Acabar con la arquitectura 'prêt-à-porter': ¿y si volviéramos a construir con tierra nuestras casas?

Arquitectura hecha con tierra, la sofisticación de la prehistoria.

Albert Nogueras Tarrero

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Existe un material que se extrae fácilmente, es sostenible, económico, aislante, durable y que se encuentra en todas partes. Esta descripción podría parecer propia de una utopía, un material casi mítico en el mundo de la construcción, capaz de revolucionar el sector y representar el hallazgo definitivo. Sin embargo, se trata del elemento primigenio que dio forma a las primeras arquitecturas de la humanidad y la materia prima que manipula cualquier niño a temprana edad cuando juega con volúmenes y formas.

La arquitectura con tierra se remonta a más de 10.000 años. Las primeras civilizaciones la utilizaron como un recurso natural accesible para crear sus viviendas y edificios en lugares como Mesopotamia, el Antiguo Egipto, África, Asia y América Latina, donde se han encontrado vestigios que identificaban estas primeras construcciones. La tierra fue utilizada en todas las geografías, tanto en climas áridos como en zonas húmedas, con técnicas que se perfeccionaron a lo largo de milenios. Las comunidades que utilizaban tierra como material de construcción lo hacían porque era accesible y les permitía satisfacer las necesidades básicas de refugio, pero también porque era una respuesta a su entorno sin alterarlo ni dañarlo.

Estas primeras culturas desarrollaron técnicas que continúan utilizándose hoy en día, como el adobe (ladrillos de barro secados al sol), el tapial (tierra apisonada) y el cob (mezcla de arcilla, paja y agua). Estos métodos, aunque simples, resultaron ser extremadamente duraderos y adaptables, permitiendo la construcción de edificios tanto residenciales como monumentales. Aunque la arquitectura con tierra ha evolucionado a lo largo del tiempo, sus principios fundamentales siguen intactos y, a pesar del desarrollo de nuevos materiales, las técnicas tradicionales de construcción con tierra no han desaparecido y se han mantenido en muchas regiones debido a su eficacia, simplicidad y sostenibilidad.

Tecnología y/o tradición

Con la industrialización y la aparición de la tecnología en el mundo de la construcción, los sistemas más tradicionales han caído a un segundo plano. La pérdida de la figura del artesano o del albañil especializado ha puesto en jaque el uso de materiales que requieren un oficio y una técnica particular. Mientras que hace escasamente un siglo la forma más sencilla de cubrir un techo era abovedándolo con ladrillos, en la actualidad la incursión del hormigón y de elementos prefabricados ha facilitado las labores en la obra a base de marginar las aptitudes humanas en su transcurso. El ideal de la arquitectura 'prêt-à-porter', lista para ubicarse en cualquier terreno y para ser operativa desde el primer momento, ha desplazado el proceso histórico de construcción, profundamente arraigado al lugar y guiado por la tradición y sabiduría local.

A pesar del desarrollo de nuevos materiales, las técnicas tradicionales de construcción con tierra no han desaparecido y se han mantenido en muchas regiones debido a su eficacia, simplicidad y sostenibilidad

No obstante –y por suerte–, lo que es bueno siempre retorna, y ya hace unos cuántos años que en publicaciones de diseño y arquitectura asoman algunos ejemplos de edificios que recuperan la tierra como material principal para la estructura, la fachada e incluso los acabados interiores. La incorporan utilizando técnicas tradicionales, pero adaptadas a la tecnología moderna y cumpliendo con los estándares de confort y robustez que exige la normativa actual. 

Bloques de tierra

Para dar testimonio de esta contrarrevolución a escala local hemos conversado con unos pequeños industriales que están detrás de varios de los proyectos más llamativos que incorporan la tierra en su anatomía. Hablamos de Fetdeterra, una pareja de Lleida compuesta por Maite Sainz, arquitecta, y Macari De Torres, ingeniero geólogo. Después de la crisis de 2008, decidieron investigar y especializarse en la construcción con tierra. En la zona de poniente de Catalunya este sistema constructivo fue relativamente común hasta la posguerra y con la irrupción de la innovación tecnológica y la prosperidad económica, acabó desechándose con cierto menosprecio.

No fue hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria que algunos edificios antiguos construidos con muros de tierra comenzaron a ser rehabilitados en lugar de demolerse para ser remplazados. Ante este viraje en el sector del ladrillo, Sainz y De Torres concibieron un nuevo producto que retomaba la tierra como elemento principal capaz de generar arquitectura. “Elaboramos un nuevo prototipo llamado Tapialblock, un bloque prefabricado con tierra cruda que se compacta con una hidroprensa. El sistema tradicional de construcción con muros de tapial necesitaba la destreza y el oficio de la figura del maestro tapiador, que se ha ido perdiendo con los años. Nuestro bloque, en cambio, permite construir con geometrías constantes y dimensiones regulares, garantizando un control absoluto sobre la obra y la calidad de la tierra”, cuenta Sainz.

Aunque la tierra sea un material milenario, resulta que entre todas las normativas y el código técnico que ampara cualquier proyecto de arquitectura, la tierra no se incluye como una de las opciones materiales constructivas. Por ello, Sainz y De Torres tuvieron que arrancar desde cero para establecer unos criterios de calidad (resistencia, dosificación, mezcla…) que permitiera certificar el bloque de Fetdeterra y que fuera apto para la construcción. Varios años después, comercializan su producto con su consiguiente sistema constructivo por toda España y por el extranjero, en países como los Emiratos Árabes o México.

El ideal de la arquitectura 'prêt-à-porter', lista para ubicarse en cualquier terreno y ser operativa desde el primer momento, ha desplazado el proceso histórico de construcción, profundamente arraigado al lugar y guiado por la tradición y sabiduría local

“Cada vez que construimos un edificio lejano a nuestro territorio, montamos un nuevo punto de fabricación donde extraemos y recuperar tierra para después tratarla y transformarla en nuestros bloques. Partimos de un proceso que no tiene ningún tipo de impacto ambiental ya que, en nuestro caso, no hace falta ni tan siquiera cocer los bloques. Por lo tanto, tiene sentido que tampoco haya transporte de material y que su confección esté estrechamente ligada al emplazamiento de la obra”, relata Sainz.  

Ventajas y beneficios del bloque de tierra

Cuando hablamos de la huella ecológica de un material hay que tener en cuenta todo su ciclo de vida. En el caso del hormigón, por ejemplo, su elaboración es la responsable del 7% de las emisiones mundiales de CO2 y constituye un residuo difícil de reciclar.

En el caso de los bloques de tierra, esta huella de carbono es nula y su reciclabilidad, total. Entre sus propiedades más destacadas, la construcción con tierra es altamente transpirable, ofrece un excelente aislamiento térmico y acústico –de ahí la expresión 'estar más sordo que una tapia'–, tiene mucha inercia térmica y regula la temperatura interior. Puede ser el acabado exterior de una fachada y de cualquier paramento interior, su colocación en obra es muy rápido y sencillo, y su mantenimiento y durabilidad con los años es excelente. Por otro lado, su precio aún es algo más caro que otros sistemas más convencionales como los muros de ladrillo o de bloques de hormigón.

Cuando hablamos de la huella ecológica de un material hay que tener en cuenta todo su ciclo de vida. En el caso del hormigón, por ejemplo, su elaboración es la responsable del 7% de las emisiones mundiales de CO2 y constituye un residuo difícil de reciclar

“Siempre digo que la tierra envejece dignamente. Mientras que la fisonomía de la mayoría de edificios se degrada con los años, en el caso de la tierra, con el tiempo, adquiere una pátina que le da una textura similar a la de la piedra. En cuanto al coste de construir con nuestro producto, es cierto que es más elevado que hacerlo con otros sistemas típicos. No obstante, creemos que en un futuro seremos más competitivos puesto que nuestro precio es estable y no depende de las subidas de coste de la energía o de la probable escasez de muchas materias primas”, asegura la arquitecta Sainz.

Entre los últimos proyectos con la participación de Fetdeterra, Sainz destaca la construcción que se está llevando a cabo de una nueva promoción de vivienda plurifamiliar protegida en Palma de Mallorca para el IBAVI. El proyecto es de Vivas arquitectos y consta de 38 viviendas, repartidos en hasta cinco pisos de altura.

Cuando la tierra es tendencia 

Para dar buena cuenta de la irrupción de la tierra entre las nuevas generaciones de arquitectos, hemos conversado con los estudios Bajet Giramé y Atheleia Arquitectura. Los primeros, junto con el despacho JAAS, han reformado el Camping Alfacs, en el municipio de Alcanar, cercano al Delta del Ebro. Las imágenes de sus nuevos edificios y pabellones han tenido un gran impacto en las redes por la calidez y a la vez minimalismo de sus espacios levantados con tierra y por el dialogo más que sugerente entre este material y las estructuras de madera y de hormigón pobre.

El Camping Alfacs, que se ha ido ampliando los últimos años, necesitaba un tipo de construcción que fuera rápida y eficaz para ponerse en marcha cuando llegase el verano. Para hacerlo posible, Bajet Giramé y JAAS plantearon una construcción con bloques de Fetdeterra de un metro de longitud por 20 centímetros de ancho que sirviera para resolver todas las capas que normalmente conforman una fachada y que, a su vez, fueran el elemento portante sobre el que sustentar el resto de cerramientos y la cubierta.

Elaboramos un nuevo prototipo llamado Tapialblock, un bloque prefabricado con tierra cruda que se compacta con una hidroprensa. El sistema tradicional de construcción con muros de tapial necesitaba la destreza y el oficio de la figura del maestro tapiador, que se ha ido perdiendo

Maite Sainz arquitecta en Fetdeterra

“Con el bloque de tierra compactada nos ahorramos capas y complejidad y conseguimos una ejecución veloz y muy eficiente. Observamos que, en la zona del camping, había una cantera con un tipo de piedra de color arenoso que también incorporamos y que se complementaba muy bien con los bloques de tierra. La mayoría de los muros los diseñamos con este sistema constructivo, combinándolos con macizados de hormigón y estructura de madera, para no forzar las propiedades de la tierra, que trabaja especialmente bien bajo compresión”, aclara Pau Bajet. El resultado es un equipamiento fantásticamente integrado en un paraje natural que revela cierta atemporalidad estilística, donde la arquitectura, los pinos y el horizonte marino se funden en una estampa reactualizada del imaginario clásico mediterráneo.

Por su parte, Salvador Tarradas, de Atheleia Arquitectura, nos cuenta su experiencia con Fetdeterra en la Casa Artiga, en el Vallés Oriental. En este caso el encargo consistía en una casa unifamiliar aislada en una urbanización. Por las características del proyecto y del entorno, Atheleia propuso la tierra como motivo del proyecto y los clientes aceptaron entusiasmados.

“La Casa Artiga combina estructura de hormigón y metálica y utilizamos los bloques de tierra de 100x15x15 centímetros para construir toda la envolvente y las particiones interiores. Queríamos un material que conectara el interior y el exterior con un acabado uniforme y que nos permitiera destacar la horizontalidad en la composición de las fachadas. La tierra nos aseguraba un comportamiento térmico inmejorable para todas las estancias”, comenta Tarradas. Los estratos de bloques de tierra se enmarcan entre un basamento y una corona superior de hormigón, aunando siglos de arquitectura en una mínima expresión.

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