Los siete grandes enemigos de la piel en agosto (además del sol)

Siete errores frecuentes que cometes al tomar el sol.

Jordi Sabaté

No basta con cubrirse o ponerse a la sombra para evitar totalmente los problemas de piel. Aunque sabemos que la exposición excesiva a la luz solar puede provocar quemaduras, reacciones alérgicas en tatuajes y numerosos problemas de sequedad cutánea, que pueden derivar en infecciones dérmicas si no se tratan correctamente, hay otros enemigos que acechan a nuestro alrededor sin que quizás seamos conscientes de ello.

Este artículo pretende desvelar los siete principales elementos propios del verano que, más allá del sol, pueden ser agresivos para nuestra piel.

1. Los aires acondicionados

Un modo de darnos cuenta de lo adversa que puede para nuestra piel ser la exposición continuada a los aires climatizados, es establecer una correlación con la sequedad de garganta que nos dejan los ambientes muy fríos de restaurantes, autobuses y del trasporte público en general. Del mismo modo que reseca las mucosas, el aire nos deshidrata la piel cuando nos vemos expuestos a él durante largos periodos.

En consecuencia, la norma será evitarlo en la medida de lo posible, especialmente en las habitaciones al ir a dormir. Si no podemos pasar sin él, como alternativa intentaremos mantenerlo a niveles de lo 25ºC o 26ºC, así como evitar la exposición constante aplicando la función de modular el chorro de la bomba de calor. No está de más usar abundante crema hidratante y tomar líquidos con frecuencia.

2. La piscina

Aunque se utiliza para mantener una agua donde se sumergen muchas personas a la vez libre de gérmenes, el cloro de las piscinas es malísimo para nuestra piel. La misma agresividad que este elemento emplea contra los posibles microbios, también la tiene contra nuestra dermis. En teoría hay un protocolo establecido de adición de cloro al agua de la piscina pero puede que en el momento en que nos bañemos los niveles sean altos.

Si además somos de los que nos pasamos largos ratos dentro del agua, el efecto abrasivo del cloro aumentará por el prolongado tiempo de exposición. De nuevo, la reparación con crema hidratante tras una ducha se presenta como la mejor prevención.

3. La sal marina

La sal marina tiene doble efecto secante sobre nuestra epidermis. Por un lado el propio de la sal, que tiende a absorber el agua capilar que se almacena en nuestra epidermis cuando nos bañamos en el mar, desecándola. Por otro lado, los pequeños cristales de cloruro sódico que al salir quedarán depositados sobre nuestra piel, harán de lupa cuando nos sequemos al sol, aumentando los efectos agresivos de la luz solar. Además de aplicarnos crema hidratante, es importante quitarnos la sal con una ducha de agua dulce antes.

4. El calzado inadecuado

En verano aumenta la sudoración de los piel y por tanto la humedad en la zona. Por lo tanto deberemos usar calzado que mantenga la piel del pie seca a base de permitir la transpiración. De lo contrario podemos propiciar la aparición rozaduras, llagas y pequeñas heridas. En ellas, debido a la humedad, pueden proliferar los hongos. Lo ideal son las sandalias o las chancletas playeras. Sicalzamos calzado deportivo, se antojan imprescindibles unos calcetines de algodón que absorban la humedad y protejan ante el roce.

5. Picaduras de insectos

No solo se trata de los mosquitos. En general las picaduras de insectos pueden llegar a generar complicaciones serias si derivan en reacciones alérgicas o si nos rascamos con fuerza hasta agrandar la herida. Esto suele suceder en los niños, de modo que lo que era un simple puntito puede llegar a infectarse. La mejor prevención es usar ropa larga y, sobre todo por la noche, emplear difusores de fragancias repelentes de mosquitos y otros insectos.

6. Excesos con la comida, el alcohol y el café

En verano tal vez abusamos demasiado del alcohol, el café y otras bebidas excitantes que aumentan la tensión y ralentizan la circulación sanguínea, además de provocar deshidratación dérmica. También comemos demasiadas grasas saturadas. Todos estos productos impiden que las células epidérmicas estén adecuadamente oxigenadas en verano, una época en la que más estrés por factores externos sufre nuestra piel.

7. La ropa ajustada

Llevar ropa demasiado ajustada puede provocar que las costuras y demás partes duras de un short o una camiseta acaben por hacernos una herida, sobre todo si el roce se vuelve repetitivo, por ejemplo, derivado del hecho de andar. En especial en los climas húmedos de costa, la piel se mantiene en agosto menos firme y más propensa a lesiones por rozaduras o llagas. De la herida a los hongos hay un paso. Se aconseja llevar prendas holgadas, repasar las costuras allá donde más roza o proteger con tiritas o silicona las partes duras de la prenda.

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines

suscríbete a nuestros boletines

Etiquetas
stats