El holandés Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, no es un tipo simpático y además tiene mala sombra -expresión popular que suele aplicarse a quienes no solo no tienen gracia, sino que además son gafe o emanan influencias negativas. Prueba de ello es que con su apoyo a las políticas neoliberales en Europa ha contribuido a hundir la socialdemocracia en su país y, de paso, acentuar aún más la crisis de los partidos socialdemócratas en Europa. Su desafortunada sentencia acerca deque los ciudadanos del sur de Europa solicitan rescates para gastarlos en alcohol y mujeres merece una brevísima reflexión. En primer lugar destila un tufo machista nada aceptable y poco estético para un gentleman civilizado del norte, como es él. Su exabrupto provocó indignadas reacciones de ofensa nacional en los medios españoles. Veamos. A mí,inicialmente, me pareció banal y tópico, de poca altura, nada adecuado a la talla intelectual que uno espera de un dirigente europeo. Pero además intuí que el señor Dijsselbloem es presa de una incontenible envidia de la capacidad que tenemos los mediterráneos de disfrutar de la vida. Una envidia nada sana, por cierto. Sin embargo, con el paso del tiempo he añadido algunas valoraciones más al evidente machismo y la envidia que destila la famosa frase de este señor. Creo, honestamente, que Dijsselbloem se equivocó al cometer una falaz sinécdoque (figura retórica que consiste en tomar el todo por la parte). De hecho, hasta pienso que no andaba desencaminado, si, deshaciendo la sinécdoque, hubiese aplicado su juicio de valor no “a los ciudadanos del sur de Europa”, sino a sus élites dirigentes, con las que él se relaciona tanto y tan a menudo. Ahí está la clave. Como todo el mundo sabe, el sur y el norte de Europa están plagados de españoles, italianos, portugueses, griegos, chipriotas, malteses, que se ganan el pan con su inteligencia y con su trabajo. Que han alcanzado prestigio profesional, que son trabajadores y ciudadanos honestos y competentes, reconocidos en las academias, las empresas y los parlamentos. ¿Cuál es el problema, señor Dijsselbloem? Usted se refirió erróneamente a los ciudadanos del sur de Europa -que sufren condiciones de vida muy duras, tasas de desempleo, niveles de pobreza y salarios inaceptables-y tenía que haberse referido a las élites políticas, financieras y empresariales del sur de Europa. Sí, a la élite corrupta, a los de las tarjetas black, el Canal de Isabel II, la depuradora de Pinedo, la financiación ilegal del PP, a los ex políticos en consejos de administración del IBEX, a los que blanquean en paraísos fiscales, a los de la Gürtel y a los de Lezo. Esos sí que se gastan el dinero de los rescates en alcohol y mujeres. Y además se lo roban a los ciudadanos del sur se Europa que viven austera y dignamente. Si usted empezara por hacer ese pequeño matiz, a lo mejor podríamos abrir el debate sobre la moralidad en el sur y acabar aclarando dónde está el problema, señor Dijsselbloem. Es bastante sencillo, se lo aseguro.