria. El dinero que no van a poder ahorrarse gracias al ERE hace falta para sostener otros servicios públicos que, a juicio del Consell, son mucho más importantes que la radiotelevisión. Supongo que uno de ellos es fútbol, por ejemplo, a juzgar por el celo con el que el Govern se ha apresurado a convertir el Valencia Club de Fútbol en una empresa pública. Igual es que ahora el fútbol es un derecho inalienable. O igual es que el Govern ha cometido otro simple error de cálculo.
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