Siete usos prácticos del café que no implican beberse una taza

Foto: Wikimedia Commons

Jordi Sabaté

Al contrario de lo que podemos pensar, España es uno de los países europeos con el índice de consumo de café más bajo. Tomamos 4,1 kilos por persona al año frente a los 12 kilos de grano que se consumen en Finlandia, por ejemplo. Y sin embargo, suponen casi 190.000 toneladas anuales de posos que van a parar la mayor parte de las veces a la basura. En torno a los 200 millones de kilos de residuo orgánico y ácido que puede aprovecharse, por sus características, para distintos usos y mejorar así un escalón el ciclo de vida y reciclaje de este producto.

Por otro lado, el propio café sin infusionar cuenta con unas propiedades físico-químicas que van más allá de sus valores como bebida energética y que de antiguo se han utilizado en muchas culturas, incluida la nuestra. Este artículo explica siete usos alternativos del café y sus posos que pueden parecernos insospechados y sorprendentes, pero que no por ello son menos efectivos.

1. Como ambientador de espacios cerrados

Dadas las características aromáticas del café, rico en ácido linoléico y compuestos orgánicos cíclicos, los llamados ciclos aromáticos, el café molido desprende un potente y persistente olor que impregna todo a su alrededor. Por ello es frecuentemente utilizado, envuelto en gasas transpirables, en espacios cerrados como armarios o fresqueras para tapar los olores a cerrados y de humedad. También en neveras para camuflar malos olores. Por otro lado su contundencia aromática es frecuentemente utilizada por catadores de perfumes, vinos o productos lácteos como olor de referencia; es decir con el fin de evitar que el olfato se embote al captar muchos olores similares. A este respecto, el café sirve para desembotar la nariz entre un aroma y otro. 

2. Como exfoliante

El grano de café molido, y mejor si es en poso de infusión, es un excelente exfoliante para la cara y el cuerpo por su poder abrasivo y su PH ácido. Se puede utilizar sobre pieles muy secas y poco limpias en forma de emulsión con aceite de oliva o clara de huevo. La mezcla se flota sobre la piel y se deja reposar unos 15 minutos para que adhiera la capa dérmica de células muertas. Luego se enjuaga y aclara bajo la ducha. Posteriormente es importante aplicar crema hidratante sobre la zona que ha sido exfoliada.

3 Para hacer abono

Como residuo orgánico rico en fibras, compuestos orgánicos y elementos como el sodio, el potasio, el magnesio, el fósforo o el hierro, el poso del café es un excelente compostaje para las plantas del hogar. El mejor modo de elaboración de un abono pasa por conservar los posos de la infusión en un recipiente ventilado y oscuro, mezclados con una buena cantidad de tierra para plantas de interior, de modo que los posos fermenten y se descompongan enriqueciendo la tierra. La mezcla se va revolviendo periódicamente y se aplica a medida de que se necesite para restablecer la tierra de los tiestos que ha perdido vigor. Previamente hay que controlar el PH de la mezcla para evitar que baje demasiado, ya que tanto los posos como la tierra húmeda suelen ser ácidos. Si es demasiado bajo, se puede corregir añadiendo un poco de cal acompañada de hierro soluble. 

4. Para teñir el cabello

Una taza de café bien caliente lo mismo nos puede servir para despejarnos por la mañana que para dejarla enfriar y aplicarla sobre nuestro pelo a la hora de ducharnos. Gracias a los compuestos flavonoides y otras modalidades de vitamina B, que se oscurecen con el tostado del grano y que abundan en el café, su poder de tinción es alto y los cabellos más claros o canosos lo absorberán sin problemas. Si lo aplicamos tras el lavado, mantendremos el pelo mojado de café unos 15 minutos. Para ello podemos ayudarnos de un gorro de ducha o de natación. Después, podremos aclararlo con agua abundante y el resultado será un pelo oscuro y brillante. 

5. Como repelente de hormigas y gatos

De nuevo la potencia aromática del café puede ser utilizada en nuestro favor. Igual que elimina malos olores, el grano molido y no infusionado es un buen repelente de las expediciones de hormigas que se adentran en nuestra despensa, a veces cruzando en procesión toda casa. Basta con poner montoncitos de café molido en la ruta habitual de los invasores, así como en las grietas por donde vemos que aparecen, para bloquear su acceso y hacerlas desistir.

Respecto a los gatos montaraces que merodeen por nuestro jardín, escarben en el césped u orinen en las plantas dejando su contundente olor, nada mejor que un preparado de grano molido con cortezas de limón que se deja los puntos del jardín por donde más van estos allanadores de moradas noctámbulos. El olor de la mezcla les convencerá de que hay mejores tapias que saltar en otros barrios.

6. Como producto de limpieza

El poso de café es ácido y abrasivo, dos cualidades que debe tener todo producto limpiador de manchas y costras de suciedad que se precie. Pero además, a ellas añade la de ser un gran estabilizador electrónico de elementos cargados positivamente, como es el caso del polvo, al que atrapa. El motivo es que el poso húmedo está cargado negativamente gracias a su riqueza en ácidos, y a que los oligoelementos no están en forma libre. En consecuencia, si aplicamos la pasta del poso -con un trapo húmedo e incluso mojado con la propia infusión de café- en una superficie con manchas de suciedad estratificada y frotamos con fuerza, podemos ver resultados inesperados. También en una superficie con abundante polvo. Tendemos así un producto de limpieza totalmente natural. 

7. Como tinte de muebles

Por la misma razón que el café nos permite dar a nuestro pelo un tono más oscuro y brillante, es una buena idea aplicarlo con un pincel sobre la madera descolorida, siempre que sea de tonos castaños y oscuros. Ayudará a dar uniformidad y brillo al mueble gracias a su capacidad de teñir la madera. Lo más aconsejable es modular con agua la oscuridad de la infusión que queremos utilizar como tinte. 

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