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Coincidencia alarmante

Seguidores del presidente Donald Trump fueron registrados el pasado miércoles al irrumpir a la fuerza en el Capitolio de los Estados Unidos, en Washington DC (EE.UU.). EFE/Jim Lo Scalzo

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The New Yorker, coherentemente con la que ha sido su trayectoria editorial desde su fundación, ha prestado en su último número una extraordinaria atención al asalto al Capitolio que se produjo el 6 de enero. Su director David Remnick publicó el mejor artículo de todos los que he leído sobre dicho asalto: “The Inciter in Chief”. Y la historiadora de la Universidad de Harvard, Jill Lepore, publicó otro también extraordinario: “What should we call the Sixth of January”. En mi opinión, ambos destacan con enorme diferencia sobre todos los demás.

Sin embargo, para los lectores de la revista el artículo de Ronan Farrow, “An Air Force Veteran breached the Senate”, fue el que despertó más atención, convirtiéndose en el artículo más leído. El “más popular”, en la clasificación de la propia revista.

El artículo está dedicado a la participación en el asalto al Capitolio del ya retirado teniente coronel Larry Randall Brock Jr., graduado de la Academia de la Fuerza Aérea en 1989, inspector jefe de operaciones y comandante del Escuadrón 706 con mando sobre más de una docena de pilotos en Afganistán y poseedor de numerosas condecoraciones por su años de servicio: 3 Meritorious Sevice Medals, 6 Air Medals y 3 Aerial Achievments Medals.

¿Qué es lo que puede conducir a una persona con esa trayectoria profesional, en la que se supone que el orden y la disciplina tienen que haber sido claves en la misma, a participar en un acto como el del asalto al Capitolio en compañía de una chusma deplorable? ¿Cómo es posible que alguien, que llegó a cursar un Master en relaciones internacionales durante sus años en la Academia del Aire y que se supone, en consecuencia, que dispone de una formación sólida, pueda acabar en una operación como la del 6 de enero?

La conclusión del artículo es reveladora: la misma intensidad del compromiso que hizo que el teniente coronel Brock fuera un piloto de gran efectividad en el Ejército del Aire de los Estados Unidos es el que le condujo esta semana a los acontecimientos que tuvieron lugar en el Capitolio. Su “amor al país” está en el origen tanto de su comportamiento en el ejército como de su participación en el asalto al Capitolio.

Ha sido su inmersión en el “mundo de las fuentes de información alternativas”, que han proliferado en estos años de la Administración Trump, la que le condujo a creer que “liberales y demócratas” eran una “amenaza para el país” a la que había que hacer frente. La conclusión lógica no podía ser otra que la de había que asaltar el Capitolio y tomar el poder. No se debía consentir que se constituyera un “Gobierno ilegítimo” presidido por Joe Biden.

El lector entenderá que se me viniera a la cabeza la carta de los militares españoles al Rey, así como el discurso de la Ministra de Defensa y el NO-discurso del Rey el día de la Pascual Militar. 

El amor a España de los militares españoles es el mismo amor a los Estados Unidos del teniente coronel Brock. La amenaza “liberal demócrata” es la amenaza “social-comunista”. Y la exigencia de dar un golpe de timón y corregir el rumbo que exigen los militares españoles  es la misma que condujo al asalto al Capitolio. El Gobierno de Pedro Sánchez no es menos “ilegítimo” que el que pueda constituir Joe Biden.

Lo que ha ocurrido en el Capitolio de los Estados Unidos no está muy lejos de lo que viene ocurriendo en España desde la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Una minoría social y política se rebela contra la formación de un Gobierno con base en los resultados de las elecciones. En España también se intentó abortar la formación del Gobierno tras el resultado de las elecciones del 10N de 2019 por considerarlo “ilegítimo”. Así lo vienen afirmando Casado y Abascal un día sí y otro también.

Por eso se intentó “reventar” la legislatura en el mes de mayo aprovechando los estragos de la Covid-19. Por eso se está bloqueando la renovación de las instituciones que exigen mayoría cualificada, singularmente del Consejo General del Poder Judicial, con la finalidad de generar un deterioro institucional que dificulte o casi imposibilite la acción de Gobierno. Por eso, desde destacados miembros, ya retirados, de las Fuerzas Armadas se está construyendo un mensaje que incita a una suerte de “golpe desde arriba”, que no haga necesario un asalto al Parlamento. 

En Estados Unidos los diez Secretarios de Defensa con las distintas Administraciones que están vivos han emitido un comunicado conjunto afirmando la legitimidad de Joe Biden como Presidente electo de los Estados Unidos y han reafirmado su convicción de que las Fuerzas Armadas están obligadas a respetar la manifestación de voluntad del cuerpo electoral en las urnas. 

¿Sería posible que en España todos los Ministros de Defensa de la Democracia que todavía viven hicieran lo mismo y descalificaran la conducta de los antiguos miembros de las Fuerzas Armadas que han dirigido la carta al Rey?

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