¿Es hora de abandonar el gas en la cocina? Contaminación y posibles problemas para la salud

Hornilla de gas.

Martín Frías

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Las cocinas de gas fueron un gran avance en su día frente a las antiguas cocinas de carbón. El carbón producía todo tipo de gases tóxicos al arder, incluyendo el letal monóxido de carbono que era el resultado de una combustión incompleta. Además las cocinas de carbón liberaban muchos otros contaminantes, como dióxido de nitrógeno y partículas finas de hollín. En comparación, el gas era mucho más limpio y seguro.

Sin embargo, a pesar del avance, quemar gas dentro de casa puede ser altamente contaminante, muy por encima de los niveles considerados seguros para la contaminación atmosférica en el exterior. 

El dióxido de nitrógeno y tu cocina de gas

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus directrices sobre calidad del aire, ha reducido el volumen aceptable de NO2 de 40 microgramos por metro cúbico a 10. Sin embargo, en una cocina con quemadores de gas y sin ventilar estos niveles se superan con creces, según confirma la organización sin ánimo de lucro RMI en un informe sobre la “contaminación interior”. Si el nivel aceptable de contaminación atmosférica por NO2 en una hora es de 106 ppb (partes por mil millones), en una cocina con quemadores de gas se eleva a más de 300 ppb, y a más de 500 ppb si el horno es de gas.

Las consecuencias para la salud han sido ampliamente estudiadas, especialmente en niños. Se sabe que la contaminación por NO2 aumenta el riesgo de padecer asma y la gravedad de sus síntomas, infecciones pulmonares, alergias, irritación de las vías respiratorias y otros problemas. Varios estudios coinciden en que los niños experimentan un incremento de hasta el 20% en su riesgo de tener asma si hay una cocina de gas en su casa.  

En un estudio sobre los contaminantes en el hogar realizado en más de 5.000 hogares daneses se observó una relación entre el uso de cocinas de gas sin campana extractora y una reducción de la función pulmonar, así como un aumento de los marcadores sanguíneos de inflamación. Aunque en el estudio no se pudo determinar una relación directa, la inflamación está relacionada con el riesgo de padecer enfermedades crónicas como la artritis, el asma, la aterosclerosis, las enfermedades autoinmunes, la diabetes y el cáncer, además de acelerar el envejecimiento. 

Otros estudios muestran un posible efecto más pronunciado en la función pulmonar y los síntomas respiratorios de los trabajadores de restaurantes en China en cocinas con fogones de gas, en comparación con los que trabajan en cocinas eléctricas.

El dióxido de nitrógeno no es el único gas preocupante. Las cocinas de gas (y los calentadores del agua de gas, a menudo instalados en el interior de las cocinas) emiten partículas finas PM2.5, monóxido de carbono (CO) y el cancerígeno formaldehído, especialmente cuando se deja cocinar algo a fuego lento durante varias horas. El CO es especialmente tóxico y puede ser letal, por lo que en otros países es obligatorio instalar una alarma detectora de este gas. 

La campana extractora es necesaria, pero no suficiente

La solución inmediata es cambiar las cocinas de gas por otras eléctricas, pero esto puede quedar fuera del alcance de muchas personas porque requiere un desembolso o porque se está viviendo en alquiler. Una solución para mitigar la contaminación interna son los extractores de humos. 

Los niveles alarmantes de contaminación en interiores por NO2 y otros gases se han medido en cocinas sin sistemas de ventilación forzada. Una campana extractora puede reducir notablemente la cantidad de estos contaminantes en el aire de la cocina. Sin embargo, la capacidad de las campanas para extraer gases varía mucho, desde las que son capaces de eliminar solo un 15% de los gases peligrosos hasta las que llegan al 90%. Sin embargo, en un estudio de 15 modelos, solo cinco evacuaban más de 95 litros de aire por minuto, lo necesario para evitar un 70% de los gases, y eran los más ruidosos

Aunque las campanas son obligatorias en los restaurantes, distintos estudios han encontrado que la mayor parte de los usuarios de cocinas de gas en el hogar no las utilizan. Los motivos aducidos habitualmente es que no creen que sean necesarias, o que son demasiado ruidosas. El resultado es que en una de las encuestas el 60% de los participantes no encendían el extractor ni abrían las ventanas para ventilar mientras cocinaban con gas.  

La regulación que aún no llega

Dinamarca y los Países Bajos ya han prohibido que las viviendas de nueva construcción tengan cocinas de gas, y otros países tienen previsto seguir su ejemplo en 2025. Lo mismo ocurre en algunas ciudades y estados de Estados Unidos. Sin embargo, en muchos países europeos las cocinas de gas son comunes, incluido España. Según un estudio de CLASP, un 85% de los hogares con cocinas de gas superan los límites de dióxido de nitrógeno, confirmando que, además, las campanas extractoras no eran suficientes.

La Comisión Europea ha propuesto un nuevo régimen de derechos de emisión que encarecería la combustión de gas en los hogares en el futuro, con el objetivo de alcanzar las emisiones cero en 2050. Sin embargo, el borrador de la directiva no incluye una mención específica sobre las cocinas de gas. Aunque es cierto que la regulación de la fabricación de cocinas de gas en Europa es más exigente que en Estados Unidos, los riesgos siguen existiendo.

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