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¿Cómo podemos proteger a nuestra mascota de los parásitos?

Cómo proteger a nuestras mascotas de los parásitos.

Marta Chavarrías

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Aunque sea invierno y los parásitos externos encuentren fuera temperaturas que no les son agradables, dentro de los hogares las condiciones son ideales para que pulgas, garrapatas, mosquitos y ácaros se escondan y, ocasionalmente, se den un festín con nuestra mascota.

En 2021, la Organización Colegial Veterinaria (OCV) ya subrayaba la importancia de prevenir y proteger a los animales domésticos frente a parásitos externos durante todo el año ya que, como consecuencia del cambio climático, la subida de las temperaturas en todo el mundo facilita la actuación de vectores y parásitos externos en cualquier época del año.

Los expertos advertían entonces que la temperatura media ha aumentado casi 2ºC en las capitales españolas, lo que se traduce en un incremento de las poblaciones de parásitos, no solo en lo que se refiere al número, sino también en zonas geográficas.

Parásitos que no solo pueden provocarles enfermedades graves sino que también nos las pueden transmitir a las personas. Pese a todo, se calcula que más del 50% de los animales domésticos no están protegidos frente a parásitos externos.

Qué parásitos pueden afectar a nuestra mascota

Como reconoce la OVC, los parásitos externos más comunes son pulgas, garrapatas, mosquitos y ácaros, todos ellos capaces de generar problemas dermatológicos en las mascotas y también de provocar infecciones y enfermedades sistémicas que pueden transmitirse a las personas.

Las pulgas

Las pulgas, de forma aplanada y sin alas, parasitan mamíferos y aves. Son comunes en gatos y perros. Pueden llegar a poner hasta 50 huevos al día y encuentran en el interior de nuestras casas las condiciones idóneas para vivir durante todo el año. Son relativamente fáciles de detectar si son abundantes y nuestra mascota nos dará pistas: rasca y se vuelve irritable; aparecen protuberancias o ampollas rojas en la piel; podemos apreciar pequeñas manchas negras si miramos con detenimiento.

Sus picaduras son incómodas y, además, pueden provocar infecciones graves en heridas y una enfermedad conocida como alérgica por picadura de pulgas (DAP).

Si no se tratan pueden convertirse en una fuente de infestación para los animales de compañía durante todo el año, que se produce por el paso de pulgas adultas de un animal a otro –se desplazan dando saltos y agarrándose a los pelos. El control implica la inspección visual periódica con un peine antipulgas: si hay pulgas, se debe aplicar un tratamiento antiparasitario para que se eliminen las pulgas adultas y en etapa larvaria.

De no hacer una profilaxis de rutina, y en caso de que el animal se infeste, las pulgas pueden llegar a tardar hasta tres meses en eliminarse.

Las garrapatas

Las garrapatas son parásitos externos que no pican, muerden, se alimentan de la sangre de animales como nuestras mascotas y que podemos encontrar por toda la superficie corporal del animal, aunque la mayoría tiene predilección por las zonas donde la piel es más fina –zona facial, orejas, axilas y región inguinal y perianal. Cuando pica puede aparecer una reacción inflamatoria más o menos intensa y, cuando se desprenden, dejan una marca en forma de costra rodeada de inflamación.

Las reconoceremos por su parecido a una lenteja que se adhiere a la piel del animal con una especie de sistema de anclaje y que crece a medida que chupa la sangre.

Las garrapatas pueden transmitir enfermedades víricas o bacterianas a los perros y también pueden provocar infección en personas por otros microorganismos que generan afecciones graves como la enfermedad de Lyme.

Los mosquitos

Estos parásitos, que no permanecen en el animal, suelen sentirse especialmente cómodos a temperaturas que van de 1os 18ºC a los 22ºC. Son los responsables de enfermedades crónicas como la leishmaniosis, una enfermedad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido entre las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD).

Los ácaros

Hay muchos tipos de ácaros que pueden afectar a perros y gatos. De distintas formas, pueden vivir en diferentes lugares y localizarse en el pelaje de perros y otros animales. De tamaño microscópico, suelen quedarse en la piel del animal, del que se alimentan de su sangre y les provoca fuertes picores, irritación, descamación, calvas y lesiones en la piel.

No solo provocan malestar general en el animal sino que también pueden provocar enfermedades. Si acudimos al veterinario nos ayudará a dar con el insecticida más apropiado ya que es el tratamiento más usado en perros adultos, aunque también es posible administrar pastillas para ácaros en perros.

Los tratamientos preventivos, los más efectivos para proteger a las mascotas

Para proteger a nuestras mascotas de estos parásitos y evitar la transmisión de enfermedades al resto de la familia son necesarios los tratamientos preventivos y el control por parte del veterinario, que es el que determina cuál es el método de prevención más adecuado a nuestra mascota.

Entre las opciones más efectivas para proteger a nuestros perros de parásitos externos está el uso de collares antiparasitarios que lo que hacen es actuar de repelente y que pueden llegar a durar entre seis y ocho meses. También los hay para gatos específicos –no sirven los de perros para gatos ni al revés-.

Otra forma de prevenir la aparición de parásitos son las pipetas, un líquido insecticida graso que se adhiere a la piel del animal y lo protege durante uno o dos meses. Tanto collares como pipetas liberan sustancias repelentes e insecticidas que previenen el contacto de los parásitos con el perro.

Otra manera preventiva son las pastillas, que combaten tanto parásitos externos como internos y suelen administrarlas los veterinarios cada mes o trimestre.

Es importante, además, que seamos cuidadosos con la higiene y la limpieza para ofrecer mayor protección a nuestra mascota. Las medidas higiénicas esenciales son, según el Consejo Europeo para el Control de las parasitosis en los animales de compañía (ESCCAP):

  • Revisar los programas de control antiparasitario de los animales, cada 12 meses.
  • Cubrir los areneros donde juegan niños cuando no se usen.
  • No alimentar a los animales con carne o vísceras crudas.
  • Recoger las heces de las mascotas, tanto si salimos de paseo como si se encuentran en un jardín.
  • Fomentar el lavado de manos, sobre todo en los niños.
  • Revisar nuestra mascota para visualizar la presencia de parásitos, sobre todo después de un paseo por zonas con plantas altas o pasto (el hábitat natural de las garrapatas suelen ser zonas verdes como bosques o parques).
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