Al fin llovió abundantemente esta semana y aprendí que al olor de la lluvia en los sitios secos se le dice ‘petricor’. Mientras que los diarios nos inundan con lios de referéndums, dimisiones y fallecimientos nobles, nuestra ciudad ha iniciado este curso con un ansia inaudita. Varios temas pendientes o estancados se han acelerado en estas semanas como si quisiéramos llegar hoy al esperado 2015. Mientras la alcaldesa saca su coche del garaje municipal para dejar espacio a las 25.000 alegaciones que vienen desde el mar, Valencia guanya energía en septiembre.
Mientras el verano se terminaba con la noticia del considerable descenso de cruceristas, el IVAM pretende cambiar de rumbo con un nuevo equipo director, cuyas intención principal, además de sanear la deuda del pasado, consiste en abrirse más allá de sus blancas paredes al sol del mediterráneo. El barrio del Carmen le está esperando desde hace años, desde que el museo lo abandonara con la descontextualizada ampliación que consiguió degradar su entorno. Un solar de casi 3.000 m2 y una gran medianera le aguardan a su espalda: un gran espacio de oportunidad donde las propuestas vecinales presentadas al anterior equipo fueron constantemente despreciadas.
Prometo dinamizar mi entorno como institución pública que soy.
Continuando con los buenos propósitos, la fundación Per Amor a l’Art salva el fatal destino al que parecía condenada la fábrica Bombas Gens, como ya sucediera con el desaparecido Teatro Princesa en Velluters. En un año y medio parece que veremos rehabilitado este espacio singular, un contrapunto cultural en el norte de la ciudad. Del contenido y la gestión de momento se ha hablado poco, siendo lo más urgente su rehabilitación. Del mismo modo, de la mano del arquitecto Miguel del Rey y el Ayuntamiento, la antigua Harinera, al lado de Las Naves, por fin consigue la financiación necesaria para su reconstrucción que albergará en un futuro próximo un Centro de Innovación (¿?) gestionado por la vecina fundación Valencia Crea. Y llenando otro espacio vacío de la ciudad construida, adelantando por la izquierda, llega Consum y decide plantarse en el nostálgico Arena Auditorium (Benimaclet), una sala de conciertos tantas veces recordada, huella de los felices ochenta. Y todos exclaman ohhhh. Ahora ya rehabilitamos, incluso llenamos de contenido antiguos continentes, pero seguimos sin mezclarnos: la cultura por un lado, lo demás, por otro. En Londres hace tiempo que las bibliotecas, mediatecas y espacios wi-fi se pusieron en los mercados, lugares de primera necesidad, de paso cotidiano, mezclados con los de intercambio de conocimiento. Tal vez la iniciativa ciudadana ‘Volem les Naus’ que está reivindicando las Naus Ribes (Russafa, Parc Central) sea valiente y abra otras posibilidades.
Prometo rehabilitar, facilitar (en lugar de dotar) y buscar fórmulas de gestión compartida.
El espacio público, el gran olvidado en 25 años, sigue siendo un campo fértil de ideas urbanas. Con la llegada de la Semana Europea de la Movilidad, todos sacamos alguna propuesta del cajón a ver si definitivamente alguien nos hace caso y cambia el modelo de ciudad trastera. Se ha ofrecido anillo ciclista por la ronda interior (Compromís / Sandro Pons). Se ha ofrecido peatonalización suave de Ciutat Vella (PSPV / ZeroEstudio). Incluso el Ayuntamiento ha atendido el proceso de la Plaza Tavernes de Valldigna, adecuándola según las apropiaciones vecinales y comerciales aunadas en el Bosque Urbano del Carmen.
Prometo repensar el espacio público y la movilidad desde el uso, no solo desde el diseño, pero también en los barrios periféricos.
Efervescente, vibrant, ‘entre el desierto y la pulsión’. Así de irregular es la movida valenciana, o parece que no pasa nada o pasan muchas cosas a la vez o no va nadie a las cosas que pasan. Sin embargo, con el otoño regresan Russafa Escénica, Valencia Fashion Week, Desayuno con Viandantes, Abierto Valencia, Intramurs, Deleste, etc. A su vez, septiembre es el mes de muchas fiestas populares en barrios como Patraix, Sant Marcel·lí o Benimaclet y las presentaciones de las futuras fallas. Que el ritmo no decrezca, a pesar de las nuevas ordenanzas de ocupación de la vía pública, la calle es nuestra red social. Celebrar en ella, une y permite tejer alianzas.
Prometo dejar que las cosas buenas pasen.
Y en la nueva temporada habrá muchos estrenos más. Imagino que será el momento de apostar por una solución creativa para la cubierta del Palau de les Arts; que innovaremos con el riesgo de las fallas experimentales, de Corona, de Nou Campanar, etc.; que reivindicaremos las intervenciones murales de Carmen Calvo y Suso33; que construiremos el monumento en recuerdo de las 43 víctimas del accidente de metro; que nos anticiparemos al desarrollo urbanístico en Benimaclet Este (donde los Huertos Urbanos) a través de una convocatoria abierta promovida desde la asociación y universidades; que disfrutaremos de la ronda interior como lugar y no como infraestructura con el Compás Centre; que definitivamente cerraremos la obsoleta revisión del PGOU; y dicen además que... cambiará el gobierno municipal. Esto y más es todo lo que está por venir en una ciudad que renace en septiembre con la lluvia. Mañana más y mejor.
Prometo tomar aliento y disfrutar de este sprint final.
