Helicobacter pylori, ¿cómo sé si tengo este inquilino indeseado?

Nauseas, uno de los posibles efectos

Marta Chavarrías

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Helicobacter pylori es un tipo de bacteria que infecta el estómago y debilita su capa protectora y la primera parte del intestino delgado, lo que provoca que los jugos digestivos irriten el revestimiento sensible.  Las infecciones en personas por Helicobacter pylori son unas de las más prevalentes, con un 40% de la población afectada, según datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), aunque la gran mayoría de ellas no sabe que la tiene porque no enferma.

Aunque se desconoce la causa exacta de la infección, se cree que la bacteria puede transmitirse por el contacto boca a boca, por enfermedad del tracto gastrointestinal (sobre todo cuando se producen vómitos), por el contacto con materia fecal o tras ingerir alimentos o agua contaminados. Esto suele ocurrir durante la niñez y, si no se trata, permanece toda la vida.

Señales que indican que tenemos Helicobacter pylori

Como hemos mencionado, los portadores de H.pylori suelen ser asintomáticos. En la mayoría de las personas, no se desarrollan síntomas y es posible que nunca sepan que son portadores de esta bacteria en el intestino.

No está claro por qué ocurre esto, pero es posible que algunas personas nazcan con una mayor resistencia a los efectos nocivos de Helicobacter pylori. Cuando aparecen los síntomas, suelen hacerlo en forma de úlceras que se manifiestan en:

  • Dolor abdominal.
  • Indigestión.
  • Hinchazón.
  • Náuseas leves que pueden desaparecer con los vómitos.
  • Eructos y regurgitaciones.
  • Hambre y sensación de vacío en el estómago, a menudo de una a tres horas después de comer.
  • Pérdida de apetito.
  • Pérdida de peso involuntaria.

Estos síntomas pueden aparecer y desaparecer y durar unos minutos u horas. Es posible sentir una mejora durante un periodo breve después de ingerir alimentos o tomar medicamentos.

Cuando las úlceras son más graves y sangran pueden dar síntomas como:

  • Heces con sangre, de color rojo oscuro o negro.
  • Respiración dificultosa.
  • Desmayos.
  • Fatiga extrema sin causa aparente.
  • Piel pálida.
  • Vómito con sangre.
  • Dolor agudo y severo del estómago.

Qué problemas se asocian con Helicobacter pylori

La mayoría de las bacterias y otros gérmenes no tienen la capacidad para sobrevivir al duro y ácido ambiente del estómago. Sin embargo, Helicobacter pylori tiene ciertas enzimas que lo ayudan a hacer que el ambiente del estómago sea el adecuado para vivir allí, al reducir la acidez.

Tras ingresar en el cuerpo, las bacterias atacan el revestimiento del estómago. Con los años, esto puede causar suficiente daño como para que el ácido del estómago atraviese el revestimiento. Cuando esto ocurre, la bacteria se convierte en un enemigo por su potencial para causar:

  • Úlceras de estómago (gástricas): H.pylori puede desencadenar úlceras entrando en la capa de moco del estómago (que lo protege de cualquier daño casado por el ácido) y adherirse al revestimiento o hace que el estómago produzca más ácido estomacal. 
  • Úlceras duodenales
  • Inflamación crónica en el estómago (gastritis)
  • Aunque es menos común, las personas infectadas tienen un riesgo de dos a seis veces mayor de desarrollar cáncer gástrico y linfoma de tipo linfoide asociado a las mucosas, en comparación con las personas no infectadas. 

Qué pruebas pueden dar con Helicobacter pylori

Esta bacteria se puede diagnosticar con un examen físico para buscar señales de  hinchazón o distensión abdominal, un análisis de sangre (aunque con límites, porque no puede confirmar una infección activa o previa), una prueba de aliento de urea o una prueba de antígeno fecal. 

Si estas pruebas no son concluyentes, es posible que se deba seguir con  una endoscopia para buscar anomalías en el estómago y el duodeno. Generalmente se puede erradicar con una combinación de inhibidores y antibióticos.

Cómo evitar o prevenir una infección por Helicobacter pylori

No está claro cómo prevenir la infección, pero sí se sabe que llevar una buena higiene puede ayudar a protegernos. Esto se traduce en:

  • Lavarse las manos con frecuencia: la infección se produce sobre todo a través del contacto con las heces, el vómito o la saliva infectados. Por tanto, una correcta higiene de manos es fundamental, sobre todo antes de comer y después de ir al baño.
  • Manipular alimentos con seguridad: enjuagar bien los alimentos antes de cocinar o comer para eliminar la bacteria de la comida.
  • Beber agua limpia, apta para el consumo: es importante que el agua haya sido filtrada o purificada.
  • Vigilar con los antiinflamatorios no esteroideos (AINE): estos medicamentos pueden provocar hemorragia estomacal y problemas renales si no se toman adecuadamente. 
  • No fumar: la nicotina y otras sustancias químicas pueden empeorar los síntomas (también los cigarrillos electrónicos). 
  • No tomar alcohol: este tipo de bebidas empeoran los síntomas de acidez estomacal y aumentan el riesgo de cáncer de esófago o estómago.

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