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CV Opinión cintillo

La amenaza del totalitarismo

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El totalitarismo es la ideología de la dominación absoluta (Hannah Arendt). En la primera mitad del s XX tomó la forma de nacionalsocialismo y de estalinismo, siguiendo una estrategia de creciente destrucción del espacio político democrático mediante la alienación del individuo en la sociedad de masas convertido en multitud seguidora del líder mesiánico. La estratégica extinción del movimiento libertario -hoy arrasado y expulsado del marco político por los valores por la acción política del mercado y la democracia liberal- acabó con el contrapunto ideológico que se oponía a todas las formas de totalitarismo (fascismo, nazismo, estalinismo). El totalitarismo tiene profundas raíces religiosas y políticas: el exterminio de indígenas, el antisemitismo que en el reino cristiano de Felipe II llevó a la expulsión de los judíos y en la estrategia imperial/global que el nazismo condujo hasta la aniquilación.

El totalitarismo como ideología de dominación absoluta se ha reforzado en el poder y dominio que ofrece el control del mercado -valor absoluto-, una versión neoliberal que ahora constituye el núcleo de la extrema derecha internacional y también la ideología política de las formas de capitalismo de estado en países tan poderosos como China o Rusia. Porque la lógica del mercado en un contexto totalitario conduce a la agudización de las desigualdades, a la división entre señores y súbditos, la multitud y las élites, la segregación entre hombres y mujeres, fomenta el supremacismo, y representa un insólito regreso al Antiguo Régimen. Según Arendt, Hitler y Stalin representaban dos versiones de un mismo estereotipo: el líder que está por encima de  las instituciones - el Estado, el parlamento, la prensa libre. Son populistas, promueven el movimiento de masas fanatizadas, el abandono de la solidaridad, el odio al enemigo, el culto al liderazgo mesiánico. Hoy en día las estrategias de manipulación social basadas en las redes sociales y la publicidad no solo fomentan actitudes gregarias, construyen y difunden falsedades, cuestionando la ciencia y el conocimiento o la propia realidad, sino que poseen un gran poder de movilización. La estrategia de Donald Trump, por encima de las leyes y la prensa libre, demoledora para los valores de la democracia parlamentaria, acabó con el asalto al parlamento. La actual ocupación militar violenta de Vladimir Putin en Ucrania, que está causando destrucción y muerte, es otra manifestación del poderoso movimiento totalitario que amenaza la tradición democrática occidental. Tratan de normalizar asesinatos en masa, la criminalización de las víctimas, la admiración por el crimen, las delaciones, la represión de la disidencia… y todo ello en un contexto en el que el control de la información, la manipulación y las bombas se refuerzan con redes sociales de adoctrinamiento y teorías de la conspiración. El totalitarismo busca arruinar la libertad y reprimir los movimientos de emancipación utilizando el poderoso instrumento de la tecnología.

La democracia occidental, los derechos humanos y la cultura del compromiso solidario están amenazados por nuevas y variadas formas de totalitarismo que usan la tecnología, las adicciones, el consumismo para alienar y destruir la capacidad crítica y la solidaridad. Buscan la destrucción del individuo del modo más brutal, como estamos viendo en Ucrania. Me viene a la memoria el conocido poema de Martin Niemöller, aquel que comenzaba “cuando los nazis vinieron a por los comunistas guardé silencio… cuando los nazis vinieron a por los judíos...”, hasta que fueron a buscarle y entonces ya no quedaba nadie para resistir. Miremos nuestro pasado reciente. Primero fueron a por los libertarios y no dijimos nada; después a por los comunistas y masones, y guardamos silencio, ahora entran en los gobiernos, asaltan parlamentos e invaden países, van a por la democracia y los valores occidentales de emancipación y libertad. Hay que reaccionar con contundencia. ¿O acaso no somos conscientes de la amenaza que representa actualmente el totalitarismo para los valores esenciales de la democracia occidental?   

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