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A la caza del tercer Botànic

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Se conoce como control de daños aquella estrategia basada en la adopción de cuantas medidas se estimen oportunas para reducir los efectos negativos de alguna cosa que, sin ninguna duda, va a suceder.

La inminente campaña electoral comporta no pocas dinámicas que se repiten una y mil veces por parte de los partidos en liza hacia el resto de contrincantes. Sin ningún ánimo de ser exhaustivo -por pereza personal y conocimiento general-, en cada contienda la ciudadanía asiste al clásico repertorio de la confrontación política: uno acusa al otro de ser un blanco, el otro le contesta que es un radical, mientras la prensa pregunta al resto qué opina para que todos se sitúen con el primero o el segundo. No falla.

Estas pautas responden a la lógica de ofrecer al electorado, con la mayor claridad posible, la oferta que representa cada formación y el riesgo que suponen el resto (desde la óptica de cada contrincante, obviamente). Se trata pues, de una estrategia dual de captación de voto propio y disuasión del voto ajeno, de que me voten a mí, pero quien no lo haga, que tampoco vote al contrincante.

En el marco de la rivalidad entre bloques (Izquierda-Derecha) tiene mucho sentido esta estrategia, pues la victoria de uno u otro no solo responde a la cantidad de votos que sean capaces de arrastrar, sino a la capacidad de votos que el otro se deje por el camino. Una especie de juego de suma cero que en varias ocasiones a lo largo de nuestra democracia hemos comprobado.

Sin embargo, esa misma lógica dentro de cada bloque puede ser devastadora, ya que mientras cada uno de los partidos busca maximizar sus ganancias, el resultado global se puede torcer al no alcanzar el objetivo principal de gobernar (sin mencionar el desgaste que supone para las presentes y futuras necesarias relaciones internas). Esta situación, en un momento donde las alianzas son imprescindibles, es un suicidio político en toda regla. Más aún para una hipotética reedición del Botànic.

Tras dos legislaturas gobernando la Generalitat Valenciana (y algunos años el Gobierno central), parece obvio dar por hecho que la ciudadanía ya conoce las propuestas y límites de cada una de las formaciones. A la vez, cada uno de ellos también acumula un suficiente bagaje a nivel de políticas y acciones llevadas a cabo de las cuales sacar pecho. Sin embargo, las posibilidades de asistir a una campaña electoral donde vuelen los cuchillos y salgan a la luz los reproches, resulta más que plausible.

Ante esto, creo que el Botànic debería sentarse y plantear seriamente una política de control de daños dirigida a facilitar la consecución del objetivo final: el tercer gobierno de progreso consecutivo en la Comunidad Valenciana. Y esto, que a nadie le quepa la menor duda, pasa porque PSPV, Compromis y Unides Podem (o como finalmente se llame) consigan, entre las tres formaciones, sumar al menos los 50 diputados/as necesarios en Les Corts (y será en este orden, no nos engañemos a nosotros mismos de puertas hacia adentro).

Como que ya no formaré parte más de ese tipo de reuniones que se dan y con la esperanza de que se dé para esto, quisiera proponer desde mi humilde punto de vista, algunas cuestiones básicas de partida que podrían servir:

1.- Centrarse en el perfil propio: cada formación debería realizar sus máximos esfuerzos en plantear tanto su visión política general sobre las cosas como su programa electoral.

Si por algo he defendido siempre la no conveniencia de la unión electoral entre Compromís y Unides Podem pera la Generalitat es porque tengo el convencimiento que ambas formaciones representan y plantean elementos suficientemente distintos como para generar una identificación distinta entre el electorado. Esto no solo es bueno, es necesario, pues cada voto suma y no hay porque exigirle a nadie que olvide sus ideas y se adapte a la oferta que resulta de una coalición.

2.- Ser honestos/as: a pesar de que la tentación sea grande, la campaña no es el lugar donde se dirime la moralidad de los partidos, quien es bueno y quien es malo. Cada uno de los partidos debería abstenerse de defender propuestas en las que no creen para captar voto del resto.

Evidentemente para que el punto 1 se cumpla, no tendría sentido que una formación defendiese cuestiones que, legítimamente, ha venido rechazando o bloqueando durante 8 años. Y la época electoral es muy tentadora para habilitar este transformismo camaleónico que sólo hace que generar tensiones dentro del bloque y dificultar la elección sincera del electorado. Si hay quien defiende modelos distintos sobre urbanismo, fiscalidad, transición ecológica, modelo comercial… que se pongan en liza de forma honesta para que la ciudadanía opte por ellos sin hacer de estas diferencias una competición hostil.

3.- Localizar al contrincante: poca explicación necesita esto, el contrincante es el bloque del PP-Ciudadanos-VOX. El Botànic requiere de maximizar sus votos afianzando a su electorado, intentando captar al del bloque rival y conseguir que la máxima cantidad de electores del resto de partidos no acudan a votar por falta de convencimiento o cualquier otro motivo político.

4.- Política nacional: en un país tan impregnado por lo que sucede políticamente a escala central y dada la situación peculiar de distinta participación entre los partidos del gobierno autonómico, el perfil de cada uno respecto a lo que sucede en el Gobierno y Las Cortes Generales es una baza importante.

Por un lado tanto PSPV como Unides Podem pueden y deben aprovechar las medidas positivas realizadas por el Gobierno central, así como Compromis reivindicar su papel propositivo para algunas de ellas desde el Congreso de los Diputados, más aún con el candidato que han escogido. A ello se suma, en correlación con el punto 3, que tanto PSPV como Unides Podem difieren no pocas políticas generales y deberían ser honestos con ello. Por último, Compromis ha apostado desde su nacimiento por hacer de la extricta obediència valenciana una piedra angular de su proyecto, en el que mucha gente se siente representada y valora. Mientras tanto, desde el PSPV y Unides Podem se puede defender con argumentos de peso, la importancia que tiene para la Comunidad Valenciana que los partidos formen parte de una estructura nacional con peso para la toma de decisiones.

Llegados a este punto nada más tengo que añadir. Ojalá alguien con peso en el Botànic me lea y se plantee esta u otra estrategia conjunta que permita alcanzar el objetivo del Botànic III, porque de no darse la suma entre los tres, de poco valdrá la alegría del PSPV por unos abultados resultados, la de Compromis por un deseado sorpaso y la de Unides Podem por el alivio de mantener su representación.

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