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Manchas en la piel durante y después del embarazo, ¿es posible evitarlas?

Embarazo

Cristian Vázquez

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Durante el embarazo, los cambios que experimenta el organismo de la mujer son muy numerosos. La mayoría son temporales y, terminada la gestación, el cuerpo retorna a su estado anterior. Pero otros pueden convertirse en permanentes: uno de los principales son las manchas en la piel.

Esas manchas suelen aparecer hacia el tercer mes del embarazo, sobre todo en los pezones, las areolas, la parte interna de los muslos, la zona genital, las axilas, la conocida como línea alba o línea nigra (una oscura línea vertical que aparece en la parte inferior del abdomen) y en la cara. Estas últimas son las más visibles.

La mayoría de los estudios coinciden en señalar que alrededor del 90% de las mujeres sufren cambios en la pigmentación de la piel cuando se encuentran en esa condición. Las manchas en la cara, conocidas como melasma, cloasma o “máscara del embarazo”, suelen afectar a entre el 50% y 70% de las gestantes.

Este melasma se define como “una hiperpigmentación melánica que se presenta con máculas irregulares, simétricas y bien delimitadas”. Dado el lugar del cuerpo en el que aparecen -sobre todo la frente, las mejillas, el labio superior y el mentón- suele constituir el grupo de manchas del embarazo que más preocupación generan.

Por qué aparecen las manchas en la piel

¿Por qué aparecen esas manchas? Aún no se ha podido describir con claridad el mecanismo exacto por el cual se producen estos cambios en la pigmentación de la piel. Se estima, sin embargo, que uno de los principales motivos son los cambios hormonales que se registran en esta etapa

En concreto, el aumento en la producción de estrógenos, progesterona y -sobre todo- de la llamada hormona estimulante de los melanocitos. Los melanocitos son las células responsables de producir melanina, la sustancia responsable de pigmentación de la piel.

Tal sería la razón por la que, en ocasiones, también aparecen manchas en la piel de las mujeres que consumen anticonceptivos hormonales. Además, la evidencia científica señala que las mujeres morenas tienen mayor propensión a desarrollar una hiperpigmentación de la piel.

Por otra parte, el sistema inmune de la mujer se modifica “para prevenir el rechazo del feto durante la gestación”, explica en un documento de la Fundación Piel Sana, que depende de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). En esa adaptación está el origen de muchas de las alteraciones dermatológicas del embarazo.

Debido a esto, prevenir por completo el melasma es imposible, al menos por el momento. Lo que sí se puede hacer es evitar exponerse a ciertos factores que empeoran las manchas durante la gestación y aumentan el riesgo de que se tornen permanentes después del parto.

Medidas preventivas

El mayor factor de riesgo es la exposición a los rayos del sol y a otras radiaciones ultravioletas. De hecho, como apunta la dermatóloga Aurora Guerra Tapia en un documento publicado por la AEDV, “la acción de los rayos ultravioleta es indispensable para que el melasma se manifieste”.

Por eso, el principal consejo consiste en aumentar las medidas de fotoprotección. Las principales medidas son las siguientes:

  • Evitar exponerse durante demasiado tiempo a los rayos del sol (y por supuesto también a otras fuentes de radiación ultravioleta, como camas solares), sobre todo en verano y en las horas en que inciden con mayor intensidad, aproximadamente entre las 10 y las 17.
  • Cuando deba exponerse al sol, utilizar cremas de protección solar de alto espectro y alto índice (factor 40 como mínimo).
  • Utilizar prendas que protejan de los rayos solares, en particular sombreros de ala ancha, que impidan que los rayos del sol alcancen de forma directa la piel del rostro y, de ser posible, también la del cuello.
  • Hidratar la piel con frecuencia y usar productos cosméticos y de limpieza suaves.

La mayoría de las veces, la “máscara del embarazo” desaparece en los meses siguientes al parto; puede ser hasta un año después. No obstante, las estimaciones indican que hasta en un 30% de los casos las manchas persisten. En esos casos, su eliminación es difícil, aunque existen algunos tratamientos que procuran lograrlo.

Tratamiento contra las manchas del embarazo

En función de la profundidad a la que se haya producido el aumento de la pigmentación de la piel, el melasma puede ser epidérmico (cuando está en la capa más superficial), dérmico (cuando se encuentra en un nivel más profundo) o mixto (en los casos en que se combinan las dos posibilidades anteriores).

Como apunta Aurora Guerra en su citado artículo, el pronóstico del tratamiento “depende en gran parte del nivel de la piel en el que se encuentra el pigmento”. Esto quiere decir que en el melasma epidérmico el tratamiento suele arrojar mejores resultados que en el dérmico o en el mixto.

Los tratamientos convencionales del melasma, según una revisión de estudios realizada por la organización Cochrane, con sede en el Reino Unido, consisten en la aplicación de cremas blanqueadoras, cremas para el acné y unos compuestos químicos llamados retinoides.

El metaanálisis señala que los resultados más eficaces se obtuvieron con la aplicación de una crema que combinaba tres de esas sustancias: hidroquinona, tretinoina y esteroide. Hubo algunos efectos secundarios que no fueron graves: sequedad, enrojecimiento e hipersensibilidad de la piel.

Una alternativa, explica Guerra, es la exfoliación química, conocida por el término inglés ‘peeling’, para la cual se emplean sustancias como el ácido glicólico, ácido tricloroacético o fenol. También se aplican tratamientos láser, como el de rubí llamado Q-Switched.

Estos últimos tratamientos suelen ser eficaces, aunque -como apunta la autora del citado trabajo- entre sus efectos secundarios se encuentra la hiperpigmentación: es decir, el riesgo de que el problema, en lugar de mejorar, se agrave.

Por lo demás, en el caso de que las manchas persistan después del parto, para que no empeoren, conviene mantener las mismas medidas preventivas que durante el embarazo. No exponerse demasiado a los rayos ultravioletas, usar cremas de protección solar y, por supuesto, consultar con un dermatólogo para conocer los cuidados más apropiados para cada caso en particular.

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